Sudán del Sur: Ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y violaciones en grupo

A pesar de los acuerdos de paz de agosto, Naciones Unidas denuncia los crímenes cometidos por los actores de un conflicto que se prolonga desde diciembre de 2013

EDUARDO S. MOLANO

17 de agosto de 2015. Las lágrimas se deshacen en ríos en la mejillas de Rebecca Nyandeng De Mabior. Su agonía parece justificada: Tras veinte meses de cruentos combates y a pesar de que el acuerdo parecía próximo, finalmente, el pacto para poner fin al conflicto de Sudán del Sur se había roto desde el núcleo.

Ese día, en la capital etíope, Adis Abeba , los grupos rebeldes leales al exvicepresidente Riek Machar habían rubricado el pacto para poner fin a las hostilidades, según aseguraba a ABC James Gadet Dak, portavoz de las fuerzas opositoras, a los pocos minutos de producirse el acuerdo. Sin embargo, el Gobierno de Juba anunciaba que se otorgaba un margen de 15 días para consultar el texto y el presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, decidía por sorpresa no rubricar el tratado. Acuerdo sí, pero solo al 50 por ciento .

A solo unos segundos de tocarse con los dedos, la paz se derretía. Rebecca Nyandeng De Mabior, esposa del histórico padre de la patria sursudanesa, el fallecido John Garang, no podía contener su desesperación. Sus lágrimas eran las de un pueblo hastiado por un conflicto eterno.

No obstante, días después, el presidente Salva Kiir optaría por el sentido común y por la firma definitiva de un acuerdo que debía poner fin a un conflicto que se prolonga desde diciembre de 2013. Entonces, la paz volvía de nuevo a Sudán del Sur.

Ahora, apenas cinco meses después, se demuestran las mentiras .

El Gobierno y las fuerzas rebeldes de Sudán del Sur, en conflicto desde diciembre de 2013, han perpetrado ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y violaciones en grupo, según denuncia un nuevo informe de Naciones Unidas .

«Muy pocos lugares en las zonas de conflicto han estado a salvo, ya que las partes han atacado intencionalmente refugios tradicionales, como lugares de culto, hospitales y , de vez en cuando, las bases de las Naciones Unidas», asegura el documento. «Estos ataques revelan un desprecio chocante por la vida, con un número cada vez mayor de grupos armados involucrados en la violencia», añade.

El origen de los enfrentamientos se remonta a finales de 2013, cuando el actual presidente, Salva Kiir, de la etnia dinka, acusó a su histórico rival político, el exvicepresidente Riek Machar, de la etnia nuer, de planear la toma del poder por la fuerza, lo que degeneró en disturbios armados en amplias regiones del país.

En agosto pasado, es cierto, ambos rivales acordaban poner fin a las hostilidades. Aunque nada de esto se ha producido. Es más, desde entonces, en las comarcas centrales y meridionales del estado de Unity, decenas de pueblos han sido arrasados, los cultivos de alimentos destruidos y el ganado saqueado , en una estrategia deliberada por el Gobierno y el Ejército para privar a los civiles de cualquier fuente de sustento y forzar su desplazamiento.

La guerra de Kiir y Machar

«Ésta es sola una lucha por el poder», recordaba recientemente a ABC el líder opositor Lam Akol, quien lamentaba que estas conversaciones de paz no fueran inclusivas con todos los grupos. «Kiir y Machar son culpables de la actual crisis, así como la vieja cúpula que se sublevó (…) Estamos en el filo (del abismo). Si esta guerra continúa por uno o dos años más, será un desastre», advertía el ahora líder de la oposición política.

La propuesta de los negociadores en agosto implicaba la creación de un Gobierno de unidad (donde Machar actuaría de vicepresidente) de 30 meses de duración . Concluido ese plazo, se celebrarían elecciones con la posibilidad de que ambos políticos presentaran su candidatura.

A pesar de las buenas intenciones de cara a la galería, en el documento de Naciones Unidas se narran al menos 280 casos de violencia sexual relacionada con el conflicto, incluyendo violación en grupo, esclavitud sexual y aborto forzado, así como un fuerte aumento en el reclutamiento de menores soldado, con un mínimo de 13.000 y 15.000 niños soldados captados, principalmente, pero no de forma exclusiva, por las fuerzas de la oposición.

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