Un grupo de 17 niños ucranianos regresa con sus padres después de haber sido retenidos en Rusia
La ONG Save Ukraine explica que los padres mandaron a sus hijos a Crimea con la promesa de un breve campamento de verano, tras sufrir «chantaje, manipulación e intimidación»
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La situación de los menores en Ucrania cada vez preocupa más a la comunidad internacional, pues son los niños, indefensos ante tanto horror, los que padecen de manera más dramática los estragos de la guerra. Así lo hizo ver el jueves la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuando anunció que se va a convocar una conferencia para tratar sobre la situación de los pequeños ucranianos trasladados de manera forzosa a Rusia después de la invasión, que empezó hace ya más de un año.
«Es un aspecto horrible de tiempos oscuros de nuestra historia lo que está ocurriendo allí con la deportación de niños. Es un crimen de guerra», lamentó Von der Leyen. «Sabemos de 16.200 niños que han sido deportados, y 300 han retornado en total hasta ahora», añadió, concretando en cifras un drama humano cuyas consecuencias resultan muy difíciles de calcular.
Una mala decisión
Así se podía comprobar estos días en Kiev, como explicaba de manera pormenorizada un reportaje de AFP en el que se recogía la voz de algunos padres y niños que han tenido que enfrentarse a esa difícil situación. De los afectados, 17 consiguieron esta semana volver al lado de sus familias.
«Cuando nos dimos cuenta de que no debíamos aceptar ya era demasiado tarde», cuenta Denis Zaporozhenko, que se ha reencontrado con sus hijos después de seis meses y medio de angustia. Su caso se repite en muchos otros: la familia vivía en Jersón, en el sur de Ucrania, uno de los escenarios de los combates entre rusos y ucranianos y de los vaivenes territoriales que han provocado los choques entre los bandos en liza. Se separaron el 7 de octubre, un mes antes de que los ucranianos entraran en la ciudad tras la retirada de los rusos al otro lado del río Dniéper.
El drama de Zaporozhenko comenzó con un error del que se dio cuenta tarde. Temeroso de que los combates en Jersón se volvieran más duros y con el deseo de ayudar a sus hijos a evadirse en la medida de lo posible de los horrores de la guerra, decidió mandarlos a un campamento de vacaciones en Crimea, la península anexionada por Rusia durante la primavera de 2014 después de la celebración de un referéndum fraudulento. «Prometían enviarlos durante una semana o dos», recuerda el padre. Al final, se trató de más de medio año, donde la única comunicación con sus niños se produjo a través de llamadas de teléfono.
Para las autoridades de Kiev, el caso del hijo de Zaporozhenko y de los otros 16 niños que han vuelto a los brazos de sus padres forma parte de los 16.000 menores ucranianos «secuestrados» por Moscú. Si la historia de algunos de ellos ha logrado concluir con un final feliz, ha sido gracias a la actuación de la oenegé Save Ukraine, que denuncia que los rusos doblegaron la voluntad de los padres a través de «la intimidación, la manipulación y el chantaje».
Crear miedo
«Decían a los padres que tenían una hora para reflexionar, y que si los ucranianos llegaban, traerían a mercenarios estadounidenses que los golpeaban y violarían», lamenta Miroslava Kharchenko, jurista de la mencionada oenegé, según las declaraciones recogidas por AFP. «Les afirmaban que era ‘la única oportunidad para salvar a sus hijos’», relata, describiendo las presiones que padecían las víctimas.
«Si no cantabas el himno nacional ruso, te obligaban a escribir notas explicativas. Y en Año Nuevo nos mostraron el discurso de Putin», cuenta Taisia Volinska, de 15 años
Para combatir las consecuencias de esas malas decisiones, la oenegé ayuda a los padres a traer a sus hijos de vuelta. Lo logra respetando al detalle los procedimientos administrativos establecidos por Rusia. En este caso, los menores volvieron con sus familias tras un largo periplo en autobús, en el que viajaban algunas madres.
Entrevistados por AFP, algunos de los niños contaron sus experiencias en las manos del Kremlin. «Si no cantabas el himno nacional ruso, te obligaban a escribir notas explicativas. Y en Año Nuevo nos mostraron el discurso de Putin», contaba Taisia Volinska, de 15 años, originaria de Jersón. De esos menores, muchos recibirán ahora asistencia psicológica.