ASÍ LO CONTÓ ABC
«Toda señal de vida ha quedado extinguida»
El 6 de agosto de 1945 llegó un telex a la Redacción de ABC con los primeros datos de la bomba atómica sobre Hiroshima
![«Toda señal de vida ha quedado extinguida»](https://s2.abcstatics.com/media/internacional/2020/08/09/hiroshima-hemeroteca-kMKE--1248x698@abc.jpg)
«La bomba atómica es una realidad. El presidente Truman ha anunciado que ha sido utilizada por primera vez contra el Japón con una potencia igual a 20.000 toneladas de trinitrotolueno. Su poder explosivo es 2.000 veces superior al de la bomba británica conocida como “revienta manzanas”, de 10.000 kilogramos, que era hasta ahora la de mayor potencia». No habían pasado ni 15 horas desde que Hiroshima había sido arrasada, cuando los lectores de ABC recibían en sus quioscos la primera información de la hecatombe .
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Según un telex llegado a nuestra redacción el mismo 6 de agosto de 1945, el secretario de Guerra norteamericano, Henry L. Stimson , desconocía los daños causados: «Sólo se sabe que la zona está cubierta por una impenetrable capa de humo y polvo». En las crónicas de los días siguientes tampoco se hablaba de los 166.000 muertos y 130.000 heridos que produjo, pero sí de la devastación. «Toda señal de vida ha quedado extinguida en Hiroshima. Hombres, animales, plantas e insectos han perecido abrasados por el fuego o por efecto de las horribles ondas de aire incendiado. Resulta imposible hacer el recuento de víctimas, ya que los restos no pueden ser identificados. La ciudad ha dejado de existir», podía leerse en la edición del 9.
![Portada del 25 de agosto de 1945](https://s3.abcstatics.com/media/internacional/2020/08/09/hiroshima-hemeroteca-kCKI-U401083389256YnE-220x270@abc.jpg)
Todavía el presidente Truman no había ordenado el ataque sobre Nagasaki , aunque ABC se hizo eco del «segundo ultimátum» lanzado por Estados Unidos un día antes de que la segunda bomba atómica causara otros 40.000 muertos con la explosión y 20.000 más por las secuelas en lo que quedaba de año. En sus «Diarios de Hiroshima» (Círculo de Lectores, 2005), el doctor Michihiko Hachiya recuerda aquella mañana como tibia, apacible y hermosa. Estaba tranquilamente en su casa mirando por la ventana cuando «un resplandor intenso me devolvió a la realidad; luego, otro. Las sombras del jardín se desvanecieron. El panorama poco antes luminoso y soleado era ahora oscuro, brumoso. ¿Qué había ocurrido?».
«Seis kilómetros cuadrados y medio, es decir, el 60% de la extensión de Hiroshima, han quedado reducidos a la nada como consecuencia de la bomba atómica. La nube de humo que se elevó sobre el objetivo después de la explosión tenía la forma de una seta y alcanzó una vez y media la altura de Everest, extendiéndose por completo durante más de doce horas sobre una vasta región», contábamos. Había sido lanzada desde un B-29 a 9.450 metros de altura y explotó antes de tocar tierra, a 600 metros de altitud. En Nagasaki lo hizo a 469 metros.
En el comunicado publicado por ABC, Truman reconoció que, en 1942, ya sabía «que los alemanes trabajaban febrilmente para encontrar la forma de unir la energía atómica a otros inventos de guerra con los que esclavizar al mundo, pero fracasaron. Los norteamericanos ganaron la batalla». «Se abre ahora una nueva etapa revolucionaria en la ciencia de destrucción», advertía otra declaración remitida por la agencia Efe desde Washington.