Los resultados en tres «länder» sumen en una crisis a la gran coalición alemana
Merkel vincula el varapalo a los refugiados pero se niega a reconocer que hay errores en su política actual
Nadie puso en duda ayer en Alemania que el resultado electoral del pasado domingo es consecuencia del estado de opinión que ha creado la crisis de los refugiados, pero las conclusiones sobre qué hacer a partir de ese resultado son tan distantes que amenazan incluso con una crisis de gobierno. «El tema dominante, los refugiados , el hecho de que se perciba el problema como todavía no resuelto, ha determinado fuertemente el voto», reconoció Angela Merkel esquivando cuidadosamente la palabra «error». «El caso es que estamos avanzando en la solución, una solución europea, es una cuestión encauzada pero que requiere tiempo», dijo, subrayando que el número de refugiados que llegan a Alemania y que llegan a Grecia se ha reducido ya drásticamente y negándose a considerar siquiera la posibilidad de fijar una cifra tope de entradas, como han pedido voces desde dentro de su propio partido.
El particular análisis de la canciller alemana sobre el vigoroso aumento del voto de extrema derecha , que en el estado federado de Sajonia Anhalt alcanzó el 24% y que en Baden –Württemberg y Renania Palatinado queda convertida en la tercera fuerza política, se basó en que «es un voto protesta contra los aspectos no resueltos de la crisis de los refugiados». Declaró su intención de seguir avanzando en las vías ya trazadas y de profundizar en aspectos relacionados con la integración de los recién llegados. «El mundo cambia», explicó su visión del asunto, «la gente percibe en ese cambio desorden y la misión de la Unión Cristianodemócrata (CDU) es ordenar ese cambio para que la gente se sienta más segura y pueda seguirnos», concluyó, además de apuntar el principal escollo que ha encontrado su política: «las diferencias entre la CDU y la CSU son difíciles de entender para nuestros votantes».
Merkel se refería al partido hermano bávaro Unión Socialcristiana (CSU), que desde hace meses ha venido defendiendo posturas opuestas a las de la Cancillería de Berlín y cuyo líder, Horst Seehofer , consideró ayer que la tensión ha llegado al máximo nivel soportable. «Sencillamente, así no podemos seguir», dijo, «estamos hablando de una cuestión vital para ambas partes, no de un par de frases hechas. Hemos sufrido ya una caída en picado y podemos seguir en descenso. Merkel se arriesga a estrellarse. Lo que necesitamos es una política radicalmente diferente», sentenció, exigiendo el establecimiento de una cifra tope de entradas anuales al país y la retirada del proyecto de acuerdo de la UE con Turquía .
«Si todos estamos de acuerdo en que la causa de esta debacle es la política de refugiados, no tiene ningún sentido seguir por el mismo camino», insistía , asegurando que la pérdida de peso de la derecha a favor de un partido populista supone «un movimiento tectónico en el panorama político alemán». «La solución a largo plazo no está disponible, ¡no es una opción!», clamaba, advirtiendo que el ascenso de la extrema derecha es un «peligro existencial» para la Unión conservadora. Y en ese punto tampoco estuvo Merkel de acuerdo. Para ella ese nuevo escenario político «es un problema, pero no un problema existencial».
Discurso displicente
El tercero en discordia, el presidente de los socialdemócratas y también miembro de la gran coalición de gobierno Sigmar Gabriel, arremetía por su parte contra sus socios bávaros y acusaba a Seehofer de estar «aupando a los populistas de Alternativa para Alemania (AfD)» con sus críticas y distanciamientos, al «desorientar a los votantes». Insinuó incluso que juega la carta de rentabilizar esas diferencias pensando en las próximas generales más que en estabilizar el actual gobierno.
Y mientras la gran coalición se sumía en una crisis que verá su siguiente capítulo mañana miércoles, en una reunión a tres bandas con previsión de tormenta, los flamantes vencedores de las regionales exhibían por su parte una crisis de identidad cuyo principal síntoma era la insistencia en la autodefinición. En una multitudinario rueda de prensa, los candidatos de AfD y su líder nacional, Frauke Petry , desmintieron insistentemente constituir un partido de extrema derecha. « Lo que somos es el partido de la gente pequeña» , definió un miembro de su directiva, Alexander Gauland, «los refugiados suponen un cambio importante, muchos alemanes saben que les están quitando algo y es necesario un nuevo contrato social».
«Somos el partido de la paz social», demarcó Petry, que por cierto trató a los periodistas con una soberbia, un cinismo y una displicencia como no se veían en este país desde antes de la democracia. «Aquí lo que pasa es que ya no se sabe lo que es la izquierda y lo que es la derecha» , aclaraba, «nosotros somos un partido conservador, un partico ciudadano, un partido que se ocupará de los niños alemanes pobres, el partido de la democracia directa y un partido liberal, el partido de la prosperidad económica», detalló airada.
La industria alemana, sin embargo, no asocia AfD con prosperidad y mostró ayer su preocupación por el éxito electoral que, alertó, podría asustar a los inversores. «No se descarta en absoluto que el elevado ascenso de partidos como AfD (...) asuste a los inversores», advirtió el presidente de la Federación de la Industria Alemana (BDI), Ulrich Grillo , que pidió a los grandes partidos que lean este resultado como «un gran toque de atención».
Todos los partidos políticos, uno por uno, fueron confirmando a lo largo de la mañana de ayer que no están dispuestos a pactar o negociar coaliciones con AfD, por lo que por ahora quedará ejerciendo la oposición y preparándose para las regionales de Berlín y Mecklemburgo-Antepomerania , todavía este año, y para las decisivas generales de 2017. Frauke Petry, sin embargo, dejó claro su disposición a establecer pactos con la canciller Merkel a la que tan ferozmente sigue criticando. «Nuestros grandes temas son el euro, la UE, el islam y la inmigración. Eso impide por ahora un arreglo, pero ha mucho tiempo por delante y muchos posibles pactos», dijo esperanzada.
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