ENTREVISTA
Viuda de Pablo Escobar: «Ha sido muy doloroso entender que el comportamiento de mi marido era el de un psicópata»
Victoria Eugenia Henao rompe su silencio para hablar sobre su vida al lado del mayor narcotraficante de Colombia en el libro «Pablo Escobar: mi vida y mi cárcel» (Península)
El mejor recuerdo que Victoria Eugenia Henao guarda de su marido, el que fuera el hombre más perseguido de Colombia, Pablo Escobar, se remonta a cuando ella tenía apenas 12 años y el 23 años. «Fue cuando lo conocí en el barrio» Comenzaron a salir, tras la insistencia constante de él y la oposición de la familia de ella. Aquello acabaría en una boda prematura -Victoria Eugenia tenía 15 años- y en el comienzo de una vida de lujo, ambición, popularidad entre el pueblo, el comienzo de una carrera política -antes de que se conociera el origen ilícito del dinero de Pablo Escobar, la droga-. Fue el cénit de su vida en común. Tras la frustración de las ambiciones políticas del narcotraficante, llegaron años de guerra -que causaron miles de muertos-, terror y constantes huidas. Fue el peor momento de su vida en común: «Los últimos nueve años de guerra. Un día tras tras otro, no había vida», relata a ABC, Victoria Eugenia durante una entrevista con motivo de la publicación de libro « Pablo Escobar: mi vida y mi cárcel» (Península) , con el que rompe 25 años de silencio tras la muerte de marido tiroteado en un tejado de Medellín el 2 de diciembre de 1993.
Tras su muerte, la viuda y sus dos hijos, Manuela y Juan Pablo, y la novia de este, se refugiaron primero en Mozambique con nuevas identidades, pero finalmente se instalaron en la capital argentina donde intentaron sobrevivir manteniendo oculta su historia. Ahora, Victoria Eugenia Henao rompe su silencio para narrar cómo fue su vida junto al hombre más peligroso y buscado de Colombia, y también lo que tuvo que hacer para que los capos del narcotráfico les perdonaran la vida a ella y a sus hijos. Sin propiedades, que se repartieron el Estado de Colombia y los narcos, la familia debía comenzar una nueva vida intentando enterrar su pasado.
Encendemos la grabadora, tanto ella como yo. Victoria Eugenia no se fía mucho de los medios de comunicación, que durante años han relatado las barbaridades atribuidas a su marido: atentados, asesinatos, torturas... No lo oculta cuando se lo preguntamos, tan solo se ríe ligeramente, y asiente.
¿Por qué ha decidido publicar este libro ahora, cuando se cumplen 25 años de la muerte de su marido? ¿Por qué ha tardado tanto en pedir perdón a las víctimas, o en llegar a este proceso?
Tuvieron que pasar 25 años para que yo pudiera hacer un trabajo de instrospección para poder tener voz, porque hace más de 25 años que no tengo voz como mujer. Y antes no había podido. Me siento en este momento preparada, lista para poder hablar y por eso elegí este momento, que tiene que ver con el proceso que llevo haciendo con mis terapeutas desde hace muchos años, en el que no me animaba a dar ese paso. Coincidió con la fecha del aniversario el cierre del libro, pero es un proceso que vengo trabajando un tiempo atrás.
Para escribir el libro estuvo investigando alrededor de dos años para completar la información que le faltaba sobre su vida con Pablo Escobar. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de lo que ha descubierto?
Es lo que he podido encontrar trabajando con los terapeutas. Llamar su comportamiento [el de Pablo Escobar] por su nombre, que ha sido muy doloroso para mí porque tengo mis hijos y un nieto. Y poder entender que este comportamiento tiene que ver con el comportamiento de un psicópata, para mí ha sido muy doloroso.
Durante los años que vivió junto a Escobar, a su marido se le acusó de innumerables asesinatos de políticos, magistrados, periodistas, el atentado contra un avión con más de cien pasajeros..., publicado en todos los medios de comunicación. ¿Entre la nueva información que usted ha recogido hay algo que le ha llamado la atención de una manera especial?
El horror que Colombia vivió en toda su dimensión. No podemos dividir una etapa o un momento, porque fue muy doloroso. Hubo muchas víctimas y hay mucho dolor en el país. Todo ese horror para mí ha sido muy doloroso.
En el libro, usted insiste que no sabía realmente a qué se dedicaba su marido. Que al principio pensaba que era contrabandista. Sin embargo, usted manejaba mucho dinero, que invirtió en obras de arte -una pasión muy costosa-, en viajes... ¿De dónde creía que procedían los ingresos? (Pablo Escobar estuvo en la lista Forbes de los hombres más ricos en varias ocasiones, y se estimaba su fortuna en 2.000 millones de dólares)
El antes y el después nuestro como familia fue después de que él se metiera en política, y de los problemas que tuvo [cuando se conocieron sus vinculos con el narcotráfico tuvo que dejar de ser congresista, y perdió la inmunidad, y fue el comienzo de su enfrentamiento con el Estado colombiano]. El asesinato del ministro de Justicia, Roberto Lara Bonilla, marcó un antes y un después para mi familia. Él fue quien investigaba los negocios de mi marido con el narcotráfico y fue cuando se hizo público. Hasta entonces todos los políticos visitaban a Pablo, lo veían como un empresario exitoso, con respeto. Y yo, que entonces tenía 20 años, lo miraba también como el resto de personas.
Cuando tuvo lugar el asesinato de Lara Bonilla, que todos los medios y autoridades atribuyeron a Pablo Escobar, ¿usted sospechó que su marido era el responsable? ¿Qué sintió?
Como había tanta confrontación entre el ministro y Pablo tenía la sensación de que algo así podía haber sucedido. Sentí mucho dolor. Yo estaba viviendo con mi madre, estaba embarazada de ocho meses y medio, de mi hija. Pensé que no iba a poder con la vida, que el mundo se había venido encima, que no sabía si íbamos a tener futuro.
En 2017 se reunió con el hijo de Lara Bonilla y le pidió perdón. Él ha escrito una carta para incluir en este libro, en la que habla sobre el perdón y la paz. ¿Cómo recuerda usted ese encuentro?
Fue un regalo que Dios me hizo a mí, el poder encontrarme con una persona como él, que fue la primera víctima [de Escobar] en el país. Le pedí perdón mirándole a los ojos. Para mí fue un regalo de la vida. Una conexión con el perdón, porque también hay mucho dolor en mi vida y eso ha sido una manera de aliviar un poco esa carga.
En el último capítulo del libro usted hace una revelación muy dolorosa, que cuando tenía 14 años y salía con Pablo este la forzó sexualmente, quedó embarazada y él la llevó a abortar. Después de esto, de las incontables infidelidades de su marido, de los constantes traslados para esconderse, de haber puesto en peligro tanto su vida como la de sus hijos, ¿por qué continuó a su lado?
Yo era muy joven, muy ingenua y muy ignorante. A las mujeres que amamos demasiado nos cuesta mucho salirnos de una relación. Esta era una relación en un contexto muy complicado, en el que la seguridad nuestra dependía solo de Pablo. Nosotros no nos podíamos mover sin la aprobación de él, y que nos dijera para donde. Yo no me podía ir como cualquier esposa engañada, con unos chicos a los que podían matar a la vuelta de la esquina. No podía correr ese riesgo.
Pero usted llegó a plantearse separarse de su marido. Incluso habló con un abogado...
Sí, se lo propuse muchas veces, pero siempre se negó. Me decía que éramos su familia y que íbamos a estar unidos siempre. Yo tenía la ilusión de recuperar un hogar [los últimos diez años de la vida de Pablo Escobar apenas convivieron como pareja], y sentía que me lo decía con amor.
Pablo Escobar siempre fue un gran seductor y un gran manipulador de la verdad...
Exactamente, era un gran manipulador. En ese contexto, ahora que he podido reflexionar, me he dado cuenta que tenía que ver con su manipulación y con la psicopatía que él manejaba. Pero no tanto con el amor y con el respeto hacia su familia.
¿En algún momento de su relación usted se sintió fascinada o deslumbrada por el poder y el dinero que Pablo Escobar manejaba?
Siempre sentí un gran amor por Pablo. Le conocí en el barrio de La Paz, era mi vecino. No tenía absolutamente nada. Creo que nuestra relación no tuvo nada que ver con el poder.
Si pudiera retroceder en el tiempo, ¿tomaría otras decisiones?
Obviamente que después de haber vivido una experiencia como esta no querrías repetirla. Los seres humanos siempre buscamos las mejores relaciones, y que nos pase lo mejor en la vida. Nunca como madre buscarías vivir una tragedia de estas para tener a tus hijos. Siempre buscas un hogar estable, con un hombre amable. Una persona con la que se pueda convivir. Pero la vida sucedió así. Siento que fue un Tsunami que fue subiendo como el agua, lentamente, lentamente... Tampoco me podía mover, pero cuando la situación era ya tan compleja, ya nosotros teníamos el agua al cuello. No había nada que hacer.
En Argentina, donde se refugió tras la muerte de su esposo con nuevas identidades, tiene abierto un proceso judicial -el segundo- en el que está acusada de blanqueo de dinero. En el libro usted incluye el texto que ha enviado a la fiscalía en el que explica su versión. ¿Está en el punto de mira de la Justicia por ser la viuda de Pablo Escobar?
Absolutamente. En el primer proceso pasé dos años en la cárcel y terminó la Corte Suprema de Justicia pidiéndome disculpas, aunque ya había corrido todos los riesgos con mi imagen [se hizo pública su verdadera identidad, después de llevar cinco años viviendo en Buenos Aires como María Isabel Santos, junto a sus dos hijos y su nuera. Nadie sabía hasta entonces que era la viuda de Escobar]. Tuvieron que pasar ocho años para que la Justicia entendiera mi postura. Ahora está pasando exactamente lo mismo. El fantasma de Pablo nos sigue persiguiendo. Pero mi conciencia está completamente tranquila sobre esta situación. Y por eso le dediqué un capítulo del libro a esta historia para que la gente pueda comprender la situación. Quiero que la gente me juzgue por lo que yo cuento de mis vivencias, de mis sufrimientos y no que se guíen por las series de televisión o los medios de comunicación que jamás me han visto.
Mucha gente piensa que usted tiene dinero guardado y propiedades que le dejó su marido. ¿Cuál es su situación actual?
Yo vivo como un ciudadano común. Tengo que levantarme para trabajar, no tengo casa propia. Vivo muy tranquila. El tema de los millones no me preocupa porque yo no los he podido encontrar. Estoy segura de que durante estos años he sido vigilada e investigada por algunas autoridades internacionales. Y más que nadie ellos conocen mis movimientos y mi cotidianidad.
Noticias relacionadas