La reelección de Trump, un referéndum sobre su gestión de la epidemia
EE.UU. ha superado con creces los 7.000 muertos víctimas del coronavirus
![Una mujer hace las compras en un supermercado de Nueva York](https://s1.abcstatics.com/media/internacional/2020/04/05/EEUU-covid-19-kK8E--1248x698@abc.jpg)
Hace un mes, la atención de EE.UU. estaba puesta en los resultados del Supermartes, la jornada más decisiva de las primarias demócratas, en la que Joe Biden dio la vuelta a la carrera por la nominación frente a Bernie Sanders. El ex vicepresidente capturaba los titulares y salía disparado hacia la nominación y hacia la disputa de la reelección a Donald Trump .
Ha pasado solo un mes, pero parecen años. La victoria del ex vicepresidente -como el «impeachent» a Trump o los tambores de guerra con Irán- forma parte de un pasado difuso, de la era «a.c.», «antes del coronavirus». Hoy es un mundo diferente, con más del 80% de la población de EE.UU. bajo orden de quedarse en su casa , con el país parado, con su principal ciudad -Nueva York- callada por la sirena de las ambulancias, con más de un cuarto de millón de contagios, con miles de muertos y cientos de miles quizá por llegar. Y con Biden encerrado en el sótano de su casa en Delaware.
La sacudida de la epidemia ha lanzado por los aires las elecciones. Las primarias de finales de marzo y abril se han retrasado, las de mayo son una incógnita. La convención demócrata se ha trasladado de mediados de julio a, de momento, mediados de agosto .
Lo que es impensable que cambie es que el martes 3 de noviembre habrá elección presidencial. Hace un mes, Trump iba lanzado a la reelección, tras salir indemne del «impeachment» y con un desempleo en mínimos históricos. Biden iba a basar su campaña en un mensaje de unidad frente a la polarización de Trump y en cuestionar el éxito económico de Trump como una bonanza que no llega a todas las capas sociales.
El coronavirus ha lanzado las piezas de esta partida por los aires. La elección presidencial de 2020 será más un referéndum sobre la gestión de Trump de la epidemia. Es difícil predecir cuánto durará la crisis en EE.UU. y qué efectos tendrá. Al cierre de esta edición, EE.UU. iba camino de sobrepasar los 280.000 contagios -de largo, el país con más casos del mundo- y había superado con creces los 7.000 muertos. Las proyecciones más optimistas que maneja la Casa Blanca dan una cifra total de fallecidos de entre 100.000 y 240.000.
Estrategia de defensa
El desafío para Trump será disociar esa tragedia de su gestión. El primer objetivo es cambiar el relato sobre su reacción a la epidemia. Durante semanas, el presidente de EE.UU. menospreció la gravedad de la crisis. Más de un mes después del primer contagio, decía que «es como una gripe», que habría una vacuna «bastante pronto» y que, para los casos menos graves, las medidas de precaución «ni siquiera sería necesarias». A mediados de febrero, aseguraba que el coronavirus «se irá en abril». Hasta el 16 de marzo, la Casa Blanca no adoptó directivas de distanciamiento para los estadounidenses. Y, todavía la semana pasada, Trump decía que el país estaría «en marcha» y las iglesias «hasta arriba» en Pascua, el domingo que viene.
En los últimos días, Trump se ha esforzado en torcer esa narrativa. Este mismo viernes negó que dijera que la epidemia desapareciera en abril y ha afirmado -contra todas las evidencias- que él supo que era una pandemia desde el comienzo. Su estrategia de defensa se basará en varios puntos: defender que salvó «millones de vidas» con la prohibición de los viajes desde China al principio de la crisis (lo que se demostró insuficiente), culpar a Barack Obama (que dejó la Casa Blanca hace más de tres años) de los problemas para hacer test, acusar a China de no haber dado cifras ciertas y haber ocultado la gravedad de la epidemia y resguardarse en la configuración federal de EE.UU. Desde que la epidemia ha mostrado su fortaleza, ha insistido en que es responsabilidad de los gobernadores si tienen o no capacidad de enfrentar la crisis, les ha acusado de reaccionar tarde y ha defendido que la Administración federal es solo el «refuerzo».
Rueda de prensa diaria
Trump disfruta de una rueda de prensa diaria, que muchas veces va más allá de las dos horas, para martillear estos mensajes.
Su índice de aprobación ha subido desde el principio de la crisis, aunque en la última semana, tras los giros bruscos de su mensaje -de decir que el país estaría «en marcha» en dos semanas a recomendar el confinamiento durante un mes-, se ha corregido a la baja. Al mismo tiempo, ha mejorado menos que el índice de aprobación de los gobernadores de los estados más afectados por la crisis, como Andrew Cuomo en Nueva York.
Las encuestas antes de la crisis daban una ventaja de varios puntos a Biden frente a Trump para noviembre . Ahora son papel mojado. Biden, que brillaba a principios de marzo tras una campaña mediocre, ha quedado en personaje irrelevante, con apariciones esporádicas en entrevistas o mensajes desde su sótano, mientras que Trump, para bien o para mal, habla todos los días a los estadounidenses. El fin de la crisis está muy lejos, casi tanto como las elecciones. Pero hay una cosa clara: la campaña de 2020 es la respuesta a la epidemia.
Noticias relacionadas