Teherán «modera» la represión policial de las protestas
Los manifestantes piden la salida de los ayatolás por mentir sobre el avión derribado
El Gobierno de Irán defendió su papel tras el derribo del avión de Ukranian International Airlines (UIA) y su portavoz, Alí Rabieí, declaró que «algunos funcionarios han sido incluso acusados de mentir y de encubrimiento pero, con toda honestidad, ese no fue el caso». Durante tres días las autoridades iraníes mantuvieron que el avión sufrió un «fallo técnico» y negaron la hipótesis del misil, que el propio Rabiei calificó como «parte de la guerra psicológica de Estados Unidos», pero que el sábado se confirmó como cierta. El portavoz argumentó que «lo que dijimos estaba basado en las informaciones que habían sido presentadas al conjunto del gobierno y según las cuales no había ningún vínculo entre el accidente y un disparo de misil». Una versión que contradice a la que presentó la Guardia Revolucionaria, responsable del programa balístico en el país, que aseguró haber informado desde el primer instante del « grave error humano ».
En medio de las distintas versiones ofrecidas por políticos y militares, las calles de Teherán volvieron a registrar movilizaciones para recordar a los 176 fallecidos y protestar contra las mentiras. Resulta complicado conocer la magnitud de estas protestas que, como se vio durante el fin de semana, por el día tienen su foco en universidades y al caer la noche pasan a las calles y plazas de la capital. En los vídeos que los manifestantes compartieron a través de las redes sociales se percibía el fuerte despliegue policial, incluso con unidades a caballo, y se escuchaban eslóganes como « ¡Clérigos, perdeos! », en alusión a la cúpula religiosa que lidera el país.
Circularon también imágenes de manifestantes que habrían sido heridos por fuego real, pero el jefe de la Policía, general Hosein Rahimi, negó el uso de armas de fuego y declaró a la televisión nacional que ordenó a los agentes «actuar con moderación». El recuerdo de la fuerte represión de las manifestaciones de noviembre, en las que murieron 300 personas según Amnistía Internacional (AI), cifra que no admitió Irán, llevó a Donald Trump a lanzar un mensaje vía Twitter para pedir a Teherán que «no mate a sus manifestantes».
Esta enésima escalada de tensión regional estalló el 3 de enero cuando Trump ordenó el asesinato del general Qassem Suleimani , líder de la Fuerza Quds, brazo exterior de la Guardia Revolucionaria. Después de tres días de luto nacional, los iraníes se vengaron con el lanzamiento de 21 misiles contras dos bases de Irak que usan las tropas estadounidenses. Fue en esa noche de venganza en la que el encargado de una batería antiaérea al sur de Teherán disparó contra el avión ucraniano al confundirlo con un misil de crucero enemigo.
Por otra parte, el Gobierno del Reino Unido convocó al embajador de Irán en Londres para trasladarle su malestar por la breve detención de su representante en Teherán.
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