Putin despide a Gorbachov con honores pero sin asistir a su funeral
El presidente ruso alega problemas de agenda para no asistir a las exequias del último mandatario soviético
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Como responsable del final de la Guerra Fría y último presidente de la Unión Soviética, el recuerdo de Mijaíl Gorbachov resulta ambivalente en Rusia. A pesar de la brutalidad del régimen comunista, muchos ciudadanos consideran que Gorbachov fue responsable del desmoronamiento de una superpotencia con capacidad para mirar cara a cara a Estados Unidos. También le señalan como presunto corresponsable de la dura crisis económica que sufrió Rusia durante los años 90 y de la pérdida de relevancia internacional de un país que nunca ha conocido una auténtica democracia con garantías.
Considerando esos factores, la actitud también ambivalente del presidente de Rusia, Vladímir Putin, supo canalizar ese sentimiento ciudadano y trasladarlo al ámbito del protocolo. El mandatario depositó este jueves una corona de flores ante el féretro de Gorbachov y lo contempló con el rostro circunspecto y los puños apretados, en una incuestionable postura de respeto. Pero también rehusó asistir a su funeral, tal y como comunicó el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov.
«Sabemos que la ceremonia principal será el 3 de septiembre, al igual que el funeral, pero la agenda del presidente no le permitirá estar allí», anunció Peskov. Sin embargo, a pesar de esa negativa, el portavoz también despejó una de las incógnitas de los últimos días y dijo la última despedida del expresidente soviético gozará de «elementos de funeral nacional», pues será celebrado con ayuda del Estado y contará con la presencia de una guardia de honor. Los otros detalles que han trascendido es que tendrá lugar en el cementerio Novodévichi de Moscú, donde ya descansa su esposa, Raisa Gorbachova, fallecida en 1999.
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«[Gorbachov] fue un político y un líder de Estado que tuvo una gran influencia en el curso de la historia mundial», dijo el miércoles Putin, enviando condolencias por su muerte. «Estuvo al frente de nuestro país en un período de cambios en política exterior complejos, dramáticos, a gran escala, en las esferas económica, social», añadió el mandatario ruso. Por su parte, Peskov se refirió al «romanticismo» con el que actuó Gorbachov durante el final de la Guerra Fría, señalando que esa suerte de inocencia le llevó a creer que era posible entablar una buena relación con Occidente, algo que, a su juicio, ha sido imposible.
Dos caras
Lo cierto es que la muerte del último presidente de la URSS y las escépticas declaraciones del portavoz se han producido en uno de los momentos más tensos de la escena internacional, cuando los países occidentales han impuesto sanciones y condenado con firmeza la invasión rusa de Ucrania, que comenzó el pasado 24 de febrero. El propio conflicto hunde sus raíces en lo problemático que ha resultado para Rusia dejar atrás su pasado soviético, sobre todo desde la llegada de Putin al poder. No está de más recordar que una de las primeras medidas del presidente ruso tras atravesar las puertas del Kremlin fue reintroducir el himno soviético, cambiando la letra de inspiración comunista por otra nacionalista y apropiada a los nuevos tiempos. Tampoco que Putin llegó a afirmar en 2005 que la desaparición de la Unión Soviética fue «la mayor tragedia geopolítica del siglo XX».
Esa pelea por devolver a Rusia a una posición de preeminencia en la escena internacional, con el convencimiento de que incluso es apropiado comenzar una agresión militar contra un Estado soberano e independiente para extenderse territorialmente por la antigua zona de influencia soviética, late en lo más profundo del corazón de Putin. Antiguo agente de la KGB reconvertido en taxista tras la caída del telón de acero, aspectos conservadores del régimen que ha construido estos años, como el papel desempeñado por la fe ortodoxa o su desprecio por la comunidad LGTBI, no le impiden reivindicar lo que le interesa del pasado comunista, siempre con el objetivo de resaltar la grandeza rusa.
«[Gorbachov] fue un político y un líder de Estado que tuvo una gran influencia en el curso de la historia mundial», dijo el miércoles Putin, enviando condolencias por su muerte
Así pues, Putin tiene que hacer frente a dos Gorbachov, como recordaba esta semana la BBC. Por un lado, al responsable de la desaparición de la Unión Soviética, entendida como un momento de poder ruso en el mundo que dio paso a otro de decadencia y pérdida de orgullo nacional. Por el otro, al hombre que respaldó algunas de sus aventuras internacionales, como el apoyo militar a Al Assad en Siria en 2015 o la anexión rusa de Crimea en 2014. Sobre ese último hecho, el último presidente soviético dijo que, de haber estado en el poder, hubiera actuado igual que el líder del Kremlin. «Crimea es Rusia y que alguien demuestre lo contrario», afirmó, en unas declaraciones que le impidieron entrar a Ucrania durante cinco años.
No fue la última ocasión en la que Gorbachov hizo una declaración polémica. A pesar de los altibajos en sus relaciones, el ex secretario general del PCUS también expresó en 2018 su apoyo a Putin antes de las elecciones presidenciales. «Hoy es un líder que merece el apoyo de la gente», subrayó.