Trump defiende que sólo el Ejército puede sofocar la ola de disturbios
El presidente visita el último foco de la protesta, en Wisconsin, para dar las gracias personalmente a los soldados reservistas que han sido desplegados
Desafiando a los demócratas que gobiernan la ciudad y el estado, además de al resto de sus críticos, el presidente Donald Trump visitó ayer Kenosha para dar personalmente las gracias a los 1.500 soldados reservistas de la Guardia Nacional que han sofocado los disturbios y saqueos posteriores al tiroteo policial, ocurrido el 23 de agosto, de Jacob Blake, un hombre de raza negra que se encuentra en estado grave. «La violencia acabó en cuanto la Guardia Nacional puso el pie aquí», dijo el presidente estadounidense al llegar a la ciudad de Wisconsin en la que han muerto dos personas en la protesta racial posterior a la muerte de Blake.
«Creo que mucha gente ve lo que está sucediendo en estas ciudades gobernadas por demócratas y es repugnante», dijo Trump. Después instó a los gobernadores y alcaldes que estén lidiando con disturbios a que le pidan al Gobierno federal el despliegue de la Guardia Nacional . «Estamos listos para actuar con toda nuestra fuerza, en 15 minutos solucionaríamos sus problemas», añadió. El presidente, acompañado del fiscal general, William Barr, y el secretario de Seguridad Nacional, Chad Wolf, inspeccionó personalmente los restos de un edificio incendiado durante los disturbios además de un instituto de secundaria y una tienda que fueron también vandalizados. Después anunció ayudas millonarias a los afectados por los disturbios: 42 millones de dólares (35 millones de euros) en ayudas policiales y de seguridad, y cuatro millones a pequeños negocios.
En las calles recibieron a Trump tanto partidarios como detractores, una muestra de lo reñida que está la campaña de cara a las elecciones del 3 de noviembre. En algunas pancartas se leía: «Gracias por salvar nuestra ciudad». En otras: «No es mi presidente».
Kenosha es una ciudad de 100.000 habitantes a medio camino entre Milwaukee y Chicago. Trump ganó en 2016 el estado en el que se encuentra, Wisconsin, por 20.000 votos. Antes, en 2008 y 2012, la mayoría de votantes allí optó por el demócrata Barack Obama.
Es insólito que a un presidente de EE.UU. se le desaconseje revisar en persona a tropas desplegadas, más si es dentro de territorio nacional y para sofocar disturbios, saqueos y demás actos de vandalismo que han dejado muertos. Pero los demócratas, encabezados por el candidato a la presidencia Joe Biden , han acusado a Trump de incitar la violencia por motivos electorales, de ahí que tanto el alcalde de Kenosha, John Antaramian, como el gobernador de Wisconsin, Tony Evers, pidieran a Trump que se quedara en Washington, sin éxito. El presidente insistió que iba a Wisconsin en señal de gratitud con los 1.500 reservistas desplegados.
La protesta en Kenosha se enmarca en todo un movimiento nacional de repudio del racismo y la brutalidad policial avivado tras la muerte por asfixia de George Floyd en Mineápolis, el 25 de mayo, después de que un agente le hincara la rodilla en el cuello durante ocho minutos. Hubo al principio protestas pacíficas, que pronto devinieron en disturbios y saqueos que llegaron hasta las puertas mismas de la Casa Blanca, cuando una turba intentó derribar la estatua ecuestre del séptimo presidente, Andrew Jackson, que tuvo esclavos. Entonces, Trump desplegó al Ejército en la capital, el único lugar dentro de EE.UU. donde puede hacerlo al ser distrito federal.
En el resto del país, y salvo que se declare una insurrección y el presidente deba actuar de urgencia, son los gobernadores de los 50 estados los únicos que pueden solicitar el despliegue de la fuerza de reserva. Muchos, demócratas, se han resistido. No es el caso de Evers, gobernador de Wisconsin. El lunes, después de los disturbios en protesta por el tiroteo policial contra Blake, desplegó a un centenar de soldados. Cuando el martes murieron dos personas en Kenosha en una refriega con miembros de una milicia armada, el gobernador dobló el número de efectivos. Y al ver que la violencia no cesaba, pidió refuerzos a la Guardia Nacional de Michigan, Alabama y Arizona.
El presidente no se vio ayer con los padres de Blake, el hombre negro abatido a tiros en Kenosha. Según dijo un portavoz de la Casa Blanca, la familia de la víctima había pedido que hubiera un abogado presente, por lo que Trump se negó. Sí se vio con el pastor de la iglesia a la que acude la madre de Blake. Antes de que el presidente inspeccionara la zona, familiares y amigos de la víctima dieron una rueda de prensa de la que informó la cadena CNN. «Trump está aquí en Kenosha para sembrar el caos y el miedo, y rechazamos sus intentos de dividirnos», dijo Tanya McClean, portavoz de la familia. «No necesitamos más dolor y división por parte de un presidente decidido a hacer su campaña electoral a expensas de nuestra ciudad. Queremos justicia», añadió Justin Blake, tío de la víctima. Muy polémica ha sido la defensa de Trump de Kyle Rittenhouse, un menor de 17 años que fue detenido en Illinois como principal sospechoso de la muerte de dos personas durante una refriega en Kenosha el martes 26 de agosto. El detenido se había paseado armado con un fusil por las calles de la ciudad horas antes de la muerte de las dos víctimas, ambas partícipes en los disturbios contra la brutalidad policial. «Parece que lo que hacía era intentar zafarse de ellos. Se vio en apuros y podría haber sido asesinado», dijo el presidente el lunes en una rueda de prensa.
La semana pasada, durante el congreso del Partido Republicano que le aclamó como candidato a la reelección, Trump se presentó como «el candidato de la ley y el orden», capaz de movilizar al ejército para sofocar protestas y disturbios. También acusó Trump a los demócratas, y a su líder Joe Biden, de fomentar el caos y la violencia para sacar tajada electoral. Ayer fue un paso más lejos y denunció que muchos de los disturbios los instigan agitadores profesionales que se mueven dentro de EE.UU., de un estado a otro, en avión. «Un pasajero en un avión me dijo que vio a unas seis personas entrar en el vuelo, y lo que pasó es que todo el avión se llenó de saqueadores, anarquistas, alborotadores, maleantes. Esa persona se sintió muy incómoda en el avión», dijo ayer el presidente antes de embarcar en el avión Air Force One.
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