Wang Huning, el cerebro del régimen chino

A la sombra de Xi Jinping, este discreto politólogo es el ideólogo del autoritarismo del Partido Comunista al haber acuñado las principales consignas de los tres últimos presidentes de China

Wang Huning, segundo de la imagen por la derecha, escucha el discurso de Xi Jinping sobre el nombramiento de los siete miembros del Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista chino PABLO M. DÍEZ
Pablo M. Díez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

No cabe duda de que el presidente Xi Jinping es el dirigente de China con más autoridad , y autoritario, desde Mao . Pero su carácter personalista y el culto a su figura que ha implantado no significan que esté totalmente solo en el poder. Además de las diferentes facciones que todavía existen dentro del régimen, que ha neutralizado pero aún siguen ahí, hay otro personaje menos conocido que juega un papel crucial en la China de hoy.

Se trata de Wang Huning , uno de los siete miembros del todopoderoso Comité Permanente del Politburó y el auténtico ideólogo del régimen. A sus 67 años, dirige el Secretariado del Partido Comunista y es el responsable de haber acuñado las políticas de los tres últimos presidentes de China. La primera fue la «triple representatividad» de Jiang Zemin , que permitió al Partido aglutinar a los empresarios; luego le siguió el «concepto científico del desarrollo» que pregonó Hu Jintao, y ha terminado con el «rejuvenecimiento de China» que abandera Xi Jinping.

Reputado politólogo de la prestigiosa Universidad de Fudan en Shanghái, donde fue decano de su Facultad de Derecho, Wang dirigió entre 2002 y 2020 la Oficina Central de Investigaciones Políticas , encargada de elaborar las directrices del régimen. Desde ahí no solo ha conseguido marcar su impronta en las políticas de China durante las dos últimas décadas, sino también ascender en el aparato del Partido hasta encumbrarse como uno de los hombres más poderosos del país.

Pero, al contrario que otros dirigentes del Politburó, tiene un perfil más discreto y suele mantenerse en la sombra, desde donde tutela los discursos de sus compañeros y hasta del presidente Xi Jinping. Considerado el arquitecto del neo-autoritarismo chino, Wang se ha convertido en el compañero de viaje ideal para que Xi ponga en marcha su proyecto político, basado en un creciente nacionalismo que impulse aún más el auge mundial de China con un modelo propio y distinto al que encarnan las democracias liberales de Occidente.

Tras los años del maoísmo que hundieron económicamente a China y destrozaron su tradición milenaria, el régimen apostó por la apertura al capitalismo, pero controlado por el Estado, que acometió Deng Xiaoping. Después de cuatro décadas de crecimiento a toda costa, China se ha erigido en la segunda potencia del planeta , pero los mandatos de Jiang Zemin y Hu Jintao dieron lugar a graves desigualdades sociales y a una corrupción rampante que minaron la imagen del Partido Comunista entre los chinos. Desde el «gato blanco, gato negro» de Deng y la matanza de Tiananmen en 1989, el contrato social vigente en este país ha sacrificado la libertad por la prosperidad, conformando en la sociedad una resignación materialista alejada de cualquier valor político o moral.

Demostración de fuerza

Pero el presidente Xi Jinping quiere cambiar esa mentalidad abogando por un « rejuvenecimiento de la gran nación china » que devuelva el orgullo a sus ciudadanos, hasta ahora más interesados en ganar dinero que en disquisiciones políticas. Para ello, cuenta con el ideario de Wang Huning, a quien el profesor Jean-Pierre Cabestan, que enseña Ciencias Políticas en la Universidad Baptista de Hong Kong, define como el « cerebro ideológico de Xi Jinping después de desempeñar el mismo papel con Jiang Zemin y Hu Jintao».

A su juicio, dicha continuidad supone una auténtica «demostración de fuerza» en un régimen como el chino, donde cada presidente se rodea de una nueva generación de cuadros del Partido Comunista. Por su parte, el destino de sus antecesores depende de su suerte según soplen los nuevos vientos políticos. Mientras unos pasan a un intocable retirado dorado , otros han caído en desgracia y han acabado no solo defenestrados, sino incluso en la cárcel dentro de la purga puesta en marcha por Xi Jinping con el argumento de luchar contra la corrupción.

Entre ellos destacan hasta media docena de aliados del anterior presidente Hu Jintao, como el jefe de la Seguridad del Estado, Zhou Yongkang; el prominente y carismático Bo Xilai y Sun Zhengcai, miembro del Politburó. Junto a Ling Jihua, secretario personal de Hu, y los generales Guo Boxiong y Xu Caihou, este último ya fallecido, todos ellos fueron acusados de haber conspirado para montar un golpe de Estado contra el presidente Xi Jinping. En el último Congreso del Partido Comunista, celebrado en 2017, así lo reveló el entonces responsable de la Comisión de Valores, Liu Shiyu, durante uno de sus paneles informativos. «Estos casos fueron realmente impactantes porque eran altos cargos muy poderosos inmensamente ambiciosos y corruptos que, además, conspiraron para usurpar el liderazgo del Partido y hacerse con el control del Estado», denunció públicamente Liu, según recogió en su día la BBC.

Mientras todos ellos cumplían penas de prisión y el presidente Hu Jintao quedaba señalado, Wang Huning entraba como número cinco en el Comité Permanente del Politburó pese a haber formulado la propaganda de las dos administraciones anteriores. «Es el padre de muchas ideas , incluyendo el Sueño de China y el gran rejuvenecimiento de la nación, aunque este término ha sido usado por muchos nacionalistas durante más de un siglo», desgrana para ABC el profesor Cabestan, quien tuvo la oportunidad de conocer a Wang Huning.

«Me reuní con él a finales de los 80 y principios de los 90, cuando era todavía profesor en la Universidad de Fudan. En ese momento, tenía una mentalidad bastante abierta y era más bien liberal, pero muy precavido. Tan pronto como se mudó a Pekín y empezó a trabajar para la Oficina Central de Investigaciones Políticas del Partido Comunista, dejó de estar localizable», cuenta Cabestan. En su opinión, ese detalle «demuestra lo especial que es China: se puede contactar incluso con rusos muy cercanos a Putin , pero no con Wang. Eso dice mucho sobre la opacidad y secretismo del sistema político chino».

Confiar en la cultura china

En esa época, concretamente en 1989, Wang Huning hizo su primer viaje a Estados Unidos y se quedó tan impresionado que hasta escribió un libro titulado ‘América contra América’. Frente a las libertades y desigualdades que vio allí, el cerebro del régimen propugna un despotismo ilustrado y una prosperidad común bajo el mando de Xi Jinping, quien se perpetuará en el poder en el XX Congreso del Partido Comunista que se celebrará en otoño. Ahí se verá si su ideólogo, Wang Huning, se retira o sigue en el puesto como él. Según el profesor Jean-Pierre Cabestan, «puede permanecer pero con una posición de semijubilación como presidente de la Conferencia Político-Consultiva del Pueblo Chino», un órgano asesor del régimen que le permitiría seguir influyendo con sus consignas ideológicas.

Para Kerry Brown, experto en Estudios Chinos y director del Instituto Lau en King´s College de Londres, Wang ha «rediseñado la cultura política» del régimen. Tal y como detalla en un amplio perfil publicado por el portal de la Fundación Carter US-China Monitor Perception, que estudia las relaciones entre ambos países, su principal mérito consiste en haber recuperado para la política la cultura tradicional de esta nación milenaria. «Tras la crisis por la masacre de Tiananmen en 1989 y la desintegración de la Unión Soviética, el Partido solidificó su legitimidad con crecimiento económico y mejora de los niveles de vida, pero Wang comprendió que esto nunca sería una solución a largo plazo», reflexiona Brown.

Para reconectar a los chinos con la política, y por extensión con su régimen autoritario, la propaganda orquestada por Wang Huning les ha devuelto la confianza en su cultura con dos fines. El primero, sostiene Brown, es plantear una alternativa al «universalismo occidental» y el segundo, más importante, cortar cualquier aspiración democrática al dejar claro que «el Partido Comunista es la única entidad que ofrece a China la misión de convertirse en una nación grande y poderosa».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación