Pete Buttigieg abandona las primarias y abre paso a la remontada de Biden
El exalcalde de South Bend ha decidido que no será candidato por el Partido Demócrata
Pete Buttigieg, el exalcalde de South Bend (Indiana) que aspiraba a convertirse en el primer presidente de la historia de EE.UU. -y el primero en optar al cargo siendo abiertamente gay-, abandonó este domingo las primarias demócratas. Su decisión abre más el camino para que Joe Biden, que el sábado arrolló en las primarias de Carolina del Sur, tenga opciones a conquistar la nominación del partido a la presidencia de EE.UU.
Buttigieg fue siempre considerado, al mismo tiempo, un candidato improbable para ganar las primarias, pero diseñado para llegar algún día a la Casa Blanca. Con la única experiencia política de estar al frente de una ciudad de cien mil habitantes en la América profunda, sin conexiones en Washington, con la mitad de edad que los favoritos -acaba de cumplir 38 años- y homosexual, a primera vista hubiera tenido cualquier aspiración presidencial cuesta arriba. Pero también unía un cóctel de cualidades que pueden hacer de él un candidato ideal para presidente de EE.UU.: graduado en Harvard, becado por Rhodes, veterano del ejército, cristiano y con cercanía a los estados del Medio Oeste donde se deciden las elecciones.
Buttigieg protagonizó una campaña orquestada a la perfección que le consiguió un nivel de atención mediática y popular impensable para sus credenciales. Después la completó con un gran desempeño en los debates y con un mensaje unificador, de esperanza, «obamiano» que cautivo a parte del electorado.
En el arranque de las primarias, en los «caucus» de Iowa, sorprendió y conquistó la victoria. Después logró un gran segundo puesto en New Hampshire. Pero cuando la carrera llegó a estados con diversidad racial -Nevada y, sobre todo, Carolina del Sur el pasado sábado- se comprobó que no había sido capaz de superar su talón de Aquiles: no tiene tirón entre el votante negro y el hispano. Las encuestas tampoco presagiaban nada bueno en los estados del «Supermartes» y ayer se convenció -o habrá que ver si le convencieron- para tomar una decisión coherente con su mensaje de campaña de las últimas semanas: que las presidenciales de noviembre no sean una elección entre cuatro años más de Donald Trump y la llegada de un «revolucionario» como Bernie Sanders a la Casa Blanca.
Porque el paso al costado de Buttigieg es un regalo para Biden, cuyas posibilidades de remontar ante el actual favorito, el izquierdista Sanders, crecen con un moderado menos en campaña.
Hasta ahora, Sanders ha liderado las primarias beneficiado por la fragmentación del voto moderado. La única posibilidad de frenar su empuje era aglutinar el voto centrista en torno a un candidato. En Carolina del Sur, Biden reivindicó que debe ser él: obtuvo casi el 50% de los votos -la victoria más contundente en lo que va de primarias-, dejó a Sanders en el 20% y al resto de candidatos en la irrelevancia.
Ahora, Biden deberá confirmarse como alternativa en el «Supermartes». Su principal escollo será Michael Bloomberg, que se ha saltado las cuatro primeras primarias y ha concentrado sus abundantes recursos financieros en la quincena de estados que se disputan esos días, incluidos California y Texas, los que más delegados reparten. Solo en California se ha gastado 50 millones de dólares en propaganda y ha montado 24 oficinas electorales. Todo lo contrario que Biden, que después de un comienzo de primarias decepcionante -cuarto en Iowa, quinto en New Hampshire, segundo en Nevada- lo apostó todo a Carolina del Sur para resucitar su campaña y no ha dedicado tiempo ni recursos al «Supermartes».
Además, Sanders, que es al fin y al cabo el rival a batir, lleva la delantera en las encuestas y en la movilización.
La esperanza para Biden es que la euforia por la victoria en Carolina del Sur contagie al votante moderado y provoque un resurgimiento acelerado de sus apoyos. En las últimas horas, ha cerrado adhesiones de más políticos centristas, como la de la ex senadora californiana Barbara Boxer, y multiplicando sus apariciones ayer en las televisiones. La duda es de si su remontada, incluso con la ayuda de la retirada de Buttigieg, comienza demasiado tarde.