La huelga de hambre de un preso anarquista agita la política italiana
La ciudadanía apoya a Meloni sobre el duro régimen carcelario aplicado a estos casos
Sigue en directo los resultados de las elecciones en Alemania y las reacciones
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Desde hace varias semanas, el caso del anarquista Alfredo Cospito, en huelga de hambre desde hace 111 días, centra un durísimo debate político italiano, con insultos y acusaciones entre la mayoría de derechas y la oposición. Cospito, de 55 años, condenado por diversos ... atentados terroristas, se niega a comer en protesta por el duro régimen carcelario, conocido como el «41 bis», que se aplica a peligrosos mafiosos y terroristas. Cospito pide que sea revocado este régimen que afecta a unos 750 presos. La primera ministra, Giorgia Meloni, ha declarado que no cederá a las presiones y mantendrá el «41 bis».
En apoyo de la revocación del régimen «41 bis» se han pronunciado algunos intelectuales de diversa procedencia, así como grupos terroristas y anarquistas en Italia y en otros países europeos que han emprendido diversas acciones intimidatorias. «Estado italiano asesino. Amnistía total. Libertad Cospito», escribieron en catalán cinco encapuchados en un mural de Josep Maria Subirachs en el edificio donde tiene su sede del consulado italiano en Barcelona, 27 de enero.
Casi contemporáneamente, unos desconocidos incendiaron en Berlín el coche del primer consejero de la embajada italiana, lo mismo que sucedió en Atenas el 2 de diciembre. En Italia se han sucedido también en las últimas semanas diversas manifestaciones de protesta, sobre todo en Milán y en Roma con lanzamientos de cócteles molotov y otros actos vandálicos.
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Cospito, condenado a 20 años de cárcel, era líder de la Federación Anarquista Informal - Frente Revolucionario Internacional, conectado a otras organizaciones similares en toda Europa. El grupo de Alfredo Cospito está acusado de 50 ataques desde 2007, incluido el sabotaje de vías férreas y torres de telefonía móvil, y el envío de cartas bomba a políticos para desencadenar «la caída del capitalismo» y la «destrucción total» del Estado. Entre otros atentados, el anarquista terrorista Cospito fue condenado en el 2012 por herir de bala al consejero delegado de Ansaldo, compañía de energía nuclear en Génova.
Por su peligrosidad, la magistratura le aplicó el régimen duro carcelario. El «41 bis» es un instrumento que se estableció durante un periodo de emergencia terrorista en Italia, tras los atentados de Cosa Nostra contra Giovanni Falcone y Paolo Borsellini. Durante más de 30 años se mantiene este régimen duro para aislar a los presos que han cometido delitos graves de mafia y terrorismo, con el fin de que no sigan manteniendo vínculos con los grupos criminales a los que pertenecían. En estas condiciones, en una celda de casi cuatro metros cuadrados, ha estado Cospito en la cárcel de Sassari (Cerdeña) hasta que fue trasladado, el 30 de enero, a la cárcel de Opera, en Milán, para tutelar mejor su salud, que se había agravado al perder 45 kilos por la huelga de hambre.
El caso llega al Quirinale
El caso Cospito ha estallado cuando grupos defensores de los derechos de los presos y políticos de izquierda se quejaron de que el anarquista estaba siendo castigado injustamente. Una delegación del Partido Democrático con cuatro parlamentarios, entre ellos el exministro de Justicia Andrea Orlando, lo visitó el 12 de enero en la cárcel de Sassari. El Gobierno Meloni criticó la visita por considerar que la batalla de Cospito contra el «41 bis» la hace también en nombre de la mafia.
La reacción de Hermanos de Italia fue un furibundo ataque al PD. El diputado Giovanni Donzelli, muy próximo a Giorgia Meloni y responsable de organización del partido, preguntó a voz en grito en el Parlamento: «Quiero saber si la izquierda está al lado del Estado o de los terroristas«. Se abrió así una agria confrontación en la Cámara de diputados, con dura reacción del Partido Democrático.
Giorgia Meloni advirtió que la consecuencia de este enfrentamiento es que «el clima político se está calentando peligrosa y rápidamente y no perdona a nadie». «Así lo demuestran -añadió Meloni- los carteles aparecidos ayer en la Universidad La Sapienza de Roma, que definen al presidente de la República y a miembros de varios gobiernos como «asesinos», sin distinción de color político».
La opinión pública apoya la línea de firmeza de Giorgia Meloni. Una encuesta publicada el lunes por 'La Stampa' indica que el 42,2% considera grave la visita de los parlamentarios del PD a Cospito, y dos de cada tres italianos defiende el régimen de cárcel duro.
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