La vigilancia policial es constante en Xinjiang, en cuyas ciudades hay comisarías cada 500 metros y fuertes controles de seguridad en sus principales atracciones, como el Gran Bazar de Urumqi. Pablo M. Díez La bandera china ondea en una comisaría ante la cerrada mezquita de Xiheba en Urumqi, donde las autoridades intentaban impedir que se hicieran fotos. Pablo M. Díez La bella mezquita de Id Kah en Kashgar es la más famosa de Xinjiang, pero pocos fieles acuden a rezar a ella por la represión del régimen chino sobre los uigures. Pablo M. Díez Aunque el viernes es la jornada de oración de los musulmanes y la mezquita de Id Kah es la más famosa de Kashgar, nadie sabía la hora del rezo el día que la visitó el corresponsal de ABC y solo había un joven haciendo fotos al visitante occidental. Pablo M. Díez Finalmente, en la mezquita de Id Kah apareció un grupo guiado solo de ancianos y enfermos, sin ningún joven entre ellos. Los llevaba un responsable local, que prohibió al corresponsal de ABC tomar fotos y le obligó a marcharse. Pablo M. Díez Uno de los pilares de la represión sobre los uigures en la convulsa región china de Xinjiang son las minicomisarias de Policía construidas durante los últimos años, que pueblan las calles cada 500 metros. Pablo M. Díez La figura del presidente Xi Jinping, el líder más autoritario en China desde Mao Zedong, está presente hasta en los restaurantes tradicionales de Xinjiang. Pablo M. Díez «Sincero agradecimiento por su cuidado al presidente Xi Jinping como núcleo del Comité Central del Partido Comunista», reza este cartel de la propaganda en el centro de Kashgar congratulándose de la seguridad que ha traído la campaña antiterrorista. Pablo M. Díez La estatua de Mao Zedong, fundador del régimen comunista chino, preside la plaza del centro de Kashgar, segunda ciudad más importante de la convulsa región musulmana de Xinjiang. Pablo M. Díez Tras hacer una foto a la cerrada mezquita de Xiheba en Urumqi, apareció un joven pidiendo que se borrara porque decía que estaba «en obras». Pablo M. Díez Un dibujo propagandístico del presidente Xi Jinping cuelga de una tienda de tapices en la Ciudad Vieja de Kashgar. Pablo M. Díez Para que no hablara con nadie ni buscara los campos de reeducación donde son confinados los uigures, el corresponsal de ABC en China fue seguido las 24 horas durante la semana que estuvo viajando por la región de Xinjiang. Pablo M. Díez En algunas puertas de la Ciudad Vieja de Kashgar cuelgan unos códigos QR que, según Human Rights Watch, contienen toda la información de la familia que habita la vivienda. Al escanear un particular este código QR, aparece un enlace del Gobierno local de Xinjiang (www.xjymt.gov.cn). pero no se abre. Parece que solo se abre con una aplicación específica. En otras puertas, el método es más rudimentario y aparecen el nombre y número de teléfono de quien vive en la casa. Pablo M. Díez Con cámaras por doquier y una fuerte presencia policial, el régimen chino ha elevado a la máxima potencia en Xinjiang el «Gran Hermano» con el que vigila a su población en el resto del país. Pablo M. Díez Imagen por satélite de uno de los campos de reeducación de Xinjiang, tomada por el Instituto Australiano de Política Estratégica.