Biden trata de asegurarse con Harris el voto de mujeres y negros

La aspirante demócrata a vicepresidenta es una pauesta audaz del partido a hacer historia este año, y en 2024, cuando Biden cumpla los 82

Todo sobre las elecciones en EE.UU. 2020, en el Especial ABC

Joe Biden y Kamala Harris, fórmula presidencial de los demócratas Reuters

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Las cartas de la reelección de Donald Trump ya están sobre la mesa. Joe Biden, el inminente nominado demócrata a la presidencia, anunció el martes su elección como compañera de candidatura: la senadora Kamala Harris , que aspira a convertirse en la primera vicepresidenta de la historia de EE.UU. y la primera persona negra en ese cargo.

A partir de ahora, la campaña entra en ebullición. Dentro de cuatro días, arranca la convención demócrata, con una alineación estelar de discursos de pesos pesados del partido, desde Barack y Michelle Obama a Alexandria Ocasio-Cortez . Será un evento casi por completo virtual, al igual que la convención republicana prevista para la semana siguiente y con Trump, quizá, dando su discurso desde Gettysburg, escenario principal de la guerra civil estadounidense. Poco después, los debates entre candidatos, el sprint final de campaña -con la sombra de la pandemia- y la cita electoral del 3 de noviembre.

En la maratón electoral que queda por delante, está por ver el impacto de la inclusión de Harris en el «ticket presidencial» de los demócratas . Los sondeos demuestran que, de forma tradicional, la elección de vicepresidente no influye de forma significativa en el electorado. Y la historia proporciona muchos casos en los que la elección de vicepresidente no sirvió ni para ganar su estado: Al Gore, vicepresidente con Bill Clinton, no retuvo Tennessee en 2000; tampoco John Edwards, aspirante demócrata a vicepresidente en 2004, le sirvió a John Kerry para ganar Carolina del Norte. Ni el republicano Paul Ryan aportó su estado de Wisconsin en 2012 en la derrota de Mitt Romney.

De la misma forma, ha habido candidatos que han parecido intrascendentes en la campaña. El último ejemplo, Tim Kaine, el segundo de Hillary Clinton en su derrota histórica de 2016 ante Trump. De Mike Pence, el actual vicepresidente, Trump aprovechó su conexión con el votante conservador y evangélico, pero el presidente ha defendido que la elección de «ticket presidencial» no es relevante.

¿Será diferente este año? Es obvio que Biden no ha elegido a Harris para ganar ningún estado: California, por donde es senadora la nueva candidata, es territorio demócrata . Pero sí es posible que su elección sea más relevante que en otras campañas presidenciales. Porque Biden elige más que una lugarteniente para recuperar la Casa Blanca. Si logra la victoria, el exvicepresidente con Obama jurará su cargo el próximo enero con 78 años, los cumplirá en noviembre. Es decir, acudiría a su reelección con casi 82 años.

Estados bisagras

Biden se ha referido a sí mismo como un «candidato de transición», que busca «recuperar el alma» del país tras el ‘trumpismo’ y servir de puente hacia una nueva generación de políticos más inclusiva. Trump, para criticar a Harris, la ha calificado de «testamento político en vida» de Biden.

La elección de Harris se ve como una «opción segura« dentro de los parámetros en los que se mueve el Partido Demócrata, dominado por las elites urbanas y por la identidad racial y de género. Biden se comprometió en marzo a que su vicepresidente fuera una mujer y el verano de protestas y movimientos sociales tras la muerte de George Floyd forzó a que formara parte de una minoría.

Con Harris, Biden también hace malabares para contentar al partido y tratar de no asustar a electorados clave que necesita para ganar la elección. Por ejemplo, las zonas suburbanas en estados bisagra, como Michigan, Pensilvania y Wisconsin -donde Trump se impuso en 2016-, de mayoría blanca, que no ven con buenos ojos a Trump, pero recelan de candidatos izquierdistas o que se centren en asuntos -abolición de la policía, cancelación de deuda estudiantil, derechos de transgéneros- que les son ajenos.

Harris se ha demostrado como una política moldeable. Criada en el activismo social, se convirtió en la favorita del «establishment» de California como fiscal general y figura de «ley y orden». Pero, como candidata a la presidencia de EE.UU., el año pasado, abrazó programas sociales como la sanidad pública universal o el Green New Deal, la transformación hacia la «economía verde». Cuando esos postulados perdieron brillo, ella matizó su compromiso con ellos.

La candidata ha conseguido moverse entre las dos placas tectónicas del partido demócrata, el «establishment» y la corriente izquierdista que domina su discurso -al menos, hacia la opinión pública- desde la elección de 2016 y eso es, a la vez, un arma a su favor y una debilidad.

Trump y sus aliados, de forma inmediata, se han decidido a colocarla como estandarte de la facción radical, lo que está lejos de la realidad, pero podría minar su impacto electoral. El martes por la noche, los comentaristas televisivos más cercanos a Trump, en Fox News, trataban de reafirmar esa impresión. Sean Hannity calificó a Harris de «apoyo del radicalismo extremo» y aseguró que su elección «solidifica el ‘ticket presidencial’ de los grandes partidos más extremo de izquierda radical en la historia de EE.UU.». Tucker Carlson, el actual presentador estrella de la cadena, aseguró que Harris es la «persona más transaccional de EE.UU.», por su baile entre la moderación y las propuestas izquierdistas

Ayer, Trump se refería sin ambages a uno de los electorados en los que Harris podría ayudar a Biden: el de las mujeres suburbanas, que muestran un creciente distanciamiento frente a Trump en las encuestas. «La ‘ama de casa suburbana’ me votará a mí», aseguró en Twitter. «Quieren seguridad y están encantadas de que acabe un viejo programa por el que la vivienda de bajo coste invadiría sus barrios», añadió en un comentario con tintes raciales. El objetivo es asustar al votante moderado y convencerle de que, pese a la percepción moderada que puede tener la dupla Biden-Harris -buena parte de la facción izquierdista de los demócratas la aceptan a regañadientes-, en realidad esconde un programa radical.

Biden, que va por delante en las encuestas, hubiera preferido no tener que escoger a nadie. Cualquier cambio en la campaña es un riesgo. Pero la elección de Harris, de alguna forma, complementa lo que él no tiene: ofrece juventud frente a su edad, refuerza su tirón en el voto negro -una de las razones por la que perdió Hillary Clinton en 2016 es por no entusiasmar a ese electorado-, le da la categoría de histórica a su candidatura y está un poco más a la izquierda que él. Lo que está por ver es si, además de encajar en los equilibrios del partido demócrata, seduce también a un electorado que nunca ha colocado a una mujer en la Casa Blanca y que en la última elección mostró su desapego con la elite política.

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