Los kurdos dan la espalda a Erdogan
El partido kurdo cambia de siglas para esquivar la ilegalización y pide el voto para el candidato opositor con el objetivo de apartar a Erdogan del poder
Todos contra Erdogan en unas elecciones turcas de carácter plebiscitario
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«Primero hay que echar a Erdogan y luego ya podemos sentarnos a hablar porque en estos momentos no hay un clima democrático que nos permita negociar», asegura Ceylan Akça, que acaba de regresar de Lice, localidad a las afueras de Diyarbakir, donde ha intentado ... convencer a 60 campesinos de la importancia de que voten para el Partido Verde de la Izquierda (YSP). Ante la amenaza de una nueva ilegalización, los kurdos concurren a las elecciones generales que Turquía celebra el domingo bajo estas nuevas siglas y repiten la estrategia empleada en las municipales de 2019 en las ciudades al este del país: votarán a favor del candidato que se opone a Recep Tayyip Erdogan, el veterano Kemal Kilicdaroglu.
Este paso fue clave hace cuatro años para arrebatar a los islamistas las alcaldías de ciudades como Bursa y Estambul. «Tenemos la llave de la presidencia y seremos los jueces en el parlamento, donde podemos llegar a los 100 diputados. Sin nuestro apoyo ni el bloque de Erdogan, ni el de Kilicdaroglu podrán aprobar medida alguna, pero lo primero es quitarnos de en medio el autoritarismo, la cleptocracia y el nepotismo de estas últimas dos décadas», afirma con seguridad Akça, quien es candidata por Diyarbakir, ciudad que los kurdos consideran su 'capital' en suelo turco, lo que le garantiza que será una de las elegidas para estar en la cámara.
Cafés reconvertidos
Las encuestas apuntan a un resultado muy reñido en la lucha por la presidencia y el apoyo kurdo puede ser el que incline la balanza del lado opositor. En las calles de Diyarbakir muchos cafés han cambiado de función y durante este mes se han convertido en improvisadas oficinas del partido. Es el caso del café Karanfil, en el barrio de Bahlar, transformado en centro de operaciones decorado con banderas y más banderas y bajo la sintonía de las canciones elegidas para la campaña.
Sentados en una larga mesa, simpatizantes del YSP debaten el apoyo a Kilicdaroglu que «no nos gusta nada porque será la primera vez que en Diyarbakir votemos a la derecha, pero confiamos en que nos devuelva el favor liberando a Selahattin Demirtas y el resto de presos políticos». Esta es una de las principales reivindicaciones entre unos kurdos que tienen las alcaldías intervenidas y millares de militantes encerrados, siempre bajo la acusación de vinculación al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). La segunda reivindicación es la oficialidad de su lengua, que pese a ser la segunda más hablada del país sigue sin tener el reconocimiento de las autoridades. En las pasadas elecciones generales el partido kurdo obtuvo el 10 por ciento de los votos y en esta espera superar el 14 por ciento y enviar 100 diputados al parlamento, donde hay 600 asientos.
Lucha armada
Han olvidado el número de veces que han ilegalizado el partido. Sonríen al recordar cómo han ido creando nuevas formaciones para superar las prohibiciones y sueñan «con un Kurdistán libre, algún día, en un futuro. Los kurdos de Turquía, Irak, Irán y Siria unidos bajo una misma bandera», en palabras de Hasan Esen, ingeniero jubilado, uno de los fijos de este café decorado con banderas de todos los colores del partido. «¿Lucha armada? Cuando no quieres la paz, tienes guerra y mientras no haya una negociación y siga este nivel de represión habrá gente que empuñe las armas», opina Esen y el resto de la mesa asiente.
Los jóvenes del partido prefieren cafeterías más modernas como Minella, con un jardín presidido por retratos de Bob Marley, Marilyn Monroe y Charles Chaplin. Aze Çelik no tiene un minuto que perder. Esta joven de 18 años es una de las responsables de las juventudes del YSP. «No nos gusta nada Kilicdaroglu y estamos en las antípodas de su ideología, pero le votaremos porque es decisión del partido», asegura esta joven que abandera la lucha por los derechos de la comunidad LGTBIQ + en la ciudad. «Erdogan piensa que acusarnos de ser gais y lesbianas es un insulto, pero ya nos hemos acostumbrado a su forma de hablar y no nos hace daño. Vamos a hacer todo lo que está en nuestra mano para liberar a kurdos y turcos de este dictador», sentencia la joven entre llamada y llamada de teléfono.
Atrás han quedado los primeros años de Erdogan en los que rompió el tabú de negociar con el PKK y alcanzó un acuerdo de alto el fuego que puso una pausa a cuatro décadas de conflicto armado. El discurso islamista caló en parte de la población de esta parte del país y el Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP) se convirtió en la opción de voto de los kurdos más religiosos en distritos como Bitlis en las elecciones presidenciales de 2018. Ahora los kurdos esperan ser el motor del cambio.
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