La ONU reconoce que no es «capaz» de afrontar la creciente crisis humanitaria en Ucrania

El embajador ruso negó los bombardeos sobre civiles y defendió que las ciudades ucranianas «están secuestradas por radicales y neonazis para usarlos como escudos humanos»

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Consejo de seguridad de la ONU AFP

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La situación humanitaria en Ucrania se deteriora al mismo tiempo que arrecia la ofensiva militar de Rusia, con bombardeos cada vez más duros contra las principales ciudades del país, infraestructuras civiles destrozadas y un éxodo de refugiados masivo. El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió este lunes para recibir los informes de las principales agencias relacionadas con los desastres humanitarios y retratar las realidades paralelas sobre la crisis en el país, según la visión de Ucrania, EE.UU. y sus aliados, por una parte, y de Rusia por la otra.

Los quince países que forman parte del órgano de poder de la ONU -EE.UU., Rusia, China, Reino Unido y Francia como miembros permanente y otros diez rotatorios- escucharon a Martin Griffiths, subsecretario general para asuntos humanitarios de la organización internacional.

«Hace dos semanas, pocos pensaban que el escenario en el que nos encontramos hoy, con un conflicto de tanta intensidad, fuera posible», aseguró Griffiths, a pesar de las advertencias constantes durante los últimos meses por parte de EE.UU. de que Rusia planeaba invadir al país vecino. «En esencia, era imposible de planear desde el punto de vista humanitario y operacional y, aún así, la comunidad humanitaria lo hizo».

Griffiths desgranó los esfuerzos a la carrera de las agencias de la ONU por responder a las emergencias humanitarias de la crisis en Ucrania. La más importante, las víctimas: la ONU contabilizaba hasta este lunes 406 fallecimientos de civiles y otros ochocientos heridos, «aunque los números reales son considerablemente más altos», dijo Griffthis. También hay ya 1,7 millones de refugiados, «aunque ya estará desfasado», reconoció.

La autoridad de emergencias humanitarias de la ONU presentó tres exigencias centrales «a las dos partes», sin poner nunca énfasis en el actor agresor, Rusia. La primera, que los ataques no afecten a civiles ni a infraestructuras civiles, «incluyendo el paso seguro de civiles que quieran dejar las zonas de hostilidades». En la víspera, un misil ruso cayó sobre una familia que huía, maleta en mano, junto a cientos de otros venidos, de Irpin, una localidad al oeste de Kiev, un episodio que no mencionó. En segundo lugar, exigió que se aseguren canales de paso para la ayuda humanitaria y sus trabajadores. Y, por último, reclamó que se mantengan abiertos los canales de comunicación con las jefaturas militares de ambas partes para asegurar las labores humanitarias.

«No os llevéis a engaño, no somos capaces de atender las necesidades de los civiles a día de hoy», dijo Griffiths al consejo. «Espero que no les fallemos mañana».

También compareció la directora general de UNICEF, Catherine Russell, que retrató las condiciones penosas de millones de niños ucranianos: ataques a viviendas, colegios, orfanatos y hospitales; infraestructuras de acceso a agua corriente y luz destrozadas; familias escondidas en sótanos y búnkers; madres dando a luz en maternidades improvisadas; tiendas cerradas, sin acceso a pañales o medicamentos; niños huyendo solos fue del país. Según sus datos, hay al menos 27 menores muertos y otros 42 heridos. Russell sí recordó el episodio de Irpin, «que ha agitado la conciencia del mundo».

La embajadora de EE.UU., Linda Thomas-Greenfield, pidió a la comunidad internacional más apoyo humanitario : «Sabemos que mientras Rusia prosiga con su campaña brutal e implacable, la necesidad de ayuda solo crecerá» y exigió a Moscú un compromiso «firme, claro, público e inequívoco» para facilitar el acceso humanitario.

Pero de su homólogo ruso, Vasili Nebenzia, solo recibió la realidad paralela que Moscú trata de diseminar sobre la invasión. Nebenzia negó los bombardeos sobre civiles -a pesar de las evidencias abundantes de que se han atacado zonas residenciales y de las víctimas de no combatientes- y defendió que las ciudades ucranianas «están secuestradas por radicales y neonazis para usarlos como escudos humanos». Dijo, a su vez, que «crece el número de víctimas civiles en manos de radicales», debido en parte al armamento que fluye hacia Ucrania. También dijo que los ucranianos que están bajo el control de Rusia «están en paz y tienen todo lo que necesitan, incluida asistencia humanitaria».

Pero Rusia ha entorpecido la labor humanitaria y ha buscado en las negociaciones que los corredores de refugiados fueran solo hacia su frontera o hacia la de su aliada Bielorrusia, algo que le echó en cara el embajador ucraniano, Sergii Kislitsia.

«Rusia debe dejar de violar los acuerdos de alto el fuego y asegurar un paso seguro, rápido y sin obstáculos en los corredores humanitarias», dijo. « Debe dejar de diseminar desinformación y de manipular las vidas de civiles».

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