Virginia toma la temperatura del desplome de Biden
El candidato republicano aventaja en 1,7 puntos al demócrata ante las elecciones de este martes a gobernador del estado
![Los candidatos a gobernador Glenn Youngkin (republicano), a la izquierda, y Terry McAuliffe (demócrata)](https://s1.abcstatics.com/media/internacional/2021/11/02/virginia-elecciones-afp-kEMD--1248x698@abc.jpg)
En Virginia , los demócratas no pierden una elección estatal -como gobernador, senador, fiscal general- desde 2009. Con la victoria de Barack Obama en 2008, el estado cambió el rojo republicano -sus candidatos habían ganado aquí en todas las presidenciales desde 1968- por el azul demócrata y no ha vuelto atrás. En la reelección de Obama y en la victoria de Donald Trump , todavía se le consideraba un estado bisagra, de esos que se pueden inclinar a uno u otro lado y decidir elecciones. Ya no es así. El año pasado, ni Trump ni Joe Biden dedicaron esfuerzos al estado, sabedores que votaría demócrata.
Ahora todo eso está en duda. Virginia acude este martes a las urnas para elegir, entre otras cosas, a su gobernador y los republicanos podrían dar la sorpresa, en una cita que servirá para medir el alcance del hundimiento de Biden y de los demócratas tras conquistar la Casa Blanca y lograr el control -por la mínima- de las dos cámaras del Congreso.
Biden ganó aquí por diez puntos hace un año -mañana será el primer aniversario de esa cita electoral - pero las tornas han cambiado de forma dramática. La popularidad del presidente está por los suelos -las encuestas le dan un índice de aprobación de poco más del 40%-, EE.UU. no ha dejado atrás la pandemia ni sus problemas económicos, las guerras internas de los demócratas en el Congreso tienen su agenda legislativa bloqueada y todo esto podría arrastrar al candidato demócrata, Terry McAuliffe , a una derrota dolorosa.
![El republicano Glenn Youngkin, durante un mitin en Richmond, la capital de Virginia](https://s2.abcstatics.com/media/internacional/2021/11/02/glenn-youngkin-efe-knMF--510x349@abc.jpg)
McAuliffe es una figura consolidada del partido demócrata , un aliado clave de Bill y Hillary Clinton -alardea de haber recaudado 275 millones de dólares para sus campañas- y que ya fue gobernador de Virginia entre 2014 y 2018 (el estado no permite la reelección de este cargo). En el paisaje político de Virginia, esta campaña debería haber sido un paseo. La arrancó con una ventaja cómoda sobre Glenn Youngkin , el republicano que le disputa el puesto. Pero, como la presidencia de Biden, se ha torcido. En la víspera de la elección, Youngkin aparece con una ventaja mínima, de 1,7 puntos, según el acumulado de encuestas de RealClearPolitics .
McAuliffe ha hecho todo lo posible para tratar de meter a Trump en campaña. Los mensajes agresivos del expresidente nunca calaron en Virginia, uno de esos lugares donde los suburbios -en especial, las mujeres- se inclinaron hacia la opción moderada que representaba Biden y donde los demócratas consiguieron movilizar a las minorías raciales. La reacción de Trump a los disturbios trágicos de Charlottesville , una de las ciudades del estado, en el verano de 2017 -dijo que había buena gente «en ambos lados» después de que grupos supremacistas y neonazis desfilaran por sus calles y se produjeran altercados con grupos de izquierda y ‘antifa’ con una víctima mortal- fue uno de sus puntos más bajos como presidente.
La sombra de Trump
Esa es la carta que ha tratado de jugar McAuliffe: convertir la elección en un pequeño referéndum entre él y el ‘trumpismo’. Este mismo lunes, en un mitin, llamó ‘Trumpkin’ a su rival republicano.
Pero Youngkin ha sido hábil y se ha zafado de ese juego. El candidato republicano ha ejecutado el baile complicado de no atentar contra Trump y su fabulosa base electoral, sin mostrar al mismo tiempo el apego devoto que proyectan los republicanos en otros estados más ‘trumpistas’.
![El aspirante demócrata, Terry McAuliffe, en un acto en la localida de Leesburg](https://s1.abcstatics.com/media/internacional/2021/11/02/terry-mcauliffe-reuters-knMF--510x349@abc.jpg)
Youngkin ha preferido centrarse en las debilidades de los demócratas, en especial, un asunto que ha cobrado protagonismo este otoño: la educación . El candidato republicano ha sabido capitalizar la revuelta de padres ante imposiciones y restricciones en los colegios sobre el uso de mascarillas o la obligación de vacunarse por la pandemia de Covid-19 . Algunas de esas regiones suburbanas, con electorados centristas inclinados por los demócratas en la última década, como el condado de Loundoun, han vivido una revuelta de padres contra esas restricciones y contra el aparente intervencionismo demócrata en el curriculum escolar.
Como ocurre en muchas ocasiones, los demócratas confían en que la movilización de la minoría negra acuda a su rescate. Las últimas encuestas perciben un hastío de la clase media y baja negra con los demócratas y en Virginia han tratado de cambiar eso con visitas y mítines de pesos pesados del partido: Barack y Michelle Obama, la vicepresidenta Kamala Harris , el diputado Jim Clyburn -quizá el legislador negro de mayor influencia en el Congreso- o Stacey Abrams .
Lo que ocurra este martes marcará el futuro de Virginia. Pero también dará indicaciones claras de lo que puede ocurrir el año que viene, cuando los demócratas se jueguen sus mayorías en el Congreso y, con ellas, buena parte de su poder.
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