China presume de su democracia 'fake'
Durante la Asamblea Nacional, su Parlamento orgánico, el régimen del Partido Comunista alardea de democracia popular, pero oculta su represión y censura bajo una falsa apariencia electoral solo con candidatos oficiales

No hay elecciones pluripartidistas, ni oposición política, ni separación de poderes, ni independencia judicial, ni Prensa libre. En cambio, hay un régimen de partido único, el comunista, con ocho fuerzas políticas supeditadas a él; una Asamblea Nacional donde los debates brillan por su ausencia ... y los diputados solo votan a favor de las consignas oficiales, y un sistema de información basado en la propaganda y la censura. A pesar de todo ello, al régimen chino le gusta definirse como una democracia, como se repite estos días durante la reunión de la Asamblea Nacional Popular, órgano legislativo del país.
Frente a las democracias liberales de Occidente, China se define como una democracia popular basada en asambleas de distinto nivel para justificar la elección de sus cargos políticos. Pero, si alguien se atreve a criticar o desafiar al régimen reclamando elecciones libres, puede ser acusado de «causar problemas» o «incitar a la subversión contra el Estado», dos delitos comúnmente imputados a los disidentes. Además, a estos nos les asiste el 'habeas corpus', ya que la ley autoriza a la Policía a arrestar a los sospechosos hasta seis meses, en ocasiones mucho más, sin avisar a jueces, fiscales, abogados ni familiares.
Junto a los disidentes confinados bajo arresto domiciliario o «de vacaciones» durante los días que dura la Asamblea, el último en desaparecer ha sido el magnate del sector tecnológico Bao Fan, presidente de China Renaissance. Hasta diez días después de que su compañía le perdiera la pista el 17 de febrero, no se supo que estaba «asistiendo a las autoridades en una investigación».
Varios niveles
Nada de esto impide que a los medios oficiales se les llene la boca al hablar de la «democracia china», representada por la Asamblea Nacional Popular y cuyo pleno se reúne una vez al año a principios de marzo. «Sus casi 3.000 diputados han sido elegidos por mil millones de votantes, pero no directamente. Solo a nivel de cantón y ciudad hay elecciones directas. Luego, hay distintas capas hasta que son elegidos para el nivel nacional«, explica en la televisión estatal CGTN Xia Lu, profesor asociado de la Escuela de Estudios Marxistas en la Universidad Popular (Renmin) de China.
Marcando diferencias con Occidente, deja claro que «la democracia es un proceso, no solo elecciones, que son únicamente una parte». A su juicio, «eso significa revisión, supervisión y que, una vez que el candidato ha sido elegido porque hemos confiado en él, tiene la capacidad de revisar propuestas presentadas por otros diputados y puede presentar mociones«. Como ejemplo, pone al diputado de su campus: »Nuestro rector«.
Según la agencia estatal de noticias Xinhua, más de 2,6 millones de diputados fueron elegidos el año pasado en comicios cantonales y municipales. Son ellos quienes escogen a los diputados de las asambleas provinciales y estos, a su vez, a los de la Asamblea Nacional. Xinhua asegura que 921 millones de personas (86,49 por ciento del censo) votaron en las elecciones cantonales y 623 millones (85,63 por cient del censo) en las municipales.

En los 18 años que este corresponsal lleva en China, no ha visto jamás estas elecciones ni ha conocido a un solo chino de las grandes ciudades que haya votado alguna vez en ellas. En las zonas rurales sí hay alguno, pero hace ya mucho tiempo. Era el jefe del pueblo en Dong Wuli (Tianjin) en 2006, quien había sido votado por sus vecinos y protestaba contra el «pelotazo inmobiliario« de su antecesor, designado por el Partido Comunista.
Aunque la propaganda legitima la «democracia china» por estas elecciones rurales, no son más que un formalismo porque los candidatos suelen ser del Partido Comunista o deben contar con el visto bueno de las autoridades. En caso de no hacerlo, lo que les espera es una invitación de la Policía a «tomar té», primer paso de una serie de advertencias que deriva luego en amenazas o palizas, arresto domiciliario o prisión. Antológico es el vídeo de la BBC de 2016 intentando entrevistar a la candidata independiente Liu Huizhen, en el que unos matones cortan el paso y echan a empujones al corresponsal John Sudworth.
También es famoso Yao Lifa, que fue el primer candidato independiente elegido en 1998. Tras cinco años muy combativos en la asamblea municipal de Qianjiang (Hubei), ha sufrido una persecución constante por aspirar a los derechos democráticos que recoge la Constitución china. «Esto es una fantasía. Es obvio que no se corresponde con la realidad, que es un solo partido, cualquier oposición silenciada o en la cárcel y falta de libertades políticas. El Partido Comunista no habla de democracia como tal, sino de democracia socialista o democracia popular, conceptos que toma de Lenin y Stalin», analiza Jean-Pierre Cabestan, profesor de Política en la Universidad Baptista de Hong Kong.
Legitimar el sistema
A su juicio, «al Partido Comunista le preocupa legitimar su sistema e insiste en una participación política que no existe». Aunque reconoce que «dentro del sistema de partido único, los reformistas han intentado ampliar los mecanismos de consulta», alerta de que «con Xi Jinping, está ocurriendo lo contrario: el liderazgo del Partido debe ser fortalecido. Mira al pobre Jack Ma (fundador de Alibaba): sus consejos le han costado caro (desapareció casi tres meses a finales de 2020)». Para Cabestan, «el Partido Comunista ya no escucha, solo dirige, y todo el mundo debe seguir sus órdenes, incluidos los empresarios, profesores, padres, estudiantes…«. Además, aprecia »un sabor a Guerra Fría en el discurso sobre el asunto, con muchas similitudes con lo que los líderes soviéticos decían en 1960 y 1970«, ya que asegura que »Stalin y sus clásicos son todavía muy leídos entre los miembros del Partido Comunista chino y sus 'Fundamentos del leninismo' es su libro de cabecera«.
Solo así se entiende lo orwelliana que se está volviendo la propaganda no solo interna, sino externa. En la televisión estatal en inglés, que se emite en muchos países en vías de desarrollo de África e Iberoamérica, aparecen politólogos de Egipto o Pakistán alabando el modelo de Pekín con el rótulo «democracia al estilo chino frente al modelo occidental».
Y el libro 'China: la democracia que funciona' contiene joyas del neolenguaje como estas: «En China no hay partidos de la oposición. Sin embargo, el sistema de partidos políticos de China no es un sistema de gobierno monopartidista. Tampoco es uno en el que varios partidos compiten por el poder y gobiernan por turnos. Es un sistema de cooperación multipartidista donde el Partido Comunista ejerce el poder del Estado. Dicho modelo evita los inconvenientes del antiguo sistema de partidos políticos que solo representaba a un pequeño número de personas y grupos de interés. Además, une a todos los partidos políticos y a los no afiliados hacia un objetivo común, mitigando eficazmente los riesgos de una supervisión inadecuada en los regímenes unipartidistas y los problemas de los continuos cambios de los partidos gobernantes y la competición autodestructiva«.

Publicado por el Consejo de Estado (Gobierno), el libro asegura que «la democracia es rica en formas y hay muchas maneras de conseguirla». Por eso, insiste en que «'una persona, un voto' es un principio democrático, pero no es en absoluto el único principio, ni crea por sí mismo la democracia».
También establece que «los medios de comunicación cumplen su función de supervisión representando a la opinión pública y denunciando los abusos del poder«, así como que »internet está desempeñando un papel cada vez más importante a la hora de facilitar la supervisión por parte de la opinión pública«. Pero no menciona la censura que bloquea redes sociales como Youtube, Facebook o Twitter y medios como la BBC, 'The New York Times' y ABC.
A pesar de todas estas carencias, el libro clama que «el nuevo enfoque chino de la democracia representa una importante contribución a la política internacional y al progreso humano». Tras reinventar el capitalismo con su economía socialista de mercado, China intenta ahora redefinir la democracia.
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