Tras tres años de conflicto, la República Centroafricana se enfrenta ahora al hambre

Con cerca del 75 por ciento de la población dependiendo de la agricultura, el receso en la producción amenaza la seguridad alimentaria del país

EDUARDO S. MOLANO

Tres años después del inicio del conflicto armado, la mitad de la población de la República Centroafricana se enfrenta a una crisis alimentaria, según denuncia Naciones Unidas .

«La situación es grave. La mitad de la población se enfrenta el hambre» , asegura Bienvenu Djossa, director del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en la República Centroafricana. «Es crucial que continuemos ayudando a los más vulnerables, que necesitan asistencia alimentaria de emergencia para sobrevivir», añade.

Según un informe realizado de forma conjunta con la organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO), el pasado año, la producción agrícola total del país africano fue un 54 por ciento menor del promedio anterior a la crisis .

En este sentido, la cosecha de cereales continuó disminuyendo en cerca de un 70%.

«Las últimas cifras son motivo de preocupación, no sólo porque la gente se salte las comidas y disminuya raciones, sino también porque optan por alimentos menos nutritivos que aportan menos proteínas y vitaminas de las necesarias », aseguró Jean-Alexandre Scaglia, representante en el país de FAO.

«Cerca del 75 por ciento de las personas en la República Centroafricana dependen de la agricultura, y con la temporada de siembra que comienza en menos de dos meses, ahora impulsar la agricultura es crucial para la revitalización de la economía y la estabilidad en el país», agregó.

Los orígenes del conflicto

En marzo de 2013, un golpe de Estado del grupo insurgente Seleka, quien se había alzado en armas tres meses antes, provocaba la salida del país del presidente François Bozizé y abría un conflicto político en el país africano. Entonces, el movimiento Seleka -un paraguas rebelde formado por facciones disidentes de la Unión de Fuerzas Democráticas para la Integración (UFDR), la Convención de Patriotas para la Justicia y la Paz (CPJP) y el Frente Democrático de los Pueblos de África Central (FDPC)- contaba con una base operativa cercana a los 3.000 miembros.

Sin embargo, huidos los soldados de fortuna que componían sus fuerzas (mercenarios originarios de Chad y Sudán, quienes aterrizaron en el conflicto bajo la promesa de ser recompensados con las ingentes reservas que dispone el país), son ahora las milicias anti-balaka (patrullas urbanas que se han tomado la justicia por su mano), quienes claman venganza contra todo lo que es musulmán .

Se estima que desde el inicio del conflicto actual, hace casi tres años, cerca de un millón de personas han sido desplazadas por la violencia. Es decir uno de cada cinco habitantes de la República Centroafricana. Pero hay otros números también a tener en cuenta:

Por ejemplo, cerca de 10.000 menores edad han sido reclutados por las fuerzas en conflicto. De igual modo, a día de hoy, 620.000 personas no tienen acceso a medicamentos básicos. Todo ello, en una de las crisis más olvidadas.

El drama no fue solo humano. En 2014, un estudio llevado a cabo por Oxfam y Acción Contra el Hambre denunciaba que la crisis amenazaba con colapsar el sistema económico del país, tras el éxodo llevado a cabo por la población musulmana .

Por aquellos días, ya se advertía que el aspecto económico del conflicto no debía ser subestimado: Casi todos los comerciantes eran musulmanes y, ahora, con su partida, aumentan las dificultades para encontrar géneros importados (aceite, sal, azúcar...) , cuyos precios aumentan rápidamente. Y a cambio, los productos vendidos por la población local (yuca, maní...) pierden valor y su precio se desploma.

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