Los republicanos se dividen en su asalto contra el Obamacare
Los más moderados y los más conservadores cuestionan los planes sanitarios de Trump
Nunca pensó Donald Trump que la supresión del Obamacare , la cobertura sanitaria impulsada por su antecesor y que convirtió en una de sus promesas estrella bajo el calificativo de «desastrosa», se convertiría en uno de sus dolores de cabeza. En teoría, un reclamo tan bien acogido entre las bases conservadoras y sus representantes en el Congreso no debía plantear serias trabas para un Congreso controlado por los republicanos.
Claro que desmontar y sustituir todo un engranaje de subvenciones e incentivos para seguros médicos del que dependen 50 millones de estadounidenses no parece tarea fácil, sin que por el camino se resientan las necesidades básicas del ciudadano de a pie . Pendiente de hacer buena una de sus grandes aspiraciones, el presidente contempla inquieto el encaje de bolillos que intenta Mitch McConnell, el experimentado líder de la mayoría, para atraerse a la media docena de senadores reticentes y evitar que la nueva ley descarrile.
Después de intensas y secretas negociaciones internas, los republicanos levantaron el velo este jueves al retocado proyecto, que aprobaron jubilosamente en la Cámara de Representantes y que esperan sacar adelante la próxima semana en el Senado, aunque sea con muchos más apuros. Para ello, necesitan el sí de al menos 50 de sus 52 senadores. Sería suficiente un empate a 50 con los demócratas, que votarán en bloque contra la reforma. El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, haría uso de su facultad legal de romper el desempate a su favor.
De momento, los cálculos topan con los senadores más conservadores, convencidos de que en la práctica se mantiene la esencia de la ley de Obama. Rand Paul, el impar representante de ideas libertarias (contrario a todo tipo de intervención estatal), ya advirtió ayer de que no votará a favor de una ley que «no suprime realmente el Obamacare, que es lo que se prometió».
Quejas republicanas
La realidad le da parcialmente la razón. La eliminación y sustitución del plan del anterior presidente se les ha atragantado a muchos congresistas republicanos, que han tenido que soportar numerosas quejas de ciudadanos de los distritos a los que representan, temerosos de quedarse sin cobertura sanitaria. Por ello, el remedo republicano mantendrá buena parte de la estructura de subsidios del Obamacare hasta 2020, convirtiendo en un aterrizaje suave lo que amenazaba con convertirse en un caos de alto riesgo para el compromiso electoral del midterm (mitad de mandato).
Pese a todo, se suprime parte de los incentivos para adquirir seguros, con efecto retroactivo desde enero de 2017 , así como las sanciones que imponía la obligatoriedad de sumarse al sistema en el Obamacare. En cambio, se suaviza el ritmo de recortes previstos en el llamado Medicaid, el seguro de salud que cubre a las personas con menos ingresos, entre el 100% y el 400% del nivel federal de pobreza. Otro de los guiños para sumar el voto de los centristas consiste en mantener la protección de las aseguradoras para los pacientes con llamadas «condiciones preexistentes» (ya en tratamiento), algo que no contemplaba la reforma aprobada en la Cámara de Representantes.
Entre las novedades bien acogidas por los más conservadores, el futuro Trumpcare retira los fondos federales al polémico Planned Parenthood (centros sanitarios de planificación familiar) por un año, además de prohibir los créditos para planes que ofrecen la cobertura al aborto.
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