El «todos contra Bloomberg» impulsa a Sanders hacia la nominación

Hasta ahora, el exalcalde de Nueva York había gozado del control total de su campaña

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«Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas». A Michael Bloomberg le encantaría que se cumpliera el proverbio -en realidad, un eslogan publicitario- de la «ciudad del pecado», donde este miércoles por la noche se celebró el noveno debate entre candidatos demócratas. Porque el multimillonario salió de la cita golpeado, convertido en una piñata a la que por turno atizaban el resto de candidatos. Se vio desarbolado por momentos, le faltaron reflejos y preparación, y habrá que ver qué impacto tiene el debate en sus aspiraciones presidenciales.

Hasta ahora, el exalcalde de Nueva York había gozado del control total de su campaña. Desembarcó en las primarias en el último minuto, a finales de noviembre, cuando el resto de candidatos llevaban muchos meses, incluso cerca de un año, en la carretera. Lo hizo a golpe de talonario -es una de las personas más ricas de EE.UU., con una fortuna de casi 65.000 millones de dólares - y centrado en el «Super martes», el 3 de marzo, cuando votan una quincena de estados, entre ellos los dos que más delegados reparten, Texas y California. El mensaje sobre su candidatura -la mejor opción para derrotar a Trump, propuestas moderadas, éxito económico- ha estado en sus manos y ha sido distribuido hasta la saciedad por televisión, donde Bloomberg se ha gastado cerca de 400 millones en anuncios.

Linchamiento verbal

En el debate del miércoles por la noche, en directo por televisión, ya no pudo controlar nada. Sus rivales le estaban esperando y fueron a degüello, en un linchamiento verbal que quedará en la historia de los debates electorales. Quien destacó entre los ataques fue Elizabeth Warren, necesitada de una reacción después de dos resultados decepcionantes en Iowa y New Hampshire, las dos primeras citas electorales de las primarias.

Nada más empezar el debate, con Bernie Sanders -el izquierdista que lidera las encuestas- en la palabra, Warren ya tenía la mano levantada con impaciencia, como la alumna que se sabe la lección.

«Me gustaría hablar de contra quién estamos compitiendo: un multimillonario que llama a las mujeres ''tías gordas'' o ''lesbianas cara de caballo''», arremetió Warren. «Y no, no me refiero a Donald Trump. Hablo del alcalde Bloomberg », en un golpe de efecto preparado y que funcionó a la perfección.

Después se puso la toga y las puñetas de fiscal para exigir a Bloomberg que confesara cuántos acuerdos de confidencialidad había firmado con empleadas para ocultar comentarios sexistas y le exigió que se comprometiera en directo a liberar a esas mujeres de la obligación de respetar el secreto.

Detenciones arbitrarias

No quedó ahí. Joe Biden , el que fuera favorito y ahora trata de resucitar su campaña, fue a rebufo de los ataques de Warren y calificó de «aberrante» la política que Bloomberg desarrolló en Nueva York de detenciones arbitrarias a minorías raciales. El multimillonario volvió a pedir perdón por una práctica que defendió hasta hace pocos años, pero Warren le exigió que reconociera que el objetivo era racista.

El debate dejó claro que las oportunidades de sobresalir y hacerse un hueco en las primarias se acaban, a menos de dos semanas del «Super martes». Muchos candidatos en apuros fueron a la desesperada, con una sensación evidente de urgencia para lograr un buen resultado en la próxima cita electoral, en los ‘caucus’ de Nevada de este sábado. Le salió bien a la izquierdista Warren, que firmó un gran debate (aunque quizá no le sirva para robarle apoyos a Sanders ) , y no tanto a Amy Klobuchar -superada en un enfrentamiento ácido con Pete Buttigieg- o a Biden, que cayó en la irrelevancia, sin hueco en las grandes discusiones y sin colocar un momento de brillantez, a pesar de hablar a voz en grito en algunas fases.

El problema para los aspirantes moderados -Biden, Bloomberg, Buttigieg, Klobuchar- es que se atacaron entre ellos -sobre todo contra el multimillonario que amenaza con quedarse con el voto centrista gracias a su músculo financiero- mientras que Sanders se iba casi de rositas.

El líder izquierdista apenas se tuvo que sacudir dardos sobre su negativa a dar información sobre su estado de salud tras su ataque cardiaco en otoño o sobre la fiereza de sus seguidores en redes sociales. La dinámica actual de las primarias le favorece: los candidatos moderados necesitan mejorar sus opciones a corto plazo y atacan donde pueden pescar votos, es decir, a otros moderados. Si esto sigue así, con el voto centrista fracturado en cuatro candidatos, Sanders, que aglutina buena parte del voto izquierdista, podría salir del ‘Super martes’ con una ventaja difícil de remontar.

El moderado Buttigieg

Los únicos que parecieron entenderlo fueron Buttigieg y Bloomberg. El joven candidato -38 años- trató de pintar a Sanders y Bloomberg como las caras diferentes de una misma moneda, la de la polarización perniciosa que deja fuera a muchos votantes: socialista y multimillonario, Washington y Wall Street, alguien que «piensa que el dinero otorga todo el poder» y alguien para quien «el capitalismo es la raíz de todos los males». «Apostemos por quien es de verdad un demócrata», dijo sobre sí mismo, en una puya doble a sus rivales (Sanders es independiente y Bloomberg fue republicano).

Sorprendió que Bloomberg, con recursos y asesores ilimitados, no estuviera mejor preparado para los ataques. Pero, con Sanders, también demostró que está dispuesto a bajar al barro. «Nada facilitaría más la reelección de Donald Trump que escuchar esta conversación», dijo cuando se le preguntó por una propuesta izquierdista que acababa de hacer Sanders: que se incluyera representación de los empleados en los consejos de administración de las empresas. «Es ridículo. No vamos a tirar por la borda el capitalismo. Ya lo intentamos. Otros países lo intentaron. Se llama capitalismo y no funciona», dijo en un ataque que Sanders calificó de «golpe bajo». Pero Bloomberg no paró ahí: «Qué país tan maravilloso tenemos. El socialista más famoso es un millonario con tres casas», dijo de Sanders. «¿Qué me he perdido?» El socialista respondió con ataques a sus millones y a los pocos impuestos que paga.

El intercambio podría ser la tónica del futuro inmediato de las primarias: acusaciones cruzadas de «millonario sexista» y de «comunista peligroso». De momento, quien sale reforzado es Sanders.

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