Trump dejará de promover la discrimación positiva de minorías en las universidades
Revierte así las directrices de la presidencia de Obama que buscaban garantizar la igualdad de oportunidades académicas para las minorías raciales
La idea era conseguir que la universidad se abriera a todos, que el campus reflejara la diversidad étnica del país y, por ende, evitar así la discriminación de las minorías más castigadas de Estados Unidos . Sin embargo, la administración Trump ha decidido que ha llegado el momento de levantar el pavimento de su antecesor para que el camino de acceso a la educación superior elimine los que considera obstáculos discriminatorios contra los alumnos más preparados. Es decir, Trump acaba con la discriminación positiva de las minorías avalada por Barack Obama.
Los departamentos de Educación y Justicia han anunciado que eliminan las directrices establecidas por Obama, que servían de guía a los centros académicos para sus políticas de admisión . El objetivo era que, para su selección, los campus tuvieran en cuenta el factor racial con el fin de fomentar la igualdad de oportunidades y un ambiente de convivencia entre personas de diferente origen y bagaje. Un objetivo cuyos métodos «abogan por preferencias políticas y posiciones que van más allá de los requisitos de la Constitución», según denuncian en una carta conjunta ambos departamentos para justificar su eliminación.
Tanto las directrices de tiempos de Obama como las que pueda promover ahora Trump no tienen rango de ley, pero las guías que desarrolla cada gobierno pueden influir en la resolución judicial de conflictos y determinar la pérdida de fondos federales en el caso de aquellos centros que no sigan sus preceptos. Con Trump están todavía por definirse las líneas maestras, que cuando menos parecen fundamentarse en el principio de «neutralidad racial» de la presidencia de George W. Bush.
Anurima Bhargava, una de las autoras de la guía de Obama, denunciaba en The New York Times que la supresión de ésta busca, entre otras cosas, resolver contra la Universidad de Harvard una denuncia por discriminación. Se trata en concreto de una demanda de Students for Fair Admissions (Estudiantes por Admisiones Justas), organización de corte conservador que sostiene que la discriminación es contra los blancos . Irónicamente, en el caso de Harvard, las denuncias parten de una minoría creciente en el país, los americanos de origen asiático, algunos de cuyos miembros dicen verse perjudicados por el hecho de que las cuotas raciales sean determinantes en la selección, y no exclusivamente los méritos académicos.
El caso de Harvard acabará muy probablemente en la Corte Suprema, que en varias ocasiones se ha manifestado favorable a la discriminación positiva. La última vez fue en 2016, con un resultado final de 4 votos a 3 contrarios a la demanda de una mujer blanca que se sintió discriminada por la Universidad de Texas . Claro que los vientos soplan ahora en otra dirección tras la anunciada retirada del juez Anthony M. Kennedy. Trump ha anticipado que el próximo lunes presentará a su candidato o candidata a formar parte de la máxima instancia judicial del país, por lo que todo indica que la nueva composición del tribunal será más proclive a sentenciar en otro sentido.
Mientras organizaciones conservadoras como el Center for Equal Opportunity (Centro para la Igualad de Oportunidades) celebran el giro, otras como la National Education Association (Asociación Nacional de Educación), con cerca de tres millones de afiliados en el sector de la educación pública , lo lamentan. Su presidenta, Lily Eskelsen García, ha hecho llegar a ABC un comunicado en el que denuncia que «el Departamento de Educación le ha vuelto a fallar a nuestros alumnos» y defiende que la discriminación positiva «promueve la diversidad de relaciones, aborda los prejuicios implícitos y beneficia a posteriori a los estudiantes en sus comunidades y futuros lugares de trabajo».
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