Guerra de ucrania

Volodymyr Kosse, el futbolista de Mykolaiv: «Hemos puesto el corazón en este estadio, ¿cómo iba a marcharme y dejarlo todo?»

UCRANIA: UN AÑO DE GUERRA

El director del estadio ha decidido quedarse en Ucrania custodiando un campo de fútbol en el que nadie juega. Allí, el césped verde contrasta con el enorme cráter que interrumpe las pistas de atletismo que rodean el terreno de juego

Lyudmyla Serhiivna, la cocinera de Járkov: «Quiero que la comida les recuerde a su hogar, como la que le hacía su madre antes de la guerra»

Arkadiy Dovzhenko, el rebelde de Jersón: «Los rusos me han roto las costillas, lanzado granadas… Debo ser un tipo afortunado porque sigo vivo»

Aniversario de la guerra en Ucrania

Volodymyr Kosse en el estadio de Mykolaiv Pablo Ortega

Pablo Ortega

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En el estadio de fútbol de Mykolaiv hay un calendario con fechas subrayadas en color naranja. Son los partidos de la liga ucraniana que nunca se llegaron a jugar. Volodymyr Kosse, director del estadio, recorre con su dedo índice los días hasta llegar a la fecha de hoy. Suspira. Cada día de guerra es un día menos de vida.

Kosse fue uno de esos jugadores de fútbol de los tiempos de la Unión Soviética. Jugó en FC Salyut Belgorod, en el CSKA y en el Lokomotiv de Moscú. Llegó incluso a marcar un gol ante Estados Unidos en 1994. «El gol de honor para lograr el empate», recuerda. Hoy recorre el campo, pero de otra manera. Pese a la guerra, ha decidido quedarse en Ucrania custodiando un campo de fútbol en el que nadie juega.

Cuando Mykolaiv se convirtió en una ciudad situada en el frente bélico, no lo dudó. El moldavo decidió quedarse y convertir ese estadio en su trinchera. «Cada uno tiene derecho de querer irse o quedarse», dice. La guerra hace algo extraño con los hombres, y él encontró su propósito en cuidar de un campo de fútbol.

Suenan disparos. Caen bombas. Avanzan las tropas. Pero la rutina es siempre la misma. Regar el campo. Cortar el césped. Cuidar de su hogar. Toda una hazaña en una ciudad que llegó a contar únicamente con agua salada en sus tuberías.

Cuida el estadio como si fuera su casa

El verde del campo contrasta con el enorme cráter que interrumpe las pistas de atletismo que rodean el terreno de juego. Durante un bombardeo ruso, varios misiles alcanzaron las instalaciones y dañaron las gradas y el edificio desde el que los invitados VIP veían el partido en tiempos de paz. «Todo quedó destruido por la explosión», se lamenta Kosse mientras intenta arreglar pequeños desperfectos que se va encontrando.

Lo cuida como si fuera su propia casa. Ni el ejército ucraniano logró desahuciarlo cuando necesitó las instalaciones durante lo más crudo del conflicto. Solo les puso una condición: «Les dije que solamente me iba si cuidaban del campo. Me dijeron que no lo iban a hacer, así que me negué».

La charla se interrumpe por el sonido de la artillería. «Son los nuestros», dice mientras el resto nos miramos y escuchamos el silencio esperando el siguiente cañonazo. La sonrisa le dura hasta que aparece el sonido de una ametralladora. «Eso es extraño». Le preguntamos si piensa seguir custodiando el campo mucho tiempo más. Se revuelve un poco en su abrigo y contesta: «Hemos puesto el corazón en este estadio. ¿Cómo iba a marcharme y dejarlo todo?».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación