Theresa May vive sus horas más bajas en los sondeos por la negociación del Brexit

Solo el 22 por ciento de los británicos cree que está haciendo un buen trabajo; hace un año, el 55 por ciento respaldaba su gestión

Iván Alonso

No hay día en el que Theresa May reciba buenas noticias. Cuando debería estar de vacaciones -esta semana ha hecho un alto en el camino para reunirse con Nicola Sturgeon entre otros dirigentes- la primera ministra británica se volvió a encontrar ayer con otra encuesta (realizada por la agencia ORB) que echa por tierra su trabajo para el Brexit y su forma de llevar las negociaciones. Solo el 22% de los ciudadanos de Reino Unido apoya la gestión que la «premier» británica está realizando en el proceso de salida de Reino Unido de la Unión Europea. Es la cifra más baja que se ha registrado hasta ahora y que ha ido bajando considerablemente desde que a mitad del año pasado se situara en el 55%.

Por si fuera poco, esta encuesta (en la que han participado alrededor de 2.000 personas) también pone de manifiesto la desconfianza de los británicos en que su líder arranque un acuerdo óptimo de las negociaciones con la UE. Hasta un 60% de los encuestados piensa que se está equivocando y que lleva al país en dirección equivocada.

La forma en la que el Gobierno británico está llevando el Brexit, completamente dividido y con volantazos continuos en sus decisiones, no parece estar gustando a la población. Esta ya ha dado muestras de no ver con malos ojos, incluso, la celebración de un segundo referéndum para votar sobre si salir o no de la UE. Periódicos como «The Times» realizaron hace escasos días diferentes sondeos en los que un 42% de la población apoyaría ese segundo plebiscito frente al 40% que se posicionaba en contra.

Es la primera vez en lo que llevamos de Brexit que los partidarios de ese nuevo referéndum superan a los contrarios y, unido al dato de la desconfianza en May, la división en la sociedad, al igual que en la política, es cada vez mayor.

Brexit sin acuerdo

No ayudan las alertas que los diferentes ministros británicos han ido pregonando en los últimos días y que han reactivado la posibilidad de que no haya acuerdo entre las dos partes y que la relación se termine de forma abrupta. El último en unirse a este club ha sido el titular de Comercio Internacionales, el euroescéptico Liam Fox. «Las posibilidades de que no se logre un pacto con la UE sobre la futura relación comercial entre ambas partes son en este momento de un 60 % frente a un 40 % de que sí se alcance», ha afirmado en una entrevista al diario «The Times». Fox responsabiliza a la UE del mal estado de las negociaciones, alegando que todo es debido a la «intransigencia» de Bruselas . El ministro se refería a las dificultades y «escollos» que el negociador jefe del lado europeo, Michel Barnier, está planteando a las diferentes propuestas del lado británico. «Hemos establecido las bases para que haya un acuerdo, pero si la UE decide que la obsesión teológica de los no elegidos tiene prioridad sobre el bienestar económico de la población de Europa, entonces es un brexit de burócratas», agregó Fox, que volvía a situar la pelota en el tejado de los dirigentes comunitarios.

Voces de alerta

Un portavoz de May matizó las palabras de Fox afirmando que confía en alcanzar un acuerdo entre ambas partes: «Continuamos creyendo que el acuerdo es el resultado más probable, porque llegar a un buen pacto no solo va en favor de los intereses del Reino Unido, sino en los de la Unión Europea y sus 27 miembros », dicen desde Downing Street. Bien es cierto que no solo desde el Gobierno se levantan voces que auguran este difícil escenario, también soprendieron las declaraciones del gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, que afirmó la pasada semana que el riesgo de una ruptura sin acuerdo es «relativamente alto».

Lo que está claro es que la sombra de un Brexit sin acuerdo planea cada vez con más fuerza sobre Westminster. La propia May viajó a Francia la semana pasada para reunirse con el presidente francés, Emmanuel Macron, con objeto de intentar persuadirle y venderle su plan asegurándole que este beneficia a las dos partes. Algo que al dirigente galo no pareció convencerle mucho.

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