Trump se niega a ponerse mascarilla en público: «No quiero darle ese gusto a la prensa»

En las últimas semanas, se han multiplicado los llamamientos a que el presidente se ponga la mascarilla para dar ejemplo en medio de una pandemia que ha provocado casi 95.000 muertes en el país

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Bill Ritter (Twitter)

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Donald Trump visitó este jueves una factoría de Ford y se negó a ponerse una mascarilla en público, a pesar de que es obligatorio en ese lugar de trabajo y de las presiones a su alrededor para que lo haga. El presidente de EE.UU. ha optado por no usar la protección delante de las cámaras, a pesar de que la autoridad médica de su Administracios, los Centros para el Control y la Protección de Enfermedades (CDC, en sus siglas en inglés), la recomiendan de forma generalizada desde el 3 de abril para frenar la expansión del Covid-19. Ayer volvió a no hacerlo, aunque después apareció una imagen en la que el presidente la llevaba durante su visita privada a la fábrica, cuando estaba fuera de la mirada de los medios.

En las últimas semanas, se han multiplicado los llamamientos a que el presidente se ponga la mascarilla para dar ejemplo en medio de una pandemia que ha provocado casi 95.000 muertes en el país y que sigue creciendo en muchos estados. Trump se ha negado siempre a hacerlo, a pesar de que se ha convertido en obligatoria para toda la plantilla de la Casa Blanca y de que se la han puesto altos cargos, gobernadores de todo el país, autoridades médicas y hasta su vicepresidente, Mike Pence.

El rechazo a la mascarilla parece una cuestión de imagen y de política: no dar muestra de debilidad ante la pandemia, sino de que se está en el camino de superar una crisis que amenaza con evitar su reelección en las presidenciales del próximo noviembre. Este jueves ha dado señales de ello, cuando explicó por qué no se la ponía: «No quiero darle ese gusto a la prensa» , dijo a los reporteros mientras conversaba con los ejecutivos de Ford, todos ellos ataviados con la mascarilla.

Tanto la normativa de la fábrica de Ford, como la regulación del estado para este tipo de visitas exigían llevar mascarilla. Incluso la fiscal general de Michigan, Dana Nessel, advirtió que no hacerlo supondría una «responsabilidad legal». Después de que se viera al presidente sin la protección, aseguró a la CNN que el presidente es «un niño petulante que se niega a seguir las normas. Y debo decir que esto no se puede tomar a broma».

Trump también es consciente de que la protección se ha convertido en un asunto ideológico en EE.UU., donde la celeridad en la reactivación y las restricciones para frenar la epidemia forman parte de la polarización política que vive el país. Un sector de la población ve en la mascarilla un símbolo de la pérdida de libertad que han supuesto las restricciones y del impacto económico que ha infligido al país. Quienes están en contra de usarlas, a pesar de la recomendación de la propia Administración Trump, son las bases del presidente. Según una encuesta de Quinnipiac de esta semana, el 87% de los demócratas está a favor de la obligación de que se lleve mascarilla en público, mientras que solo el 40% de los republicanos lo aprueba.

Como ha hecho en anteriores ocasiones, Trump dijo que no la usaba «porque no es necesario» ya que se hace test de Covid-19 diarios y la gente de su alrededor también (lo que no evita que se pueda contagiar o que pueda contagiar a otros). Pero después dijo que se había puesto la mascarilla, fuera de las cámaras, durante la visita a la planta, que Ford ha transformado para construir ventiladores , con los que se trata en las UCI a los enfermos más graves con el virus. Mostró con su mano a las cámaras la mascarilla, de color azul oscuro y con el sello presidencial. Pero en una imagen filtrada por el portal TMZ se veía a Trump con la protección puesta, en un momento en el que las cámaras no estaban permitidas.

Después, en un discurso, el contraste se volvió a ver, cuando Trump invitó a varios trabajadores a subir al estrado a hablar y todos lo hicieron detrás de sus mascarillas.

Su discurso fue lo más parecido a un mitin de campaña. Incluso utilizó la canción de los Rolling Stones que utiliza en la citas de campaña. Y, aunque las grandes concentraciones de personas están lejos de celebrarse en EE.UU., Trump aseguró que «los mítines tienen que volver» y que lo harán «más pronto que tarde».

En sus palabras, Trump ofreció un panorama optimista para la economía de EE.UU., a pesar de que el país se encamina a una recesión segura y se espera que el desempleo, que ya está en el 15%, supere el 20%. «Será una remontada épica, ya veréis, ya está ocurriendo», dijo a ejecutivos y trabajadores de la empresa. «Nos esperan grandes cosas el año que viene», aseguró a pocos meses de unas elecciones en las que la economía, que hasta ahora iba viento en popa, iba a ser su gran carta.

Trump también aseguró que, en el caso de una segunda oleada en otoño o invierno, como los expertos anticipan que ocurrirá, «no vamos a cerrar el país». El presidente aseguró que lo que se hará es «apagar los fuegos».

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