¿Quién parará a Sanders? A los demócratas moderados se les acaba el tiempo
La victoria apabullante del líder socialista en Nevada y la fractura del voto moderado le impulsan hacia la nominación
La revolución de Bernie Sanders ha llegado. Y, si la dinámica de las primarias demócratas no cambia, el veterano senador por Vermont apunta a una realidad improbable hasta hoy para los demócrata: un socialista podría ser el nominado del partido para pelear por la presidencia de EE.UU.
Este sábado, los«caucus» de Nevada, la tercera cita de las primarias, cimentaron la condición de favorito del líder izquierdista, con una victoria inapelable que ha puesto a temblar los cimientos del partido. Sanders venía de ganar en New Hampshire la semana pasada y de un aparente empate técnico con Pete Buttigieg en los «caucus» de Iowa, que inauguraron las primarias. En los tres estados ha sido el candidato que más votos ha conseguido -es posible que Buttigieg obtenga más delegados cuando acabe el recuento en Iowa, atrasado por problemas técnicos- y en Nevada, el primer estado con diversidad racial en votar, ha demostrado que su dominio se puede extender a casi cualquier estado.
En Nevada, el recuento de los votos de los «caucus» -reuniones vecinales en las que se muestra el apoyo a los candidatos formando grupos- avanzaba ayer a ritmo muy lento, pero el triunfo aplastante de Sanders era un hecho.
Sanders conseguía el 47,1% de los apoyos , a mucha distancia de los tres rivales que se peleaban por el segundo puesto: Joe Biden (20,9%) , Pete Buttigieg (13,6%) y Elizabeth Warren (9,7%) .
Victoria en todos los grupos
Incluso más significativo que la diferencia en votos, es el dominio de Sanders en casi todos los grupos demográficos. Según las encuestas a pie de urna, se impuso entre los votantes con estudios universitarios y sin ellos; entre quienes pertenecen a sindicatos y quienes no; en todos los grupos de edad, excepto entre los mayores de 65 años; entre los votantes hispanos , que le votaron de forma masiva; e incluso ganó por la mínima entre quienes se identifican como moderados o conservadores (extraordinario si se tiene en cuenta su ambicioso programa económico de corte socialista).
«En Nevada hemos formado una coalición multigeneracional y multiracial, que no solo ha ganado en Nevada, sino que va a barrer en todo el país», dijo Sanders con euforia el viernes por la noche cuando su triunfo ya era un hecho.
Uno de los pocos electorales que escaparon al dominio de Sanders fue el de la minoría negra . Es el punto fuerte de Biden , y la esperanza para que el que fuera favorito durante buena parte de la campaña pueda remontar. El 39% de los votantes negros se inclinaron por el que fuera vicepresidente por Barack Obama, mientras que el 27% optó por Sanders.
Esto será determinante en la siguiente cita electoral, el próximo sábado 29 de febrero en Carolina del Sur , un estado donde la minoría negra representa el 60% del electorado demócrata. Pero más decisivo para la suerte electoral será el voto hispano, que es una de las claves del «Supermartes», el 3 de febrero, el día en el que una quincena de estados acudirá a las urnas y que podría aclarar quién será el nominado.
El «Supermartes» incluye a California y a Texas , los estados que más delegados repartes y que más voto hispano contienen. Sanders logró este sábado en Nevada más de la mitad de los apoyos de los hispanos, un electorado en el que ha puesto muchos esfuerzo desde las primarias históricas contra Hillary Clinton en 2016, en las que estuvo a punto de dar la sorpresa.
Si los hispanos le conceden un apoyo similar al de Nevada en California, Texas y otros estados donde tienen una presencia significativa, Sanders podría emerger del ‘Super martes’ con una ventaja difícil de remontar.
Fragmentación
Sanders tiene mucho a su favor para la nominación: un movimiento de base con mucha energía juvenil heredado de las primarias de 2016, una maquinaria de campaña bien engrasada y más dinero de donaciones que ningún otro candidato (a pesar de no aceptar contribuciones de multimillonarios o compañías). Pero, sobre todo, se beneficia de la fractura del voto entre sus contrincantes.
La paradoja es que la mayoría del electorado demócrata opta por posiciones moderadas, pero Sanders aglutina las bases izquierdistas (solo le quita una parte la senadora Elizabeth Warren, cuya campaña no coge vuelo).
Biden, Buttigieg y la senadora Amy Klobuchar han fragmentado el voto demócrata, y lo que es más peligroso para el ‘establishment’ centrista del partido, no han dado señales de dar un paso al costado. Todos esgrimen razones, con más o menos base, para creer que tienen opciones para la nominación. Todos ven posibilidades de ganar apoyos a corto plazo, y obvian la realidad de que su competencia favorece a Sanders a largo plazo.
«Estamos vivos y vamos a remontar», dijo Biden tras los resultados y con la perspectiva de una victoria en Carolina del Sur. Buttigieg puede presumir de victoria en Iowa -es probable que se lleve más delegados que Sanders, a pesar de que quede por debajo en el voto popular-, y de un segundo puesto en New Hampshire, credenciales suficientes para mantenerse en la carrera hasta al menos el «Supermartes». Klobuchar, que de momento no llega ni al 5% de los apoyos en Nevada, aseguró que su campaña «ha superado todas las expectativas» y no dio señales de retirada. Y todavía falta por ingresar en las primarias Michael Bloomberg , que también va a por el voto moderado. El nombre del multimillonario no estará en las papeletas hasta el «Supermartes», pero ha ascendido en las encuestas a golpe de talonario y sin duda dividirá todavía más el voto moderado.
La fractura se dibujó mejor que nunca en Nevada entre los votantes de más de 45 años, un electorado que tiende a la moderación: seis candidatos tenían al menos el 12% de los votos.
El escenario es una pesadilla para el «establishment» centrista: muchos consideran a Sanders u n regalo para la reelección de Donald Trump, porque sus propuestas revolucionarias animarán a sus bases a votar y alejarán a los independientes y a los moderados de ambos partidos. Además, temen que llevar a Sanders como candidato a la presidencia perjudique al resto de candidatos demócratas al Congreso y sea imposible recuperar el Senado.
Las primarias avanzan, el «Supermartes» está a la vuelta de la esquina y los moderados se quedan sin tiempo para aglutinar esfuerzos y apoyos en torno a un candidato que pueda frenar a Sanders.
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