Someten a un análisis de ADN a todos los hombres de un pueblo para resolver un asesinato de 1996
El 11 de mayo de 1996, Claudia Ruf desapareció cuando paseaba al perro de un vecino en Grevenbroich. Su cadáver apareció días más tarde
La respuesta de la población masculina de Hemmerden en Westfalia del Norte, un pueblecito de 2.500 habitantes , ha sorprendido a las unidades científicas de la policía federal, que el pasado fin de semana han tomado ya muestras de ADN a 700 barones. Incluso desde los pueblos de los alrededores han acudido personas dispuestas a aportar su muestra de forma voluntaria. El objetivo es reabrir el caso de Claudia Ruf , una niña de 11 años violada y estrangulada en 1996. Entonces, la tecnología no permitía una rastreo masivo de pruebas genéticas, pero hoy sí es posible y, si el caso es resuelto, la policía alemana podrá modificar sus protocolos y reabrir numerosos casos que en el pasado quedaron sin resolver.
Hemmerdem se extiende en poco más de diez kolómetros cuadrados. Es el típico pueblo en el que nunca pasaba nada hasta aquella tarde de sábado, hace ya 23 años. El 11 de mayo de 1996, Claudia desapareció cuando paseaba al perro de un vecino en Grevenbroich. «DJ» regresó solo a casa y el pueblo entero la buscó hasta que, dos días más tarde, unos paseantes encontraron su cadáver, parcialmente enterrado y desnudo, a 70 kilómetros de distancia de su casa. El asesino había intentado quemar el cuerpo pero, posiblemente por las prisas, quedaron huellas genéticas sin destruir.
« La vida en el pueblo no ha sido la misma desde entonces . Aquí se conoce todo el mundo. Esa familia quedó destruida y entre la gente ha quedado una especie de desconfianza por sospechar que hay un asesino así entre nosotros», dice un vecino del pueblo, Josef Hillenbrandt. El pasado fin de semana fueron tomadas ya 700 muestras y el próximo sábado se reanuda la operación. En la escuela del pueblo volverá a ser instalado el sencillo dispositivo para recoger muestras de saliva y se esperan de nuevo colas de larga duración, en respuesta al padre de la niña, Friedhelm Ruf , que ha hecho un emotivo llamamiento en video pidiendo colaboración ciudadana.
«Después de más de 23 años, hay una gran posibilidad de resolver el triste destino de mi hija . El autor del crimen ha sido capaz de esconderse entre nosotros demasiado tiempo», decía, «es hora de hacer justicia». «Nos llena de esperanza esta respuesta, ha venido mucha más gente de la llamada, hombres de otros pueblos, y eso nos ha hecho sentir que no estamos solos, que aunque sea un pueblo pequeño sí importa lo que aquí suceda», dice el dueño y camarero del único bar en muchos kilómetros a la redonda, el Hill Billy.
Todos los hombres que tenían al menos 14 años en 1996, también los que desde entonces han cambiado de residencia, han sido llamados a participar en las pruebas de ADN . Stefan Oberlies, que tiene ahora 46, recuerda «el mazado que supuso para el pueblo aquel asesinato, no solo por la pérdida de la niña, que fue brutal, sino por el hecho de interiorizar que algo así podía quedar impune». Fue uno de los primeros en acudir a realizarse la prueba de ADN, «espero que encuentren al culpable».
Reinhold Jordan, responsable de la investigación, calcula que el análisis de las muestras tardará entre cuatro y ocho semanas en estar listo . La policía ya comprobó 350 pruebas de ADN en 2010, pero no hubo avances, y los investigadores se sirven ahora de una reciente modificación legal que permite que las muestras muy similares, de parientes, aparezcan marcadas en los resultados. Solo desde 2017, la ley alemana permite determinar, en función de los resultados del ADN, si un pariente cercano obvio podría ser el culpable de un crimen. El perfil de ADN creado en laboratorio permite determinar las relaciones con la causa y los analistas de la Oficina Estatal de Policía Criminal de Renania del Norte-Westfalia sospechan que el culpable formaba parte del entorno de la niña en el pueblo, por eso la muestra masiva de ADN es tan relevante.
En total, han sido contactados por la policía 870 hombres que tenían entre 14 y 70 años y vivían en Hemmerden, aunque también se han presentado muchos otros de forma voluntaria. «Para que se vea en el pueblo que yo no fue, que no tengo ningún problema en que analicen mi ADN», explicaba uno de ellos. Otros 800 hombres, que desde entonces han mudado su residencia desde este pueblo y los alrededores, serán igualmente examinados. Solo en el primer día de muestreo se tomó el ADN de 480 voluntarios. Algunos, que por su edad ya no pueden trasladarse solos, fueron recogidos en sus domicilios por el servicio de conducción de la policía. «Es hora de acabar con esto», relataba otro señor, «durante años, si uno cambiaba las ruedas del coche, el pueblo entro rumoreaba que podía estar ocultado pruebas. Un accidente doméstico, y todos hablaban sobre un intento de suicidio porque no podía seguir viviendo con la culpa… este pueblo necesita recuperar la vida normal o nos vamos a volver locos».
«Estuvo con nosotros esa tarde, quería que mi hija fuese con ella a pasear al perro, pero no tenía tiempo», recuerda una vecina, «jugaban juntas en el sendero al borde de los campos, donde los niños habían construido un refugio en el terraplén, una casa en los árboles. Creíamos que los niños estaban a salvo en el pueblo, que podíamos estar tranquilos cuando salían a jugar, pero todo eso se acabó desde entonces. Le pudo pasar a cualquiera y hemos vivido con ese trauma todos estos años. Solo nos queda esa última esperanza, que cojan al que lo hizo».
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