Trump reformula su veto migratorio para esquivar la batalla legal
En el primer discurso del presidente ante el Congreso también ha pedido revocar el conocido como «Obamacare» y una lucha total contra Daesh que permita extinguir al grupo terrorista
Asegura que que la construcción del muro en la frontera con México comenzará pronto, y será «un arma muy eficaz contra el crimen y las drogas»
«Mi trabajo no es representar al mundo, sino a EE.UU.»
Donald Trump cambió de tono como quien cambia de corbata. En su intervención del martes por la noche (madrugada de ayer en España) ante el Congreso de EE.UU., el presidente sustituyó el rojo eléctrico de su corbata por un modelo discreto y clásico, azul marino con rayas blancas. El discurso combativo e iracundo de la campaña y de su primer mes en la Casa Blanca dejó paso a un presidente, por fin, presidencial . Trump trata de enderezar el rumbo de una presidencia plagada de escándalos, filtraciones, protestas y peleas legales y el discurso de ayer parece marcar el cambio de rumbo. Más allá de las palabras, el primer paso para ‘resetear’ su mandato es la nueva orden ejecutiva sobre prohibición de entrada en EE.UU. a inmigrantes de un grupo de países de mayoría musulmana.
La orden original vetaba la entrada en el país de forma temporal a inmigrantes de siete países -Irán, Irak, Libia, Siria, Somalia, Sudán y Yemen-, a los refugiados de cualquier país. El decreto presidencial, ejecutado de la noche a la mañana, creó un caos en los aeropuertos de EE.UU., una oleada de protestas y una batalla judicial que culminó con el bloqueo de la orden por parte de un tribunal de Apelaciones de San Francisco. Más de dos docenas de demandas se presentaron contra el Gobierno de EE.UU., sobre todo porque atentaba contra derechos de personas con visado válido o con residencia permanente (la llamada ‘tarjeta verde’).
Ahora, Trump busca presentar una versión de la normativa que esquive esa batalla judicial , pero que consiga su objetivo de «mantener la seguridad del país», a pesar de que muchos, también los jueces que han decidido sobre el caso, han señalado que no ha habido actividad terrorista en EE.UU. por parte de ciudadanos de los países afectados.
La idea de la Administración es presentar una orden menos amplia , ya que ese fue el principal problema que tuvo en los tribunales. Fuentes del Gobierno de Trump han asegurado a medios estadounidenses que la redacción definitiva de la nueva orden no está cerrada , pero que incluirá cambios relevantes. Por ejemplo, ya no afectará a personas que tenían su visado otorgado o que disfrutaban de residencia permanente. Tampoco será un veto completo a ciudadanos de Irak, después de que hubiera una gran polémica por haber impedido la entrada a ciudadanos de aquel país que se habían jugado la vida por colaborar como traductores o empleados de apoyo al ejército de EE.UU. en su lucha contra la insurgencia radical islámica. La mención a que se harían excepciones al veto con minorías religiosas -que había hecho cuestionar que la norma fuera contra la libertad religioso y como una excusa para la discriminación de musulmanes- también desaparecerá. Por último, no entrará en vigor de forma inmediata, como ocurrió en la última ocasión y provocó problemas para gente a la que la orden sorprendió en pleno viaje.
La nueva orden estaba prevista para su promulgación este miércoles, pero sufrió un nuevo retraso, el tercero desde que Trump anunció que modificaría su decreto original. En el caso de ayer, parece que la razón es estratégica. El presidente disfrutaba ayer de su primer momento de gloria desde que llegó a la Casa Blanca, con la mayoría de los medios -también aquellos a los que ha llamado «enemigos del pueblo estadounidense»- reconociendo su buen desempeño en el discurso ante el Congreso, su tono enérgico pero presidenciable. La modificación de la orden ejecutiva más polémica de su joven presidencia sería una cortina de humo de su discurso.
En él, no hizo ninguna mención específica a la nueva redacción, pero aseguró que «no es algo compasivo, sino insensato, permitir la entrada incontrolada desde sitios donde no se puede hacer un escrutinio riguroso» y defendió que «no podemos permitir una cabeza de puente del terrorismo dentro de EE.UU. , no podemos permitir que nuestra nación se convierta en un santuario para extremistas».
Fue un discurso en el que el tono más conciliador no cambió los temas de fondo: el retrato de EE.UU. como un país en crisis, la necesidad de acabar con los tratados de comercio internacionales y de impulsar las infraestructuras, el reemplazo de Obamacare, la idea de ‘América primero’. Donde sí rebajó su agresividad fue en inmigración, uno de sus caballos de batalla durante la campaña. Antes del discurso, se mostró dispuesto a conceder la ciudadanía a millones de indocumentados -algo que empezó Barack Obama y que él calificó de «amnistía ilegal»- y después ante el Congreso no ofreció detalles pero sí defendió un sistema de inmigración «basado en el mérito». La concreción de esos y la mayoría de sus planes está todavía por ver.
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