¿Es todo el islam islamista?

La desafortunada decisión del Gobierno austriaco de elaborar y subir a internet un mapa interactivo de mezquitas presuntamente radicales ha vuelto a poner en estado de alerta a la minoría musulmana europea, que advierte en el paso dado por Viena un gesto alarmante de islamofobia. Las protestas lograron neutralizar la iniciativa, pero no la polémica. Varios dirigentes de partidos de izquierda -la tendencia más activa en la defensa de las minorías musulmanas- han lamentado estos días la «confusión entre islam e islamismo» , que conduce a muchos a considerar radicales a todos los mahometanos por el mero hecho de ser practicantes. Una iniciativa como la austriaca -que en la práctica llevan a cabo todos los servicios policiales en Occidente, para detectar mezquitas vinculadas al terrorismo yihadista o a predicadores del odio- se ha convertido en dinamita política al romper la exigencia de confidencialidad.

Hasta el nacimiento del 'islamismo' como ideología política , tras la Segunda Guerra Mundial, nada oponía en términos teóricos al islam y la democracia. Los peritos musulmanes suelen referirse a la práctica de la Shura, el consejo dentro de la comunidad islámica donde se toman las decisiones, para demostrar que ambas realidades no son incompatibles. Hay países -no muchos, es cierto- con mayoría musulmana y regímenes políticos democráticos y liberales. Hasta la llegada al poder de Erdogan, líder de un partido islamista moderado, Turquía era uno de ellos.

El islamismo político suele vincularse al nacimiento del movimiento de los Hermanos Musulmanes en Egipto . Y a su lema, 'el islam es la solución'. Simple pero muy eficaz. Su discípulo más aventajado, Sayid Qurab , ahorcado por Nasser en 1966, predicó hasta la saciedad la legitimidad de la violencia, también la terrorista, para imponer el islam por la fuerza. Primero en el mundo árabe y luego en el resto del planeta. Qurab seguía así la huella de la yihad , la guerra santa, de los albores de la religión del Corán.

El islamismo moderado defiende la imposición del modelo musulmán de sociedad por la vía pacífica, también por las urnas. El islamismo radical sublima en cambio la vía de la violencia, también terrorista, con argumentos religiosos que encuentra fácilmente en la literalidad de algunos versículos del Corán. Ambos coinciden en la necesidad de establecer como obligatoria para todos la Sharía , la ley civil y penal islámica. Una construcción que en muchos terrenos -el matrimonio, la familia, las leyes penales y la igualdad entre hombre y mujer- está en las antípodas de la tradición cristiana o simplemente liberal.