Bajmut, araña de siete patas
PEDRO PITARCH - EL ANÁLISIS TÁCTICO DEL GENERAL (R) PITARCH (07/03/2023)
Su caída entrañaría una fenomenal inyección de moral para las tropas de Moscú e, inversamente, un mazazo para las de Kiev
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La ciudad de Bajmut, aunque arrasada por más de seis meses de feroces ataques y bombardeos rusos, todavía resiste. Está casi cercada y con dos únicas vías de acceso (o de escape), la H20 desde Kostiantynivka y la M06 desde Sloviansk, batidas por el ... fuego pesado ruso. Un escenario que repite, casi miméticamente, lo sucedido primero en Mariúpol y, posteriormente, en el baluarte Sievierodonetsk-Lysychannsk.
Incluso el más básico mapa de Ucrania presenta a Bajmut como una especie de cuerpo de araña con siete patas o vías de comunicación que de él parten. Se podría así afirmar que esa ciudad es el centro de gravedad del óblast de Donetsk. Lo que explica por qué, hasta hace poco, era un área logística y centro de comunicaciones esenciales para la defensa ucraniana en el Donbass. Y, de ahí, el empecinamiento de Moscú por conquistarla y el de Kiev por conservarla. Su caída entrañaría una fenomenal inyección de moral para las tropas de Moscú e, inversamente, un mazazo para las de Kiev. Significaría, además, una ruptura del frente ucraniano y su orden de combate defensivo en el Donbass. Además, eso abriría la puerta a las tropas rusas para progresar bien hacia el noroeste (objetivo: Sloviansk), y/o bien hacia el suroeste (objetivo: Kostiantynivka).
La pertinaz actitud defensiva ucraniana sobre sus actuales posiciones contiene un mensaje temporal. Aquella busca erosionar la potencia combativa rusa, a la espera de poder armar una contraofensiva tras recibir nuevos materiales: carros de combate pesados, artillería de largo alcance y, sobre todo, municiones de todo tipo. Tal hipotética acción podría desencadenarse desde la zona del codo del Dniéper (Zaporiyia-Dnipropetrovsk) hacia Melitopol, para cortar el pasillo ruso entre Rostov del Don y Crimea, así como amenazar la propia península. De ahí las apremiantes y nerviosas gestiones en la UE para adquirir municiones con las que robustecer las capacidades ucranianas. Una situación que ha revelado, impúdicamente, la flaqueza de los arsenales europeos los cuales, tras el fin de la Guerra Fría, fueron demagógica y drásticamente recortados en la ilusoria presunción de que una guerra en Europa era imposible. Algunos, alegremente, a ese desarme lo denominaron «dividendos de paz».
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