Pedro Rodríguez - DE LEJOS

Jeremy Sanders

El ganador en New Hampshire es un contradictorio socialista de los que pasan a saludar durante una hora

El candidato demócrata Bernie Sanders este martes en New Hampshire EP

Pedro Rodríguez

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New Hampshire ha hablado. Y el mensaje no puede ser más problemático ante el dilema de encontrar un candidato viable para competir contra Trump en las elecciones presidenciales de noviembre. En la segunda parada del calendario de las reñidas primarias del Partido Demócrata –mejor olvidarse del fiasco de Iowa– se ha impuesto con una pluralidad de votos el senador Bernie Sanders, ejemplo de cómo el populismo es en realidad una forma de hacer política tanto desde la derecha como de la izquierda.

Sanders no es un socialdemócrata. Es un auto-proclamado socialista que arrastra todas las contradicciones más trasnochadas de la izquierda. Un socialista de los que pasan a saludar durante una hora a quien no deben, de los que en virtud de impresentables afinidades ideológicas hacen la vista la gorda con los regímenes del eje del chándal. De los que visitaron en los años ochenta Moscú y volvieron solamente con alabanzas de la alternativa soviética.

Hay momentos históricos en los que la política de Estados Unidos y la del Reino Unido parecen sincronizarse de manera un poco friki. El nacional-populismo de Donald Trump y el Brexit de Boris Johnson son un buen ejemplo de esas sintonías trasatlánticas. Y también el hecho de que Bernie Sanders sea la versión americana del líder laborista Jeremy Corbyn, conseguidor en las últimas elecciones británicas de los peores resultados de su partido desde 1935 con Clement Attlee.

Además del relativo entusiasmo que genera Jeremy Sanders, los primeros resultados de las primarias recuerdan también que aproximadamente un 70 % de los votantes que se han animado a participar quieren un candidato más centrado, capaz de construir la diversa coalición electoral requerida para llegar a la Casa Blanca. El problema es que esa preferencia por alguien que apele a muchos, y no a pocos, se encuentra fracturada entre varias opciones dentro de los parámetros más tradicionales del Partido Demócrata.

Mala cosa es que Trump haya empezado a decir que el gran mérito de los seguidores de Sanders es que son fervientes creyentes como los suyos.

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