Los talibanes logran su objetivo y EE.UU. firma su retirada de sus tropas de Afganistán

Después de casi dos décadas de guerra, la Casa Blanca acepta el repliegue completo de sus 13.000 soldados a lo largo de 14 meses tras un proceso negociador

El representante de EE.UU., Zalmay Khalilzad, y el de los talibanes, mulá Abdul Ghani Barada AFP
David Alandete

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Después de 18 años en una guerra que a Estados Unidos le ha costado 750.000 millones de dólares y la vida de 2.352 soldados, la guerrilla talibán bien puede proclamarse victoriosa. Sin más concesiones que las obvias de repudiar a Al Qaida y renunciar al terrorismo, el Gobierno de Donald Trump firmó este sábado un acuerdo con el grupo islamista , el mismo que enfundó a las mujeres en burkas y les negó la educación más básica, el que refugió a Osama bin Laden para que planificara los atentados del 11-S e hizo estallar por los aires los valiosísimos budas de Bamiyán por ser contrarios a las estrictas normal del islam con respecto al arte.

Ni siquiera exigió EE.UU. que a la firma de acuerdo, en Qatar, acudiera un representante del que se supone que es el gobierno legitimo de Afganistán , nacido de las urnas. El presidente Trump dijo ayer que el acuerdo es bueno porque «todos estamos ya cansados de esta guerra» y anunció que «en un futuro no muy lejano» se encontrará él mismo con los líderes de la guerrilla. «Hemos tenido un gran éxito en Afganistán matando a los terroristas, y es hora ya de que nuestros soldados vuelvan a casa», añadió en una conferencia en la Casa Blanca.

Según el acuerdo firmado ayer en Doha entre el enviado especial de EE.UU. para la crisis en Afganistán, Zalmay Jalilzad , y el número dos de la guerrilla talibán, el mulá Abdul Ghani Baradar , prevé la retirada completa de las tropas norteamericanas del país centroasiático en 14 meses . El 10 de marzo comenzará un proceso negociador en la ciudad noruega de Olso con el objetivo de negociar un cese permanente de hostilidades. En un plazo de entre tres y cuatro meses se replegarán 9.400 de los 13.000 soldados estadounidenses que quedan. Los talibanes quieren que antes de que comience el diálogo el Gobierno afgano libere a 5.000 presos en señal de buena voluntad.

El Gobierno afgano, sin embargo, se resiste. A pesar de sus intentos, EE.UU. no logró que las autoridades de Afganistán y la guerrilla talibán se sentaran en la misma mesa. Paralelamente al anuncio de acuerdo en Doha , el presidente afgano, Ashraf Ghani , arropado por la oposición, firmó en Kabul otro pacto con el secretario de Defensa norteamericano, Mark Esper , por el cual se compromete a apoyar el proceso de paz. Muchos de los 35 millones de afganos temen un regreso a aquellos años en que la vida pública estaba estrictamente segregada entre sexos y las niñas, analfabetas por ley, eran obligadas a casarse con hombres mucho mayores y a tener hijos de adolescentes.

Los compromisos que adquieren los islamistas a largo plazo son principalmente el compromiso de no volver a albergar a terroristas para que planifiquen desde allí ataques, además de repudiar a grupos como Al Qaida, Daesh y otros similares. Durante una tregua parcial declarada hace una semana y el periodo negociador, los talibanes renuncian a ataques suicidas, coches bomba, uso de morteros, y otras formas de insurgencia que han empleado abundantemente desde que fueron derrocados por las fuerzas armadas norteamericanas y sus aliados de la OTAN.

Derechos de mujeres

A la firma del acuerdo en Doha acudió el secretario de Estado, Mike Pompeo , quien instó a los talibanes a respetar los términos del acuerdo y los derechos básicos de la población afgana. Según dijo Pompeo, que ejerce de jefe de la diplomacia norteamericana, «los gobiernos afganos han fracasado porque no han sido lo suficientemente inclusivos. El Gobierno afgano de 2020, y de hecho el Afganistán de 2020, no es el mismo que en 2001». «Aprovechen el progreso histórico obtenido para las mujeres y las niñas y los avances obtenidos para todos los afganos», añadió.

Sí tuvo que decir después Pompeo, en una conversación con periodistas: «Sigo tan enfadado por el 11-S como el mismo día en que vi cómo Al Qaida derribó las Torres Gemelas en televisión. No vamos a arruinar lo que nuestros soldados han conseguido con su sudor y su sangre». La firma del acuerdo, sin embargo, la hizo la Casa Blanca tan discretamente como pudo, sin un anuncio formal del presidente o una conferencia previa en Washington.

La invasión de Afganistán, autorizada por el Capitolio, fue la respuesta inmediata del Gobierno de George W. Bush a los ataques terroristas de Al Qaida contra Nueva York y Washington, en los que murieron 2.996 estadounidenses. Los primeros detenidos, líderes de Al Qaida, fueron llevados al penal de la base naval de Guantánamo, donde varios de ellos todavía permanecen a la espera de juicio. Una década después del inicio de la guerra, las fuerzas especiales de EE.UU. capturaron y mataron a Bin Laden.

Tras ese hito, Barack Obama ordenó en diciembre de 2014 el final de las operaciones de combate, aunque eso no significó el final de la guerra: quedaron 13.000 soldados para labores de apoyo al Gobierno afgano y control de una insurgencia que nunca dejó de atentar contra civiles y militares. Según un pormenorizado recuento de la universidad norteamericana de Brown han muerto en la guerra 157.000 personas, 43.000 de ellas civiles.

Este es el segundo intento de Trump de conseguir el acuerdo con los talibanes. Les invitó a la residencia presidencial de Camp David en septiembre, pero anuló la visita en el último momento por un atentado en Afganistán en el que murieron dos soldados de la coalición internacional, uno estadounidense y otro rumano».

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