Rubio disputa a Bush los grandes donantes y el apoyo del partido
El influyente multimillonario Paul Singer ha anunciado su apoyo al aspirante hispano
El foco de la campaña republicana ha cambiado de objetivo. Tras unos meses de dominio populista a cargo de Donald Trump, reforzados por la posterior irrupción del neurocirujano negro Ben Carson, el último debate ha abierto una cerrada pugna entre Jeb Bush y Marco Rubio. No es fácil que un hispano se gane el favor de los sectores más conservadores del partido, aún reticentes a una opción tan revolucionaria, pero el repentino apoyo a su campaña del influyente multimillonario Paul Singer ha dado un impulso más al senador e hijo de cubanos. Por primera vez, el establishment no descarta a Rubio como alternativa a un eventual fracaso de su favorito, Bush, quien en la última encuesta en el estado en el que son competidores naturales, Florida, aparece cuatro puntos por debajo. Y a veinte del todavía líder, Trump.
Las críticas del exgobernador a su hijo político tienen explicación. Tras un débil inicio de precampaña, Marco Rubio se ha servido de los tres debates para ir creciendo, lenta pero sólidamente. Consciente del competidor que se le viene encima y pese a que en el escenario acabó recibiendo un bumerán como respuesta, Jeb Bush ha vuelto a criticar la ausencia y el poco trabajo de Rubio en el Senado, que le he granjeado reproches también de un sector de la prensa. En su estrategia, Bush intenta agrupar a Rubio en el pelotón de quienes no trabajan en la institución para la que son elegidos, junto a los senadores Ted Cruz (Texas) y Rand Paul (Kentucky): «Entre los tres sólo han llevado a cabo dos iniciativas que han acabado en ley», según declaraciones a la cadena NBC. Y les compara con el enemigo a batir, Hillary Clinton, y las escasas tres leyes cosechadas en diez años.
Experiencia
Ayer fue precisamente en el disputado feudo, en la ciudad de Tampa, donde Bush intentó impulsar su campaña. Bajo el eslogan «Jeb can fix it» (Jeb puede arreglarlo), el menor de la saga protagonizó un acto político en el que destacó otra vez su experiencia frente al resto de contendientes, sean advenedizos populistas o políticos sin experiencia en la gestión, en alusión a Marco Rubio. «Estados Unidos no se puede permitir experimentos». Pese a mantener la crítica al rival, Bush intentó no salirse de la estrategia de plantear propuestas en positivo, que le den la imagen de alguien capaz resolver los problemas de los norteamericanos, frente a la «flor de un día» que para él representa el hispano.
El mitin coincidió con la aparición de su libro electrónico «Reply all» (Respuesta a todos), una selección de correos electrónicos que intercambió con ciudadanos, periodistas y destacados miembros de la sociedad civil durante sus años como gobernador. Su principal mensaje electoral, que reitera casi con obsesión, es que Estados Unidos debe crecer al 4% o 5% para que la debilitada clase media vuelva a ser otra vez la gran locomotora. E insiste en que así ocurrió en Florida durante su mandato.
Frente a él, Marco Rubio pretende que la ola que empezó a crecer en el debate republicano del miércoles siga creciendo. Este fin de semana, el multimillonario neoyorquino Paul Singer, uno de los donantes republicanos con más peso, le ha propinado un importante espaldarazo al anunciar su apoyo a Rubio por ser «el único que puede manejar esta compleja campaña de primarias y el único que puede ganar a Hillary Clinton». El añadido es que Singer hizo público este apoyo en una carta que remitió a otra docena de habituales contribuyentes del partido, que hasta ahora no habían comprometido sus fondos.
Además de ratificar su triunfo en el último debate, la decisión de Singer introduce a Rubio en la categoría de verdaderos aspirantes a presidir EE.UU.