El Príncipe Harry y el Príncipe Andrés, los invitados indeseados a la Coronación de Carlos III
El duque de Sussex y su tío, el duque de York, han estado presentes en la ceremonia, pero en un segundo plano como meros espectadores del acto
La estratégica pluma de la princesa Ana que tapó a Harry durante la coronación de su padre
La Coronación del Rey Carlos III, en imágenes
Todos los looks de los invitados a la Coronación de Carlos III: ellos con uniforme y ellas con vestidos azules, rosas y amarillos
Tan solo una hora después de que su padre Carlos III fuese coronado en la abadía de Westminster, Harry, de 38 años, llegaba a la terminal 5 del aeropuerto de Heatrow a bordo de un BMW eléctrico, donde unos minutos después cogía un avión de regreso a Montecito (California) para llegar a tiempo al cuarto cumpleaños de su hijo Archie.
Su presencia en un evento familiar de tal magnitud ha sido alabada pero también muy guionizada e incómoda para él. Ni una sola imagen, ni un gesto a su hermano Guillermo ni a su cuñada Kate Middleton. Y ya no digamos a su padre o a su madrastra Camila. Harry llegó a la ceremonia acompañado del esposo de su prima, la Princesa Beatriz, Edo Mapelli. Una vez en el interior tomó asiento en la tercera fila la de los desterrados de la familia. A su lado estaban sentados, Jack Brooksbank, marido de su también prima Eugenia y al otro lado, la Princesa Alexandra, de 86 años, prima de su difunta abuela.
Delante de él, su tía, la Princesa Ana cuya pluma en la cabeza, cubría el rostro del duque de Sussex, para evitar que fuese captado por la señal oficial que ha retransmitido la ceremonia. La distribución de los asientos durante la organización fue motivo de más de una discusión. Había dos opciones: o colocar a los miembros de la familia en función de la línea de sucesión al trono o como finalmente se ha optado, dar protagonismo a la realeza en activo y alejar marcando distancias con el Rey a Harry y a su tío el Príncipe Andrés. Era la primera vez que al duque de Sussex se le veía públicamente con su familia desde que lanzó su explosiva biografía 'Spare' ('En la sombra').
El pasado 27 de marzo, Harry, que reside en Estados Unidos, acudió a las Cortes Reales de Justicia de Londres para asistir a la primera audiencia por la macrodemanda contra el grupo editorial 'News Group Newspaper', por considerar que violaron su privacidad con escuchas ilegales. Expertos en lenguaje corporal han analizado todos sus gestos. Aseguran que Harry entró a la abadía nervioso, dando muestras de que se sentía solo y sujetando todo el rato el borde derecho de su chaqueta, señal de que «necesitaba un abrazo» para sentirse más cómodo. Comenzó a relajarse una vez sentado, aunque no paró de moverse, señal de que se sentía desubicado.
No ha cantado el himno cuando ha pasado su padre y le habría dicho a su primo durante la ceremonia que no se quedaba al almuerzo en Buckingham porque no se sentía cómodo. A Harry no se le había visto desde que llegó a Londres este viernes por la mañana en un avión comercial de American Airlines. Se supone que pasó la noche en Frogmore Cottage, la residencia regalo de su abuela y de la que su padre le ha despojado tras la publicación de sus polémicas memorias. Su agenda se ha mantenido en secreto y de hecho no se había podido captar ninguna imagen de él hasta su llegada a la ceremonia. La Firma como se refiere él a la estructura familiar no querían que tuviese ningún protagonismo y que su visita relámpago pasase desapercibida.
Andrés, abucheado
Desde Buckingham se informaba que tanto Harry como el príncipe Andrés iban a ser meros espectadores de la histórica ceremonia de Coronación dado que ya no son miembros de la realeza. Ambos no han estado presentes en la procesión que llevó al Rey y a la Reina recién coronados al Palacio tras la ceremonia.
Tampoco se les dejó salir al balcón ni posar en las fotos oficiales para el álbum familiar. El Príncipe Andrés fue fotografiado riéndose cuando salía de la Coronación de su hermano, Carlos III, tras ser abucheado por la multitud cuando se dirigía a Westminster. Como es sabido, ni los británicos ni su propia familia le ha perdonado que se viese envuelto en un escándalo sexual. Fue en 2019, cuando la estadounidense Virginia afirmó que tuvo relaciones sexuales con el Príncipe Andrés en un baño cuando tenía 17 años, después de una noche en la que supuestamente él la habría emborrachado con vodka en un elegante club de Londres. La Familia Real negó siempre las acusaciones, calificándolas de «falsas» y «sin fundamento».
El 15 de febrero de 2022, se anunció que habían llegado a un acuerdo económico para evitar que Andrés se sentase en el banquillo. Una situación humillante que hubiese sido muy dañina para la Familia Real. Pero el Príncipe sigue con su rebeldía habitual y no sólo no acepta mudarse de su actual casa, tal y como le ha impuesto su hermano, sino que hoy ha usado sus condecoraciones y ha vestido la Orden de la Jarretera, la más alta orden del imperio británico, desoyendo las recomendaciones reales.