Lula busca reconstruir una sociedad quebrada durante la era Bolsonaro
El equipo del nuevo presidente asegura que el anterior equipo ha dejado 33 millones de personas pasando hambre
Con Lula Brasil pasa de tener 23 ministerios a 37, para contentar a todos sus aliados políticos

Luiz Inázio Lula da Silva asumirá su tercer mandato este domingo en un Brasil que necesitará ser reconstruido. El diagnóstico presentado por el equipo de transición que ya se conoce popularmente como mandato 'Lula 3', muestra un potencial colapso de servicios públicos ... por falta de inversión, más de 33 millones de brasileños pasando hambre, y 125,2 millones de personas, más de la mitad de la población, con algún grado de inseguridad alimentaria.
En las 73 páginas del informe dividido en 32 grupos temáticos, los especialistas y políticos de todas las corrientes convocados para ayudar en el proceso de transición, analizaron informaciones cedidas del actual Gobierno de Jair Bolsonaro –muy poco colaborativo–, y otras recabadas con instituciones especializadas.
La gestión de Bolsonaro termina sin libros para las escuelas, sin remedios ni vacunas en el sistema público de sanidad; con los pueblos indígenas y la Amazonía abandonados, y sin fondos para la Defensa Civil ni para las universidades, que en los últimos meses sufrieron recortes drásticos, al punto de que algunas de ellas dejaron de pagar las cuentas de luz.
El informe final del equipo de transición sugiere la revocación o revisión de 63 decretos y resoluciones del Gobierno de Bolsonaro, entre ellos la «política pública de armamento», los actos que impusieron el secreto de 100 años en documentos de acceso público, los que perjudicaron derechos sociales, culturales, y los contrarios a la igualdad social y a la participación popular.
Desorganización del Estado
«El legado del Gobierno de Bolsonaro es la desorganización del Estado y el desmantelamiento de los servicios públicos esenciales», dice el informe que apunta «la desfinanciación de las políticas públicas de salud, seguridad social y asistencia social». Los recortes en el medio ambiente, uno de los más graves, permitieron un avance de la minería ilegal y el aumento de la deforestación en la Amazonia. El estudio también apunta un aumento preocupante del gasto público.
«Hay dudas sobre lo que puede surgir en los próximos meses cuando se aclare la magnitud del gasto que hubo con aumentos salariales y transferencias de ingresos para los más pobres en 2022, en medio de las elecciones. Puede haber sorpresas y hay una gran desconfianza sobre el aumento de las cuentas públicas que puede aparecer en enero. Esto podría acabar generando un déficit primario y resultados negativos en los próximos meses, que serán un gran problema para el nuevo gobierno», dice a ABC Fabio Silveira, economista de la Universidad de Grenoble y director de la consultora Macrosector, en São Paulo.
Para Silveira, otro factor de atención es el nombramiento del equipo económico que Lula ha levantado a partir de nombres de su confianza, en una decisión más política que técnica. Es el equipo liderado por el exalcalde de São Paulo, Fernando Haddad, que ya fue candidato a la presidencia por el PT; el economista Aloizio Mercadante, figura histórica del partido, que administrará el Banco de Desarrollo Económico Social (BNDES), uno de los principales presupuestos del Gobierno, y de su vicepresidente, el exgobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin, que asumirá la cartera de Industria y Comercio.
Sin ideas propias
«Haddad no fue bien recibido (por el mercado) porque tiene un vínculo demasiado estrecho con Lula. No tiene ideas propias e intentará hacer la agenda de Lula sin mucha autonomía. Aparentemente no es un equipo económico que tomará decisiones basadas en el realismo técnico, sino en el realismo político», analiza el economista. Silveira recuerda que en su primer gobierno, en 2003, Lula se benefició de un escenario favorable con un ciclo de explosión de las materias primas, los Estados Unidos saliendo de una recesión y una balanza comercial creciente. En este momento, prevé Silveira, el Gobierno de Lula podría beneficiarse de la normalización del flujo comercial con el fin de la pandemia, que dificultaba la gestión de la economía. «En el 23 podrán hacerse cálculos económicos más precisos y tener expectativas más realistas», dice.
Otro punto de conflicto es el número de ministerios del gabinete ideal de Lula, 37 en total, que es uno de los mayores, después del de Dilma Rousseff (2011-16), que batió el récord de 39 carteras. «Brasil tiene que tratar más problemas que los que se enfrentan en países desarrollados, pero aún así es un número que genera desconfianza», dice Silveira sobre el futuro gabinete. El tercer mandato de Lula tendrá un 60% más de ministerios que los 23 de Bolsonaro, que mantuvo la reducción propuesta por su antecesor, Michel Temer, y cortó ministerios del área social y de derechos humanos.
Rui Costa, que asumirá como ministro jefe de la Casa Civil, aseguró que el nuevo diseño del ministerio no afectará el volumen de gastos ni el número de cargos. Entre las carteras que se recrearán y las nuevas estructuras están los ministerios de la Mujer, Igualdad Racial y el de los Pueblos Indígenas, este último, una de las principales promesas de Lula durante su campaña. El Ministerio de Economía se dividirá en los de Finanzas, Industria y Comercio, y Planificación.
Contentar a todos
«Es más difícil administrar 37 ministros con poder de influencia, que discuten políticas públicas, el riesgo de conflicto es mayor», explica el economista. Uno de los motivos es la coalición que eligió a Lula que debe dar cabida a corrientes de pensamiento diferentes, como la liberal Simone Tebet, y otras voces que abandonaron el PT, como la de ambientalista Marina Silva. La alianza que Lula lidera está distante de tener una mayoría en el Congreso, con solo 136 de los 513 diputados. La cifra no es muy diferente de la de 2002, cuando eligió 130 parlamentarios, pero en ese entonces amplió la coalición a 300 diputados y ganó sin mucha dificultad la presidencia del Congreso.
Ahora la composición es más difícil porque buena parte de los congresistas son bolsonaristas y antipetistas, una corriente conocida como 'centrón'. Para mejorar el apoyo, Lula se vio obligado a apoyar la reelección del actual presidente de la Cámara, Artur Lira, líder de esa corriente, que está volviendo al Ejecutivo rehén, desde Bolsonaro. Para garantizar la gobernabilidad, Lula ha invitado a componer el ministerio a antiguos aliados de Bolsonaro, como el partido União Brasil. El partido, que tiene 59 diputados y 10 senadores, debe recibir dos ministerios. El otro aliado será Lira, que cuenta con al menos 50 votos en el Congreso. Hasta el momento Lula nombró 21 ministros, y debe acomodar las alianzas en las 16 carteras que faltan para definir su gabinete.
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