EE.UU. y Rusia hablan por teléfono sobre el dron derribado y cruzan acusaciones
Según la versión rusa, el dron estaba en una zona restringida para el vuelo por estar cerca de las operaciones bélicas en Ucrania
Las grandes potencias se rearman y se preparan para la guerra
Los líderes militares de EE.UU. y Rusia mantuvieron conversaciones telefónicas este miércoles acerca del dron estadounidense derribado el martes sobre aguas del Mar Negro tras ser interceptado por dos cazas de combate rusos.
Las posiciones sobre el episodio, que afectó a un dron MQ-9 Reaper utilizado para recopilar inteligencia, son muy distantes: para EE.UU., su nave volaba en el espacio aéreo internacional y fue hostigada con maniobras irresponsables por los cazas rusos hasta que hubo un choque contra la hélice por uno de esos cazas que provocó el derribo; según la versión rusa, el dron estaba en una zona restringida para el vuelo por estar cerca de las operaciones bélicas en Ucrania y el caza ruso no tocó a la nave estadounidense.
El ministro de Defensa de Rusia, Sergei Shoigu, reconoció que había mantenido una llamada con su homólogo estadounidense, Lloyd Austin. En ella, según Shoigu, se abordaron las «causas y consecuencias» del incidente, que, en su opinión, se debió al «no cumplimiento de la zona restringida de vuelo declarada por Rusia».
Austin también reconoció la llamada pero no quiso dar detalles al respecto. Solo insistió, como ya habían hecho en la víspera otras autoridades estadounidenses, que las maniobras de los cazas rusos son parte de un patrón de comportamiento «agresivo, arriesgado e inseguro» por parte de Rusia. Y reiteró que «EE.UU. volará y operará donde las leyes internacionales se lo permitan».
El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, aseguró que el incidente está «bajo investigación», mientras que su homólogo ruso, el ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, culpó a EE.UU. del incidente por «ignorar» las restricciones aéreas impuestas por su país. EE.UU. dijo, «busca constante provocaciones para aumentar la tensión».
Además de Shoigu y Austin, también estaba previsto que hablaran por teléfono los dos líderes militares de cada potencia, los generales Valery Gerasimov y Mark Milley. Este último aseguró en una comparecencia de prensa que los restos del dron no tendrán mucho valor para quien los encuentre. «Francamente, probablemente se rompió, probablemente no haya mucho que recuperar», dijo. «Sobre la pérdida de cualquier cosa relacionada con inteligencia sensible, tomamos las medidas de mitigación. Así que tenemos confianza de que lo que pudiera tener valor ya no lo tiene».
El portavoz de la Casa Blanca para seguridad y defensa, John Kirby, no fue tan optimista al respecto: esas medidas para evitar que los rusos capturen inteligencia estadounidense no son «infalibles», aunque la idea era «minimizar» cualquier información con valor a la que pudieran acceder.
Según los datos facilitados por las autoridades militares, el dron se estrelló unos cien kilómetros al sur de la península de Crimea, un territorio de Ucrania que Rusia anexionó en 2014 y donde tiene su base su flota naval del Mar Negro.
Los estadounidenses creen que cayó en aguas profundas, con más de un kilómetro de profundidad, donde será muy difícil acceder a los restos que no hayan quedado a flote.
Efectivos del ejército ruso llegaron hasta ese lugar este mismo miércoles, según aseguraron fuentes militares a la cadena CNN, gracias a la cercanía de su flota a estas aguas. La Armada de EE.UU. no tiene barcos en el Mar Negro.
Durante el día, el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Patrushev, reconoció que intentarían capturar los restos para su estudio. «No sé si llegaremos hasta ellos o no, pero tenemos que hacerlo», dijo en una entrevista con la televisión estatal rusa Rossiya 1.