La 'coalición semáforo' pierde la mayoría en Alemania por los estragos de la inflación
Más de tres cuartas partes de los consumidores alemanes se limitan a los productos básicos, según el Índice de Consumidores Futuros de la consultora EY
No ha cumplido todavía un año en ejercicio y es ya manifiesto el deterioro de la 'coalición semáforo', en la que el socialdemócrata (SPD) Olaf Scholz gobierna con verdes y liberales del FDP. El último sondeo Insa señala hoy que los tres partidos en conjunto obtendrían solamente el 44,5 por ciento de los votos si se celebrasen elecciones el próximo domingo. Las tres formaciones pierden votos y quedan, SPD (20 por ciento), Verdes (17 por ciento) y FDP (7,5%), a expensas de una CDU que asciende hasta el 28% y sin la cual no sería posible ninguna conflagración de partidos con escaños suficientes como para gobernar con estabilidad. Este nuevo estado de opinión es sin duda fruto y paralelo a la angustia que la inflación está causando en el país.
Muchos consumidores solo compran ya lo esencial, debido al fuerte aumento de los precios, y no esperan ninguna mejora. Más de tres cuartas partes de los consumidores alemanes se limitan a los productos básicos, según el Índice de Consumidores Futuros de la consultora EY, y la mitad de los mil encuestados afirman que no alcanzan a comprar lo esencial. «Debido a la inflación, los medios de los consumidores ahora son mucho más limitados y los ingresos disponibles para el consumo se han reducido de forma drástica», explica Michael Renz, Jefe de Bienes de Consumo y Venta Minorista de EY Alemania.
El 56 por ciento reconoce que compra poca o ninguna ropa nueva. Lo mismo se aplica al sector de la electrónica de consumo e incluso las estaciones de servicio y las farmacias se evitan ya a menudo. «Casi una de cada dos personas evita el coche y más de una de cada cuatro dice que ahorra en medicamentos», dice el estudio. Para rematar, el 96 por ciento espera más aumentos de precios próximamente.
Como consecuencia de este descontento, el mayor desgaste dentro de la 'coalición semáforo' lo está sufriendo la figura del canciller Scholz. El 55 por ciento de los alemanes tiene la impresión de que Olaf Scholz actualmente no está a la altura de su trabajo, según una encuesta encargada por el diario 'Bild'. Cuando se pregunta a quién quieren los alemanes como canciller, Scholz sale mal parado. Si pudieran elegir directamente al canciller federal, solo el 27 por ciento votaría por Scholz, según el sondeo Insa. En el 'barómetro de tendencias' publicado este mes por el Instituto Forsa, el 62 por ciento de los consultados se declara insatisfecho con el canciller. Sólo el 35 por ciento expresa satisfacción.
El ministro de Finanzas Christian Lindner (FDP) y el ministro de Economía Robert Habeck (Verdes) también registran valores muy bajos de popularidad. El 62 por ciento se dice insatisfecho con el trabajo de Lindner y el 53 por ciento con el de Habeck. La ministra de Exteriores, Annalena Baerbock (Verdes), sigue recibiendo el mayor apoyo de los votantes. El 50 por cree que hace un buen trabajo, mientras que el 46 por ciento cree que no. En términos de preferencia de partido, los Verdes ganan un punto porcentual en esta encuesta y quedan con el 20 por ciento por delante del SPD, que se mantiene sin cambios en un 19 por ciento. Los valores de la CDU/CSU (28 por ciento), FDP (6 por ciento) y AfD (14 por ciento) permanecen también invariables en comparación con el anterior sondeo.
Malestar político
Al malestar económico se suma una suerte de frustración política, según el politólogo Philip Manow. En una también reciente encuesta del Instituto Allensbach se previene sobre una indignación y radicalización latente que se aprecia en manifestaciones que apoyan los consultados, como la siguiente: «Solo parece que vivimos en una democracia. De hecho, los ciudadanos no tienen nada que decir». «Tales encuestas también articulan el deseo de un líder político fuerte y, sin embargo, no estamos en vísperas de una toma del poder por parte de los fascistas. El deseo de un liderazgo político fuerte per se no es incompatible con la democracia; puede ir de la mano con el deseo de determinarlo en elecciones libres», explica Manow en declaraciones a Die Welt, «la gente quiere ser gobernada bien; tal vez los políticos deberían centrarse en eso en lugar de preguntarse constantemente si la mente de la gente todavía tiene las actitudes y los valores correctos, y qué hacer si no es así».
«Gran parte del malestar político es ahora el resultado de un nuevo cambio estructural en la esfera pública. El viejo modelo, simbolizado perfectamente en los medios públicos de radiodifusión, está claramente en crisis, mientras que un nuevo modelo aún no está a la vista». Sigue Manow, «aquí es donde creo que hay una preocupación real porque el modelo comercial dominante de la nueva economía de la atención es uno que recompensa la polarización, la expresión extrema, la indignación colectiva... es de temer que el modelo alemán, que está especialmente orientado a altos niveles de integración económica global, sea más vulnerable que otros y probablemente también tendrá que cambiar más. Esto también sacudirá a esta sociedad aún más violentamente».