Vandalismo en el aniversario de los «chalecos amarillos» en París

Miles de agentes anti disturbios intentaron proteger las principales arterías de la ciudad

Los bomberos apagan una motocicleta incendidada en la Plaza de Italia en París durante las protestas de los «chalecos amarillos» AFP

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Francia ha «conmemorado» este sábado el primer aniversario del estallido de la crisis nacional de los «chalecos amarillos» con el despliegue de millares de anti disturbios en París y una docena de capitales de provincias, donde ayer se multiplicaron los incendios, los incidentes de violencia incontrolada, sofocada con cañones de agua y gases lacrimógenos.

En París, más de cuatro mil gendarmes y CRS (Compañías Republicanas de Seguridad, anti disturbios), habían tomado toda la geografía estratégica: Arco del Triunfo, Campos Elíseos, Plaza de la Concorde, Tuillerías, Louvre, Asamblea Nacional, Grandes Bulevares, todas las grandes arterias comerciales. Una veintena de estaciones de metro fueron cerradas preventivamente. Líneas de autobuses cortadas, avenidas controladas por los CRS.

Ante tal manifestación de fuerza «preventiva», millares de «chalecos amarillos», de extrema izquierda o nihihilistas, en su inmensa mayoría, montaron sucesivas batallas campales en la capital: en la Puerta de Champerret, en la Plaza de Italia… cuyos bulevares adyacentes fueron el escenario de varias batallas de «posiciones»: incendio de coches, destrucción de oficinas bancarias, efímeras barricadas ardiendo … antes que los cañones de agua de los CRS y el uso de gases lacrimógenos rompiese el «frente» amarillo, que volvía a «rehacerse» unas calles más arriba o más abajo.

A media tarde de este sábado, en la Plaza de Italia, la Avenida del Hospital y la calle Boblillot, los bares se abrían y cerraban para acoger a «chalecos amarillos» y personal del barrio que huía de los anti disturbios, enzarzados unos y otros en interminables «tertulias», despotricando a tumba abierta contra el Gobierno de Emmanuel Macron.

A la caída de la tarde, bandas minoritarias de «chalecos amarillos» dispersados por la fuerza, en Plaza de Italia y la Puerta de Champerret, iniciaron un oscuro vagabundeo errante por otros barrios, dando gritos, apedreando bancos, incendiando algún coche. «Batallas» de la misma índole se sucedieron en Burdeos, Toulouse, Montpellier, Nantes, Lyon y Marsella.

«Batallas» de la misma índole se sucedieron en Burdeos, Toulouse, Montpellier, Nantes, Lyon y Marsella

A última hora de la tarde, el ministerio del Interior anunció más de un centenar de detenciones , numerosos heridos y un número imprecisos de coches incendiados, con destrozos materiales mal evaluados.

El 17 de noviembre de 2018, más de 280.000 «chalecos amarillos» se manifestaron pacíficamente en toda Francia. En el movimiento participaron, entonces, izquierdas «tradicionales», pequeños patronos que denunciaban la presión fiscal, pequeña burguesía de provincias que temía y teme la precariedad creciente. Estalló entonces un movimiento que pronto se transformó en una franquicia usada por la extrema izquierda y la extrema derecha con objetivos muy diversos.

Concesiones de Macron

Emmanuel Macron hizo concesiones presupuestarias por un montante de 26.000 millones de euros : ayudas fiscales, precio de los combustibles, nuevos servicios en la Francia «periférica». Esas concesiones entre mediados de diciembre del 2018 y mediados de enero de este año no terminaron de satisfacer a nadie. Pequeños empresarios, pequeña burguesía precaria, se retiraron del movimiento, que se transformó definitivamente, a lo largo de este año, en una franquicia de todo tipo de protestas radicales y ultraradicales. El primer movimiento pacífico terminó transformándose, a partir del 1 de mayo pasado, en un movimiento tentacular donde todo cabe: de la «convergencia de luchas» de la izquierda nada parlamentaria al «patriotismo radical» (ultra conservador), pasando por los grupúsculos nihilistas sin otro objetivo conocido que la violencia urbana incontrolada.

Macron teme que la «cólera amarilla» termine infiltrándose en un inflamable rosario de movimientos sociales: sindicatos que protestan contra la empantanada reforma del sistema nacional de pensiones, estudiantes que denuncian la precariedad gremial, médicos, enfermeras y personal hospitalario que denuncian el hundimiento del modelo hospitalario nacional.

Macron teme que la «cólera amarilla» termine infiltrándose en un inflamable rosario de movimientos sociales

Macron intentan responder en todos los frentes, afirmando comprender la inquietud y la angustia. La conmemoración del estallido de la crisis de los «chalecos amarillos» parece sugerir, sin embargo, que Francia es víctima de ataques de angustia social incontrolada e inflamable. Los partidos políticos tradicionales están hundidos y nadie cree en ellos. Los sindicatos viven una histórica crisis de pérdida de influencia. Un 52% de los franceses dicen «comprender» las protestas amarillas . El 48 % de los electores de extrema derecha y el 44 % de los electores de extrema izquierda se dicen «representados» por una cólera social de contornos culturales y políticos más definidos pero inquietantes.

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