Los temblores de Merkel, resultado de un mal psicológico
Algunos analistas consideran que las enfermedades de los mandatarios no deben ser un secreto
El gobierno alemán intentó ayer disipar las preocupaciones sobre la salud de la canciller, Angela Merkel , de 64 años, después de que sufriera una segunda crisis de temblores en público en menos de diez días. « Se encuentra bien », insistía el portavoz del gobierno, Steffen Seibert, «no se cancela ninguna reunión, su agenda se mantiene». El nuevo episodio tuvo lugar durante una ceremonia oficial, la toma de posesión de la nueva ministra de Justicia, Christine Lambrecht, en el Palacio de Bellevue de Berlín.
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Merkel permanecía de pié junto al presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, cuando tuvo que sujetarse los brazos para evitar las evidentes sacudidas, que después se extendieron a su cuerpo y que duraron dos eternos minutos. En esta ocasión, un ujier se acercó para ofrecerle un vaso de agua con el que hubiera podido paliar la deshidratación, oficialmente la causa del problema, pero ella lo rechazó, seguramente porque en ese instante no era capaz de sujetar el vaso.
A causa del miedo
Los médicos, que hace días hablaban de falta de electrolitos, callaban ayer, ante la escasa probabilidad de una repetición. Solo horas después, ante la insistencia de las preguntas, fuentes del gobierno comentaron que la vibración se había debido a una cuestión psicológica. « Ha sido algo psicológico . El recuerdo de incidente de la semana pasada, la escenificación que se repetía, hizo que reviviese la vibración», afirmaba una fuente al tanto del reconocimiento médico indicado en tal circunstancia. Pero no fue posible confirmar si se produjo efectivamente ese reconocimiento y lo cierto es que hubo poco tiempo para ello.
Tras salir de Bellevue, Merkel se pasó todavía por el pleno del Bundestag y a primera hora de la tarde estaba embarcada en un avión rumbo al G-20 de Osaka, un vuelo de trece horas, de donde regresará a tiempo para asistir a la cumbre europea extraordinaria que arrancará en la tarde de domingo en Bruselas. En el avión en que viaja hay un médico, pero según las mismas fuentes del gobierno «eso es así de forma rutinaria, no porque ahora esté enferma». «Está sometida a mucho estrés durante mucho tiempo y el hecho de haber sido expuesta en el mundo entero sufriendo esos temblores bien puede producir ese efecto», confirmaba después el exjefe de planificación de la Cancillería, Wolfgang Nowak.
Restarle importancia
La canciller, que cumplirá 65 años el 17 de julio, lleva en el poder desde 2005 y perdió a su madre el pasado mes de abril , ha restado importancia a los hechos y asegura que terminará la legislatura.
El experto constitucionalista alemán Rupert Scholz recuerda que la Ley Fundamental no establece expresamente reglas firmes en el caso de que ocurra lo contrario. «Se supone que el canciller federal debe designar a uno de sus ministros para que sea su suplente si no puede atender el cargo», describe, «lo más lógico, en ese hipotético caso, sería que el gabinete tratase el tema, fuera designado el vicecanciller, en este caso el socialdemócrata y ministro de Finanzas Olaf Scholz, y que fuese él quien encabezase el gobierno hasta que, a propuesta del presidente federal, se celebrasen nuevas elecciones».
El artículo 69 de la Constitución alemana establece que el canciller y sus ministros están obligados a permanecer en sus cargos hasta el nombramiento de sus sucesores. « Todo eso no será necesario », insisten fuentes gubernamentales, «la canciller está bien, anhela sus vacaciones en julio, eso está claro, pero no hay de qué preocuparse». «La enfermedad de un jefe de gobierno no es un asunto privado y no debe ser ocultado», recordaba el analista Torsten Krauel, «el presidente Roosevelt, Willy Brandt y sus depresiones, Helmut Schmidt o Hans-Dietrich Genscher trataron de ocultar sus dolencias, pero hoy vivimos otros tiempos».