Las autoridades de Malasia desmienten el secuestro de uno de sus petroleros y aseguran que se trató de una «disputa interna»

La embarcación cuenta con una carga de 900.000 litros de combustible valorada en más de 350.000 euros

Un petrolero malayo en una foto de archivo EPA
Eduardo S. Molano

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La Agencia de Seguridad Marítima de Malasia confirmó este miércoles que el buque cisterna «Vier Harmoni», cuya suerte se desconocía en las últimas horas, no ha sido secuestrado por piratas en aguas malasias, sino que regresó a Indonesia por disputas laborales .

El «Vier Harmoni» había abandonado este lunes del puerto de Tanjung Pelepas, en Malasia, con una carga de 900.000 litros de combustible valorada en más de 350.000 euros.

El navío -cuya tripulación se encuentra integrada por diez personas- fue dirigido después a aguas de Batam, en Indonesia. Entonces, las autoridades de Malasia e Indonesia aseguraron que se trataba de un secuestro.

A pesar de desmentirse finalmente este último término, según datos de la Oficina Marítima Internacional (IMB), en la primera mitad de de este año se registraron, a nivel global, 98 incidentes de piratería , frente a los 134 en el mismo período de 2015. Unos números en sus niveles más bajos desde 1995 (entre 2010 y 2003, la IMB registraba de media 445 ataques al año, casi de forma exclusiva, en el golfo de Adén).

Precisamente, en su último informe, la organización se felicitaba por las mejoras experimentadas en Indonesia.

En este sentido, según el IMB, la introducción de nuevos anclajes había contribuido a reducir los ataques considerados de «perfil bajo» en estas aguas . De igual modo, aplaudía la rápida respuesta de la Armada indonesia en la recuperación de un buque cisterna en mayo, que se saldó con la detención de nueve piratas al sur de Pulau Serutu. «Éste es exactamente el tipo de respuesta requerida a tales amenazas», destacaba la organización.

Un negocio en picado

Durante años, Somalia se convirtió en el foco de atención de estos grupos delictivos. Sin embargo, sus cifras actuales contrastan con las pasadas: en lo que va de 2016 no se ha registrado ni un solo ataque con éxito (aunque 29 personas continúan secuestradas en la región).

Ya a finales de 2013 el arresto del histórico líder de la piratería somalí Mohamed Abdi Hassan «Afweyne» en Bélgica supuso el último golpe a un negocio en evidente declive. Pocos días antes de su detención, ABC publicaba una entrevista con el conocido jefe bucanero, donde éste aseguraba ser ya «solo un hombre de negocios» en proceso de reconversión.

Precisamente, «Afweyne» fue detenido junto a Mohamed Adan «Tiicey», expresidente de la región pirata de Himan y Heeb ( también entrevistado en esas fechas por este diario), quien había iniciado un programa de rehabilitación de bucaneros.

Dinero, lo cierto, había para hacer experimentos. Desde el inicio de la piratería moderna y hasta su descenso en picado en 2012, el pago medio de un rescate ascendía a los 3,06 millones de dólares (en 2011, sin embargo, fue de 5,04 millones) con un total acumulado de entre 315 y 385 millones de dólares.

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