Pedro Rodríguez

Rosito a la hoguera

Trump prepara su salida de la Casa Blanca como si fuera un final de temporada para su «reality-show»

Trump juega al golf tras las elecciones REUTERS

Tengo que confesar que no he visto ni un solo capítulo de «La isla de las tentaciones» pero por las tramas que me comentan mis alumnos, el Trump más showman –como decía nuestro añorado compañero Manuel Erice– prepara su salida como si se tratase de un final de temporada para el programa de telerrealidad que ha dominado la comunicación política de la Casa Blanca durante los últimos cuatro años. Es decir, drama hasta el final.

Ya sabemos que los «realities» son formatos televisivos con su propia lógica competitiva, según la cual tiende a ganar el concursante que conecta mejor con la audiencia a través de la pose más genuinamente freaky. En el repertorio de estos programas se repite la confrontación permanente, la bronca tan denigrante como banal, los insultos, la degradación de la dignidad humana y la exaltación de lo soez que se confunde con sinceridad. Al igual que el propio Donald Trump, estos programas se caracterizan por la falta de respeto y civismo, junto a la permanente apelación a los peores instintos de la audiencia.

Aunque Trump no ha terminado de asimilar su cada vez más irreversible derrota en las elecciones del 3 de noviembre, ya está dejando saber que no piensa asistir a la toma de posesión del presidente electo Joe Biden, prevista para el próximo 20 de enero. Hay que decir que esta ceremonia está cargada de simbolismo democrático. Es una escenificación de lealtad institucional y corresponsabilidad en el Gobierno de Estados Unidos. Además de servir como punto y final a la confrontación inevitable de unas elecciones presidenciales. Como decía Mario Cuomo, se hace campaña en verso, aunque sea en ditirambo, y se gobierna en prosa.

Con el equivalente en Washington a tirar el peluche Rosito a la hoguera, Trump intenta cuestionar la legitimidad de Biden para ser presidente de Estados Unidos, como ya hizo con Obama y su certificado de nacimiento. Es una forma de despedirse con un «mentira eres tú».

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