Francisco de Andrés

La superstición del divorcio

La cantinela de que ha llegado el momendo de romper el vínculo atlántico suena en ambas riberas

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Pocas realidades han demostrado mejor la sabiduría del adagio latino «Si quieres la paz prepara la guerra» que la actuación o la mera existencia de la Alianza Atlántica desde comienzos de los años 50 del siglo pasado. El pacto trasatlántico de defensa común entre Estados Unidos y Europa tiene en su haber muchas conquistas en tiempos de paz. Sin la OTAN no se entendería la excelente relación entre Francia y Alemania ni quizás la Unión Europea. Tampoco por supuesto la caída del bloque soviético. En España, y en general en las naciones meridionales del continente, es difícil percibir el papel que ha jugado y sigue jugando la Alianza Atántica para muchos países del centro y este de Europa encuadrados en su día en el Pacto de Varsovia. Ni sus miedos actuales ante el auge del autoritarismo y el expansionismo en la Rusia de Vladimir Putin.

Durante sus siete décadas de existencia, la OTAN ha sufrido algunas crisis importantes. La que atraviesa hoy –que se verá amplificada durante los próximos dos días de cumbre– es una de las más graves. Donald Trump ha dramatizado la situación con su desafortunada bronca a los principales aliados por su bajo gasto en defensa, inferior el 2 por ciento del PIB al que se comprometieron todos en su día. La cantinela de que ha llegado el momento de romper el vínculo trasatlántico vuelve a sonar en ambas riberas, esta vez por el interés cegato de quienes solo ven dividendos e intereses comerciales, y no la necesidad de preservar un vínculo preciadísimo de libertad y democracia.

Desgraciadamente, el canto de sirena que llega de Washington coincide con el auge de gobiernos populistas en Europa, que no ven más allá de las bardas del corral. Reducir la aportación de la OTAN a números y eslóganes baratos (los norteamericanos aportamos el gasto en defensa y los europeos aprovechan su riqueza para mejorar su calidad de vida y hacernos dumping) es un modo de manipular la realidad del pacto de seguridad occidental. Por una vez, Pedro Sánchez tuvo razón cuando, tras la carta de Trump, recordó que la OTAN es mucho más que un porcentaje de gasto.

La superstición del divorcio

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