Trudeau salva el cuello pero sale debilitado en su reelección
El primer ministro de Canadá se mantiene en el poder pese a perder el voto popular, pero se queda con un Gobierno en minoría que le fuerza a pactos con la oposición
Justin Trudeau emergió en el escenario del Palacio de Congresos de Montreal en la madrugada del martes, cuando ya se había confirmado su reelección como primer ministro , en directo para todo Canadá. Fue todo sonrisas, aspavientos de felicidad y pulgares al aire. «De costa a costa, esta noche, los canadienses han dado la espalda a la división y la negatividad», dijo en el arranque de su discurso, repleto de lugares comunes de su marca política optimista y «soleada»: «Queremos dificultades para nadie y prosperidad para todos», «daremos voz a los que no la tienen», «avanzaremos juntos hacia un mejor futuro…».
El líder del Partido Liberal sonó más impostado de lo habitual porque dejó fuera otra realidad: perdió la mayoría absoluta con la que ha gobernado desde 2015, tendrá que pactar o encontrar socios de Gobierno y su principal rival, el conservador Andrew Scheer , se impuso en el voto popular. En televisión, Trudeau aparecería exultante, entre vítores de seguidores. Pero el ambiente en ese mismo ese escenario durante el recuento fue muy diferente y más cercano a la realidad del resultado electoral: una alegría calmada, casi aliviada, después de que el primer ministro lograra salvar el cuello tras temerse por su reelección.
Ni los más optimistas esperaban reeditar la mayoría absoluta, después de que los sondeos establecieran un empate en intención de voto entre liberales y conservadores durante la campaña. Trudeau llegaba con su imagen -su gran activo- erosionada por una acumulación de escándalos: patinazos internacionales -un viaje sonrojante a India y unas vacaciones pagadas por el Aga Khan en Bahamas-; presiones a la fiscal general, Jody Wilson-Raybould, para dar trato de favor a una gran empresa -como revancha, la fiscal ha robado un escaño como candidata independiente -; y la aparición de fotos con Trudeau disfrazado como un negro en plena campaña. «Los resultados son mejores de lo que esperábamos», aseguraba a este periódico Mark, al lado del escenario. «La gente tuvo miedo de que llegara un gobierno conservador cuando aparecieron esas encuestas y movilizó a los votantes». Otros, como Antoine, que trabajó como voluntario en la campaña, reconoció que el objetivo era la mayoría absoluta, «pero el gobierno en minoría es un buen resultado».
La mayoría absoluta en Canadá está en 170 escaños y el partido de Trudeau se quedó en 157 , muy por debajo de los 184 de 2015. Los conservadores llegaron a 121, un avance frente a los 99 de las últimas elecciones. Pero las elecciones se miden por las expectativas con las que se llega a la noche electoral. Trudeau estaba en peligro de pegarse un batacazo histórico y ganó el partido por la mínima. Scheer amenazaba con devolver al poder a los conservadores y, aunque cosechó más votos que Trudeau, la distancia en escaños es insalvable.
Scheer celebró que su partido ha puesto «bajo aviso» a Trudeau , del que en 2015 se decía que gobernaría durante ocho o doce años. «Señor Trudeau, cuando su Gobierno caiga, los conservadores estaremos listos y ganaremos».
Era una referencia a la posición débil con la que gobernará Trudeau, que estará sobre el alambre los próximos cuatro años. Su socio lógico es el NDP, el partido a su izquierda, cuya representación se ha desplomado -ha pasado de 44 a 24 escaños- sobre todo por sus pérdidas en Québec. En la noche electoral, su líder, Jagmeet Singh, aseguró que había hablado con Trudeau para decirle que su partido «trabajará duro para asegurarse de que avanzamos en las prioridades de los canadienses». El primer ministro tendrá que hacer cesiones en materias como lucha contra el cambio climático, financiación del acceso a medicamentos o presión fiscal sobre rentas altas. La opción de una coalición -una fórmula con poca tradición en Canadá- no es probable, y todo apunta a que Trudeau buscará apoyos puntuales para sus políticas, lo que también le puede hacer más vulnerable.
También obtendría votos suficientes con el Bloc Québecois, el partido independentista de Québec, la única formación que ayer podía descorchar un espumoso. Pasa de 10 a 32 escaños , tras el descalabro de los liberales e izquierdistas en la provincia francófona, de donde es Trudeau. Aunque el Bloc ha dejado de lado las ansias separatistas en el último año -no cuentan con apoyo popular- resulta imposible pensar que Trudeau los tenga como socios, después de haber atacado su discurso nacionalista y divisor en campaña. El líder independentista, Yves-François Blanchet, coló la política española en su discurso y exigió a Trudeau que reclamara la liberación de los políticos catalanes presos.
Fue un resultado modesto para Trudeau en una campaña descafeinada, sin grandes propuestas, dominada por ataques personales que han decepcionado a los electores y alrededor de candidatos que no entusiasman. Quienes salían de la celebración discreta de los liberales se encontraban las calles de Montreal desiertas, como cualquier madrugada de lunes. « Yo no voto », confesaba Sam, un joven de Toronto, tras unas elecciones en la que la participación ha caído casi dos puntos y medio, hasta el 65,9%. «Al final, significa subir un poco más o menos los impuestos. Aquí no va a haber ninguna revolución. Esto es Canadá, hombre».
Noticias relacionadas