José M. de Areilza - MONNET & CO.

Biden en su apogeo

Ha combinado muy bien las dosis precisas de pragmatismo y de idealismo propios de la tradición política americana

Joe Biden con su esposa Jill tras pronunciar su discurso de aceptación AFP
José M. de Areilza

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El mejor discurso de los cuatro días de Convencion demócrata ha sido el de Joe Biden, un final muy bien producido de esta mini-serie de televisión. El candidato ha dejado a las figuras secundarias entonar los mensajes radicales que movilizan a su izquierda y se ha dirigido a todos los ciudadanos. Ha prometido ser un presidente americano y no demócrata, capaz de afrontar la doble crisis sanitaria y económica, un centrismo coherente con su larga trayectoria en política. El Estado no debe resolver los problemas de los trabajadores, pero sí entenderlos, ha dicho citando a su padre. Se ha ofrecido como el presidente que puede unir a todos y proteger a los ciudadanos de amenazas como el coronavirus o el expansionismo de China. Ha combinado muy bien las dosis precisas de pragmatismo y de idealismo propios de la tradición política americana –«se trata de hacer bien el trabajo, Trump es sobre todo un incompetente»– mientras hacía una llamada de tono religioso a la esperanza, a la luz y al amor.

Nadie tiene más experiencia que Biden en estas lides: la primera vez que participó en una Convención fue en 1980. La aspirante a vicepresidenta, Kamala Harris, no ha brillado en esta ocasión. A cambio, la mujer de Biden, profesora de educación especial, se ha revelado como una oradora muy efectiva. La participación de las dobles parejas Clinton y Obama ha sido un problema bien resuelto, sin darles un protagonismo excesivo.

Los más críticos con Biden le reprochan no haber mencionado la mala situación económica de los Estados del medio Oeste, cruciales para la suma de delegados del colegio electoral. Los más realistas temen los tres debates pactados en septiembre y octubre con Donald Trump, en los que un avejentado Biden no estará en su elemento. Pero a Trump le preocupa el ascenso imparable de su rival en las encuestas y por ello se ha saltado la costumbre de dejar de hacer campaña los días de la convención del otro partido. Esta semana no ha parado de contraprogramar, señal inequívoca de su inquietud ante el apogeo televisivo de Joe Biden.

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