Si Arabia Saudí apoya el yihadismo ¿por qué los tres ataques de Daesh en un solo día?

El «califato» considera «apóstata» al régimen de los Saud, aunque se siente discípulo de la ideología del clero saudí

El ministro saudí del Interior, bin Nayef, visita a un herido en Medina con un corán en la mano REUTERS

FRANCISCO DE ANDRÉS

Nadie ha reivindicado aún los ataques terroristas de baja intensidad en tres ciudades de Arabia Saudí, llevados a cabo de modo coordinado el pasado lunes, pero todos los indicios apuntan a Daesh . el movimiento yihadista que ha proclamado un califato en el norte de Siria y de Irak. Dado que el apoyo saudí al yihadismo se ha convertido, desde el 11-S, casi en un lugar común, la pregunta del millón es esta: ¿qué interés tiene Daesh, el grupo islamista de moda, en morder una de las manos que le da de comer?

Cada ataque tuvo una lógica interna. El atentado suicida contra una mezquita de la minoría chií de Arabia Saudí - un objetivo tradicional primero de Al Qaida y ahora de Daesh en el reino de los Saud - subrayó la hostilidad hacia una corriente musulmana que los suníes consideran herética, y que el “califato” siempre tiene en su punto de mira. El ataque cerca del consulado de EE.UU. en Yeda quiso denunciar la alianza del régimen saudí con el “infiel” que le compra el petróleo y le otorga seguridad militar. ¿Pero atacar en Medina, la segunda ciudad sagrada de todo el islam , y cerca de la segunda mezquita más santa? Ahí Daesh tomó una decisión arriesgada, que puede reportarle problemas en el futuro en sus tareas de reclutamiento mundial de yihadistas. Pero el mensaje a Riad es claro: el monarca saudí es, para Daesh, un apóstata que se adjudica el título de “guardián de las dos mezquitas santas”, y que no puede sentirse a salvo aunque se acoja a sagrado.

En su discurso de fin de ramadán, el Rey Salman afirmó que su gobierno actuará con “puño de hierro” hacia quienes pretenden “confundir a la juventud saudí, que corre el riesgo de caer en el extremismo”, una concesión a la realidad sociológica del problema. Un porcentaje alto de saudíes, en particular de sus jóvenes en paro -y subsidiados por papá Estado- miran con mucha simpatía tanto a Al Qaida como a Daesh, y justifican su yihad.

Junto al apoyo popular a Daesh, el régimen de los Saud afronta también otro problema, y no pequeño. La monarquía preserva su legitimidad gracias a un pacto con el estamento clerical wahabí , quizá la secta más radical del sunismo, y tiene que andar con pies de plomo cada vez que hace juicios sobre la interpretación práctica del Corán. Como advierte un artículo del New York Times, es evidente que la mayoría de los saudíes creen que la violencia de Daesh es gratuita, especialmente cuando se dirige contra otros musulmanes. Pero el problema es que el clero saudí comparte muchas creencias con los yihadistas , así que su margen para criticarles es muy limitado. Y, para colmo de desgracias, la familia real saudí necesita al clero wahabí, por lo que tampoco puede ir muy lejos en sus medidas de represión del yihadismo. Los italianos lo denominan un “dilemma cornuto”.

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