Solidaridad espontánea y calma alrededor de la torre
«Muchos hombres habían salido fuera a rezar por el Ramadán y eso salvó vidas», explica una vecina
A las dos de la tarde, las mangueras de los bomberos siguen refrescando los restos de la torre Grenfell , construida en 1974, que ahora es un esqueleto negro del que continúa saliendo un humo blanquecino. El edificio, en contra de lo que se temía inicialmente, no se ha derrumbado y de hecho los bomberos continúan trabajando dentro. Ha habido algún rescate heroico y casi milagroso, pues todavía se evacuó a vecinos de la torre a las nueve horas de iniciado el incendio.
Unos cuatrocientos metros antes de la llegada a la torre la policía acordona la zona. El edificio de 24 plantas quemado es una aparición espectral, que se eleva sobre un barrio de casas bajas de ladrillo de protección oficial, Lancaster West Estate, que agrupa mil viviendas y del que formaba parte Grenfell Tower. Las calles y las casas de dos plantas están bastante cuidadas, a diferencia de otros «estates londinenses». Vecinos de todas las razas, con muchas personas negras y bastantes vestidas al modo islámico , observan con rostro más bien perplejo como se va a apagando la torre.
Las instalaciones del Portobello Rugby Club se han convertido en punto de encuentro e información. En su puerta se han colgado algunos pasquines que estremecen, como uno que sobre la foto de una sonriente mujer de aspecto africano reza: « Mi amiga Khadija live en el piso 20 de Grenfell Tower . Todavía no hemos sabido de ella. Por favor, si alguien sabe algo que llame a este teléfono».
Vecinos voluntarios y personal del burgo de Kensington y Chelsea reparten agua, en una mañana de bastante calor. Las iglesias de la zona se han convertido en centros de acogida y se ve a personas entrando con colchas y bocadillos. En un centro comunal, personas con tocado sij bajan de un pequeño utilitario cajas con comida, botellines de agua y papel higiénico . A las puertas del centro, una cartel advierte: «Desafortunadamente ya no podemos aceptar más donaciones de ropa. Por favor, llévenlas al Ejército de Salvación en Portobello Road».
En cuanto vimos que era un incendio salimos corriendo. Fue todo rapidísimo. El fuego se extendió a una velocidad increíble
Testigo presencial
Los periodistas de las televisiones se agolpan para hacer sus directos con la torre al fondo. Los vecinos, con extraña calma y resignación aunque quejosos por la falta de seguridad, van contando sus historias. Hablo con una mujer en la cuarentena, mulata y tocada con un velo moderno estampado: «En cuanto vimos que era un incendio salimos corriendo, afortunadamente. Fue todo rapidísimo. El fuego se extendió a una velocidad increíble. Yo personalmente creo que la reforma que se hizo el año pasado empeoró el problema, hizo de combustible para las llamas». La mujer considera que en otra época del año habría sido todavía peor: « Al ser el mes de Ramadán , muchos hombres habían salido a rezar, por eso había menos gente en el edificio. Eso tal vez pudo salvar muchas vidas».
Las fuerzas de seguridad han reconocido ya seis muertos , pero dan por descontado que la cifra irá a más. Hay setenta personas hospitalizadas, de ellas veinte muy graves . Por la zona algunos ciclistas todavía circulan con mascarillas antigás. Pero el aire es perfectamente respirable y el humo ha bajado mucho.
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