Los refugiados Rohingya se quejan de que no reciben suficiente ayuda humanitaria. Si están registrados, los refugiados reciben cada mes 12 kilos de arroz, medio de lentejas, un litro de aceite, sal y leche en polvo. Vigilados por el Ejército, los refugiados no pueden salir de los campos de confinamiento desde hace ya tres años. Un imán reza a Alá mientras reparte arroz entre los refugiados. El hijo de Rojida Bagum nació hace nueve meses con una minusvalía cerebral y aún no sido tratado por ningún médico. Dos hijos de Abu Kalam emigraron en un barco ilegal y la mafia los secuestró y vendió. Para muchos, los únicos medios son una ayuda humanitaria siempre insuficiente. A los miembros de esta minoría se les niega incluso la nacionalidad birmana. Unos 140.000 musulmanes de la perseguida etnia Rohingya han sido confinados en campos de refugiados por el Gobierno de Birmania y no podrán votar en sus históricas elecciones. Aunque muchos de los Rohingyas han nacido en Birmania, el Gobierno no les reconoce la ciudadanía.