La campaña electoral en EE.UU. se reinventa debido a la pandemia

Las medidas para prevenir contagios han obligado a repensar la forma en que los candidatos piden hoy el voto

Todo sobre las elecciones en EE.UU. 2020, en el Especial ABC

David Alandete

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Uno de los efectos de la pandemia ha sido privarle a Donald Trump durante meses de la posibilidad de participar en sus multitudinarios mítines por todo el país , a los que no renunció ni siquiera después de ganar las elecciones de 2016. Desde que el virus llegó a EE.UU., los grandes discursos políticos en estadios y hangares quedaron en suspenso. El presidente, encerrado en la Casa Blanca, intentó sustituirlos por ruedas de prensa diarias, pero los periodistas no son, ni mucho menos, las masas enardecidas que suelen acudir vestidas de rojo a escucharle y apoyarle. Así que su equipo intentó concederle, aunque fuera, un mitin, uno solo. Fue un desastre.

El 20 de junio, por fin, Trump decidió dirigirse a sus seguidores en un lugar seguro, Oklahoma, bastión republicano . Los preparativos duraron semanas, y las solicitudes de entradas llegaron a millones. Tanto interés percibió el equipo de campaña, que montaron un escenario fuera del centro de congresos para que el presidente se dirigiera a los que no pudieran entrar. El día del mitin, apenas se presentaron 6.200 personas. El exceso de peticiones obedeció a una broma planificada y perpetrada en redes sociales. El escenario de afuera tuvo que ser desmontado. El segundo discurso de Trump, cancelado. Las gradas de dentro quedaron medio vacías.

Es más, varios empleados de la campaña de Trump contrajeron el virus. Tres semanas después, las infecciones se dispararon en el estado de Oklahoma, hasta 19.700. Uno de los asistentes al mitin, el empresario y excandidato a la presidencia Herman Cain, amigo de Trump, falleció tras infectarse. Decepcionado, el presidente relevó después a su jefe de campaña, Brad Parscale.

Hasta el 17 de agosto, Trump no retomaría los mítines. Tras el congreso de su partido, que transcurrió en parte en la Casa Blanca por las limitaciones de la pandemia, ahora regresa a su ritmo habitual de campaña, aunque ante grupos más pequeños. Estos, es cierto, no suelen llevar máscara ni guardar la distancia de seguridad que recomiendan las autoridades médicas. Trump suele criticar a los gobernadores demócratas en ellos porque se resisten a levantar las limitaciones y las cuarentenas.

La campaña de los demócratas es un ejercicio de contrastes con respecto a la de Trump. El candidato Joe Biden no ha dado un mitin al uso todavía . Tiene encuentros pequeños y esporádicos con periodistas que guardan la distancia de seguridad y ha hecho visitas, muy pocas, a espacios muy reducidos, como una iglesia en Wisconsin recientemente, donde habló con algunos votantes. El demócrata ha hecho bandera de llevar siempre la máscara en público, aun ante las burlas de algunos republicanos, y la lució el viernes durante los actos de homenaje a las víctimas de los atentados del 11-S.

La pandemia no sólo afecta a la campaña. Las peticiones de voto por correo se han disparado hasta niveles insólitos. El presidente ha llegado a alertar de un posible fraude masivo si no se toman las precauciones necesarias. La semana pasada llegó a sugerir a sus seguidores que votaran dos veces para demostrar qué fácil es cometer fraude, aunque luego se desdijo después de que los demócratas le recordaran que eso es ilegal.

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