Trump podría ser dado este lunes de alta pero su salud sigue sembrando dudas

El presidente dejó de tener fiebre el sábado, y necesitó oxígeno en dos ocasiones; si es dado de alta seguiría el tratamiento en la Casa Blanca

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El equipo médico de Trump durante la rueda de prensa AFP | Vídeo: EP

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El equipo médico de Donald Trump aseguró este domingo que el presidente de Estados Unidos «sigue mejorando» y que si su recuperación tras el Covid-19 que contrajo la semana pasada sigue el mismo curso, este lunes podría ser dado de alta del hospital Walter Reed, en Washington, y continuar su tratamiento en la Casa Blanca. Las buenas noticias sobre Donald Trump se vieron, sin embargo, enturbiadas una vez más con información confusa y cambios de relato sobre su estado de salud. Las indicaciones sobre la mejoría del presidente se acompañaron del reconocimiento de que había necesitado oxígeno los dos días anteriores –algo que hasta ahora se había negado– y que había sido tratado con un esteroide, dexametasona, para controlar su respuesta inmune.

«El paciente sigue mejorando», celebró el médico de la Casa Blanca, Sean Conley , en una comparecencia delante de la puerta del hospital. Dijo que no tenía fiebre desde el sábado, que camina sin dificultad y que no tiene complicaciones en el corazón, riñones o hígado.

Otro de los doctores, Brian Garibaldi , detalló la terapia que sigue el presidente Trump, que el viernes recibió dos tipos de tratamientos experimentales con anticuerpos y que también desde ese día se le administra remdesivir, el único fármaco aprobado hasta ahora por los reguladores para combatir este coronavirus. Conley y Garibaldi mencionaron el uso de dexametasona, un esteroide que ha demostrado su eficacia en casos severos de Covid-19. Una de las mayores complicaciones de la enfermedad es la excesiva respuesta inmune que producen los pacientes tras la fase de infección y este esteroide contribuye a rebajar esa respuesta inmune.

Respuestas vagas

«Se siente bien, está movil», dijo Garibaldi sobre Trump. «Si sigue así, planeamos darle de alta tan pronto como mañana y que siga su tratamiento en la Casa Blanca».

La comparecencia de Conley y del resto de doctores no contribuyó a cerrar las dudas y la confusión sobre el estado de salud de Trump. Conley tuvo que reconocer que no dijo la verdad en la víspera, cuando negó que el presidente hubiera requerido de oxígeno de forma artificial para combatir una caída de su capacidad respiratoria. Pero volvió a enturbiar su respuesta cuando se le preguntó si Trump había vuelto a necesitar oxígeno el sábado. «Lo tendría que preguntar al equipo de enfermeras», respondió a los periodistas el responsable de la salud del presidente Trump. «Creo que no… Si lo hizo, fue muy muy limitado. El único oxígeno que yo ordené, o que le administramos nosotros, fue el viernes por la mañana».

Conley tuvo que dar explicaciones de por qué había mentido sobre ello en su anterior comparecencia ante la prensa. «Estaba tratando de reflejar la actitud positiva que había tenido el equipo, el presidente y la marcha de la enfermedad», dijo sobre su decisión de negar la asistencia con oxígeno. «No quería dar información que mostrara el curso de la enfermedad en otra dirección, y al hacerlo parecía que estaba tratando de esconder algo, lo que no es necesariamente cierto».

La misma sensación dio este domingo cuando se le preguntó sobre qué niveles respiratorios había tenido el presidente en los episodios de bajada de capacidad que motivaron el uso de oxígeno. Dijo que el viernes se le administró porque estuvo por debajo del 94%, pero preguntado por si había bajado de 90%, volvió a enmarañarse en su respuesta y solo dijo que no había estado «en niveles bajos de 80».

Contradicciones

Tampoco fue claro sobre preguntas alrededor de los resultados de los escánares pulmonares que se le han hecho al presidente, ante la posibilidad de que sufriera una neumonía. Se limitó a decir que los resultados eran «lo esperado», sin dar más detalles.

La comparecencia se producía un día después de que Conley y el jefe de Gabinete de Trump, Mark Meadows, ofrecieran versiones contradictorias sobre la salud del presidente. Frente a la visión del doctor de que todo iba bien en la recuperación de Trump, Meadows, mano derecha del presidente, confesó a los periodistas que la situación de Trump fue muy preocupante las anteriores 24 horas y que las siguientes 48 horas serían «críticas».

Este domingo Conley aseguró que las palabras de Meadows se «malinterpretaron» y que lo que quería decir es que «24 horas antes» hubo un «episodio momentáneo de fiebre alta y caída termporal de la capacidad respiratoria que nos llevó a actuar de forma expedita para trasladarle aquí», en referencia al hospital militar donde se recupera.

Alyssa Farah, portavoz de la Casa Blanca , defendió la credibilidad de Conely a pesar de que reconociera que no dijo la verdad en la víspera y dijo que «cuando tratas a un paciente, quieres proyectar confianza, quieres animarle y esa fue la intención». Sobre la información que proporcionó Meadows, solo dijo que el objetivo es «ser tan transparentes como sea posible».

Farah no dio una respuesta clara sobre las circunstancias en las que Trump viajó a New Jersey el jueves, a un acto de recaudación electoral en el que tuvo contacto directo con seguidores y donantes. Para entonces, una colaboradora cercana que había viajado en varias ocasiones con él durante la semana, Hope Hicks, había dado positivo. Trump se hizo un test rápido esa misma noche, pero no se sabe si los resultados fueron antes o después de ese viaje. Sobre la justificación de la asistencia a ese acto, con un positivo en su círculo íntimo, Farah aseguró que fue «una decisión tomada por la Casa Blanca» y que «no se consideraba que supusiera un riesgo».

Otros contagios

Este domingo, otro colaborador cercano del presidente Trump dio positivo. Se trata de Nicholas Luna , un asistente directo del presidente, uno de los empleados de la Casa Blanca que le proporciona las notas, le acompaña en mítines o le escolta entre seguidores. Hasta el momento, además de Hicks y Luna, en el círculo de Trump se han contagiado otra asesora del presidente, Kellyanne Conway; tres senadores republicanos (Mike Lee, Tom Thillis y Ron Johnson); Ronna McDaniel, presidenta del partido republicano; Bill Stepien, director de la campaña para su reelección; Chris Christie, asesor del presidente y colaborador en la preparación de debates; y el reverendo John Jenkins, que, como muchos de los contagiados, asistió el sábado pasado a la presentación de la jueza Amy Coney Barrett como nominada por Trump para el Tribunal Supremo.

En el acto participaron unas 150 personas, sin apenas mascarillas ni distancia física en el jardín de las rosas de la Casa Blanca, y se teme que surjan más contagios de otros asistentes.

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