Seehofer, la república independiente de mi Ministerio
Seehofer le hace un Ikea a Merkel
![Seehofer y Merkel en Berlín](https://s1.abcstatics.com/media/internacional/2018/06/16/merkel-sheedor-U30916537431NLI--300x300@abc.jpg)
Merkel lleva meses realizando un intenso trabajo diplomático para ir dando forma a un acuerdo sobre inmigración y asilo en la próxima cumbre europea de finales de junio. Todavía se reunirá con el italiano Giuseppe Conte el día 18 y con Macron y varios de sus ministros el 19, para ir afinando. Ha perdido el apoyo garantizado de Mariano Rajoy , pero oficina tiene indicios en que el gobierno de Sánchez constituirá igualmente un apoyo. Y cuando el fino trabajo de orfebrería de los consensos conseguía ir aislando a los resistentes de Visegrado , el ministro de Interior alemán, Horst Seehofer , le ha hecho un Ikea a Merkel.
En Baviera, como en Cataluña, aunque minoritarias, hay tendencias independentistas. Muchos contribuyentes bávaros consideran que Alemania les roba y desde 2015 les fastidia especialmente cómo se maneja desde Berlín la política de refugiados. Pero en enero de 2017, el Tribunal Constitucional alemán dictaminó que los Bundesländer no puede tomar unilateralmente la decisión de separarse de la federación y eliminó de raíz la posibilidad de celebrar u n referéndum independentista , esa vía quedó del todo cerrada. Horst Seehofer , sin embargo, parece haber encontrado una estrategia más eficiente para imponer la visión de Baviera: hacerse nombrar ministro y, desde dentro del gobierno y al son del popular anuncio televisivo de la empresa nórdica de muebles, montar en Interior la república independiente de su Ministerio . No quiere esperar a la próxima cumbre europea y se empeña en aplicar por su cuenta y en contra de lo establecido por los acuerdos de la gran coalición nuevas restricciones a la entrada de refugiados en las fronteras alemanas. Incluso amenaza con disolver la sacrosanta alianza entre la CDU de Merkel y la CSU bávara, que ha mantenido unidos a los conservadores alemanes hasta la irrupción del partido anti europeo y anti extranjeros Alternativa para Alemania (AfD) en las últimas elecciones, que se abre camino por el flanco derecho. En la última rueda de prensa del portavoz de gobierno de Berlín, un periodista hizo notar que la página web de una prestigiosa radio alemana se estaba haciendo eco de un mensaje de Seehofer en las redes sociales en la que anunciaba la disolución del grupo parlamentario y la ruptura entre los dos partidos, para desconcierto del equipo de comunicación de la Cancillería. Un rato después se sabía que había sido un fake propagado por una revista satírica, pero todos los presentes en la sala de la rueda de prensa de portavoces dieron esa información cuando menos por plausible, aunque fuera por unos minutos, a este estado de desquicie ha llegado la política en Berlín.
Legalmente, las cosas están bastante claras. El artículo 65 de la Constitución alemana establece que, en caso de desacuerdo entre el canciller alemán y sus ministros, se impone el criterio del canciller. De romperse la gran coalición, sin embargo, no está nada claro si Merkel podría seguir gobernando o debería convocar elecciones. No hay precedentes históricos. Según la lógica histórica, la CSU no tendría ni la más mínima posibilidad a escala federal, puesto que desde la fundación de la República Federal de Alemania solo se ha presentado bajo su marca en el interior de las fronteras de Baviera. Pero las encuestas dicen que, en materia de refugiados, los votantes alemanes están mayoritariamente de acuerdo con las tesis de Seehofer. El último sondeo publicado por ARD señala que el 86% está a favor de las deportaciones forzosas y el 62% es partidario de rechazar refugiados directamente en la frontera. Que Seehofer trata de ganar el perfil político perdido en su propia casa, tras la lucha fratricida con el actual presidente de Baviera, Markus Söder, a base de enfrentamientos visibles con Angela Merkel, no es ningún secreto. La cuestión es hasta dónde está dispuesto a llevar su pulso contra la canciller. Sin Merkel se quedaría sin su propia gallina de los huevos de oro.
Hay otro par de elementos que terminan de decorar esta «caótica república», como fue denominada ayer en el debate parlamentario sobre inmigración . Uno de ellos es la colorida situación de precampaña electoral en que se encuentra Baviera. Imponerse sobre Merkel en materia de refugiados parece se la única forma de evitar que AfD le dé un importante mordisco a la CSU en las próximas regionales. Y también está, de un estilo bastante más oscuro y sofisticado, la inquina personal entre los dos protagonistas de la disputa, que como todos los desafectos parte de la incomprensión. Merkel, la gran negociadora, que entiende la democracia como el arte de las concesiones en aras del consenso, no entiende a ese tipo rudo e inamovible en sus posiciones, por mucho que uno trate de acercarse. Seehofer, de familia católica y sin más estudios que los dos años de preparación para las oposiciones a funcionario local de la administración de Ingolstadt, se siente incómodo ante esa mujer protestante y sin anclajes en ninguna de las familias conservadoras alemanas. No sería descabellado pensar que le acompleja ver a Merkel, aquella novata que llegaba como cuota de la Alemania comunista, enmendando la plana a Putin y a Trump , igualmente en ruso o en inglés, sobre todo conociendo esa ley no escrita de la política alemana que dice que jamás un bávaro recibirá votos del resto de los alemanes para convertirse en canciller federal. Pero la supervivencia política está a menudo por encima de las inquinas personales y siempre es posible que den a tiempo con la fórmula para presentarse, cada uno por su lado, como ganadores del pulso. O no. En ese caso, veremos movimientos de placas tectónicas en el mapa político alemán. «¿Ruptura o liberación?» , se pregunta, optimista, el semanario Der Speigel en su página web.
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